domingo, 5 de junio de 2011

¡Torreja!..Retorno al puerto (Pesca) - Bitácora 13

¡Torreja!..Retorno al puerto

Escribe: Hugo Tafur
        (peruano)
El último pescado que queda en la bolsa es succionado por el potente absorbente. La lancha se bambolea gorda, pesada, cargada sus bodegas del preciado cardumen plateado, mientras el panguero se esfuerza por mantener  la nave “popa a la mar”, los pescadores eufóricos gritan apurando las acciones en un estado de alegría y satisfacción. Pronto comienzan a recoger “el cabecero” y sobre él colocan la panga, la faena casi ha terminado. En el puente, el casmeño don Jorge Stella, patrón de la “Susan VI”, da las órdenes finales y vira “la caña” iniciando lentamente la marcha, esperando que la carga se acomode en las bodegas. El motorista muy atento a estas maniobras, lanza la bomba de sentina que comienza arrojar agua sanguinolenta y fétida.

Pronto se estabiliza todo, y el patrón acelera a “toda máquina” rumbo al puerto, el casco se estremece al imprimírsele el máximo de velocidad  a la embarcación. La tripulación de guardia limpia la cubierta de restos de pescado, una manguera con potente chorro de agua ayuda en este propósito, sacando hasta los pececillos entrampados en los empaletados y rejillas; la fuerza del agua los devuelve al mar, donde pronto, antes de que se vayan “a  pique”, son atrapados por las pardelas y zarcillos que siguen a la embarcación para darse un festín, los recogen de la superficie del mar con sus picos y en pleno vuelo son engullidos en una maniobra difícil.

La guardia de franco envía al primer “cañero” que releva al “capitán” de su puesto. Después de varias horas de travesía parecería que nada ha cambiado, en cualquier dirección sólo agua y cielo; habían pescado bien lejos del puerto y todavía no se avistaba la costa, fiel el motor caterpillar rugía impulsando a la “Susan VI”, mientras la proa viril cortaba el agua y la popa hendida dejaba tras de si una estela de espuma y convulsión por el batir de la hélice.

A lo lejos, una bandada de pelícanos ataca inmisericorde a un “morado”, comen echaditos con glotonería. Luego se les une una bandada de guanays, que cuál aviones en combate se lanzan uno tras otro en picada. En cada zambullida, las veloces aves marinas retornan a la superficie con una anchoveta en el pico, las que inútilmente en su último estertor luchan por librarse de su captor pues rápidamente son tragadas.

En la proa una decena de defines juguetones hacen gala de su gran velocidad y destreza admirable, ora aparecen por babor o por estribor de la nave en desventajosa competencia, pues es evidente su total dominio y versatilidad en el mar. La velocidad y la tracción de la lancha no representa ningún peligro, ya que jamás ni la cortante proa, ni ninguna parte del casco lograrán golpearlos, su velocidad y pericia para nadar es superior a la máquina.

En el puente, “el cañero” de turno otea el horizonte para descubrir tierra, pero una cerrazón pegada a la costa se lo impide; finalmente, decide poner en funcionamiento el radar, la línea radial luminosa le indica veintitrés millas marinas y piensa para sí : “nos falta como tres horas”. En esos momentos la radio pesquera es una conmoción, mensajes de audio encontrados, todos como una gavilla de chicos quieren hablar a la vez, cuando se convencen de su imposibilidad, citan a su interlocutor a otra onda radial.

Mientras, en sus camarotes, el patrón de la “Susan VI” y los pescadores descansan placidamente de la agotadora faena, esta había empezado el día anterior y la suerte no estuvo con ellos, hicieron varias calas pero estaban “piña”; por la noche se buscó un buen “blancor” pero  nada, el pescado estaba con caballas y “corría como los diablos”, quedaba muy poco, apenas unos kilos, hasta que salió la luna y terminó por malograr la posibilidad.

Cuando esto sucede, la frustración cambia el carácter del hombre de mar y lo torna malhumorado, muchas veces hasta agresivo, la fortuna no había estado esa noche  de su parte; con el nuevo amanecer, muy temprano, la mala racha cambiaría, todavía estaba oscuro cuando se presentó la oportunidad y don Jorge “se sacó el clavo”. Avistó una “saltadera”,  la ecosonda marcaba negro intenso y cunda como es, con mucho olfato para este oficio, mandó ¡Arrea!, tendió su cerco con mucha fe y al terminarlo, pidió que “engaretaran” con premura. En cubierta, mientras se terminaba la maniobra, los pescadores golpeaban reciamente la borda  para producir ruido y aturdir al preciado pececillo plateado que buscaba escapar, pronto aparecieron las anillas, la gran bolsa estaba hecha. Ya no había escape.

Don Jorge desde el puente ordenó: ¡Corten, dos bolsas! Y después, la rutina peligrosa de secar la bolsa, “el macaco” gemía con el peso que contenía la red; luego, con “moños” y “retenidas” logran el objetivo, y finalmente, introducen al goloso absorbente que succiona el pescado de la bolsa con agua de mar y lo traslada a las bodegas de la lancha, al pasar por el secador se separa el agua y la anchoveta dando saltos cae en una suerte de convulsión -maniobra que es cuidada celosamente- a fin de cargar la embarcación de modo equilibrado. Luego ¡Torreja!..Rumbo al puerto.

Tiempo después, “el Cañero” desde el puente divisó el “Cerro Chimbote”, “La Isla Blanca”, “Los Ferroles” y “El Dorado”, orientó su proa a la “Bocana Grande” y se desperezó estirando los brazos. Pronto estuvo dentro de la bahía y agradeció a Dios, por haberlos devuelto con bien a puerto. La “Susan VI”, muy marina, en manos expertas se dirige al “27 de Octubre”, lugar donde están las grandes fábricas de harina de pescado y donde se descarga diariamente miles de toneladas de pesca, haciendo de nuestro puerto Chimbote -a costa de la contaminación de su bella bahía- “El puerto pesquero más grande del mundo”, gracias sobre todo, a los recios y valientes pescadores que arrancan con su esfuerzo y vigor  la riqueza ictiológica de nuestro Mar Soberano. Muchas veces a costa de su propia vida. Honor para los valientes y esforzados hombres de mar.

Fotos que ilustran: Tomadas de internet
Chimbote, 14 de agosto de 1963
Archivo BITÁCORA 13 (14.08.63) Chimbote
Revisado para el Blogger (JAPÓN - 11-20110605) Tochigi Ken

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