domingo, 12 de junio de 2011

Los niños de la calle (Drama) - Bitácora 13

Los niños de la calle

Escribe: Hugo Tafur
      (peruano)
En mi crónica anterior sobre problemas sociales denominada “Pirañitas”, dejé a mis personajes Beto y Julita incorporados a “los niños de la calle”, abandonados a su suerte en el vértigo monstruoso de las calles de la ciudad, donde los derechos fundamentales del niño a la vida,  a la identidad, a la integridad moral, física, psíquica y bienestar, desaparecen entre el humo que arrojan miles de vehículos motorizados o entre los pasos apresurados de individuos que van y vienen indiferentes, con una actitud egoísta del “yo primero”, muy propia del ser humano de estos tiempos.

Es en estas calles, donde por las noches, cada recoveco es un disputado aposento entre “los niños de la calle”, circunstancias en que un pedazo de cartón, plástico o costal, es un abrigo divino para paliar las noches frías y húmedas del amanecer; es ante esta vista de total abandono de nuestros niños, que nuestra alma curtida se subleva ante tan dura realidad y donde establecemos la limitación del hombre para actuar con justicia y cumplir sus propias normas y leyes, ya que falto de sensibilidad y nobleza antepone su ruindad, lo que de hecho hace inoperante cualquier disposición como: “la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad es el fin supremo de la sociedad y del Estado”.

El ser humano de nuestro tiempo es un ser limitado, bloqueado por el egoísmo y castrado del amor fraternal…su actitud del “yo primero”, es el riel maestro de su actuar, sobre todo si de por medio hay dinero fácil. “Por fuera, este tipo de autoridades parecen sinceros y honrados, pero por dentro, están llenos de inmundicia, hipocresía y desafuero”. Que difícil, es para el hombre ser justo…

Salí a recorrer la ciudad, en busca de temas significativos sobre los cuales escribir, realmente, no tuve que ir muy lejos, aquí a sólo tres cuadras en la avenida Pardo, un grupo de niños se disputaban una bolsa plástica con terokal. La gente que transitaba por esa arteria, los miraba despreocupada, convencida quizá “ex profeso” que nada se puede hacer. Al observar esta indiferencia, reflexioné: “posiblemente todas estas personas tienen una fe basada en La Biblia, por lo que su actitud me pareció incongruente con el espíritu del mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, el cuál, imperativamente nos anima a mantener la fibras sensibles de nuestros tiernos cariños para con nuestros hermanos, especialmente con nuestros niños…aún que nos parezca que “nada se puede hacer” por ellos.

En esta preocupación por el problema que significaba los “niños de la calle”, para una sociedad que se precie, para una ciudad que se respete, para una persona que ame a su familia, leí un caso muy conmovedor: se trataba de una niña de dos años que quedó atrapada a más de seis metros de profundidad en un pozo abandonado. Los rescatadores ocuparon 58 horas para horadar la roca sólida hasta llegar a donde se encontraba la niña. El incidente ocupó los titulares de todos los periódicos y mantuvo encogido el corazón de una nación poderosa. Todos permanecieron atentos a sus televisores hasta que por fin la pequeña salió viva de aquel agujero. Fue un final feliz; pero luego reflexioné, la difícil situación en que se encuentran “los niños de la calle”, sin hogar y sin futuro, no tiene la misma repercusión -¿a qué se debe?- quizá a que su condición está vinculada con la pobreza.

Esto parecía ser así, pues leí también, el análisis efectuado por un especialista de la Organización Mundial de la Salud – OMS, refiriéndose a la situación de los necesitados en estos términos: “Los pobres de las ciudades no son verdaderos ciudadanos de sus países, pues no tienen derechos políticos, sociales, ni económicos. Los pobres apenas son números que envejecen con rapidez y mueren jóvenes”. Esto me hizo recordar que en muchos países como en el nuestro, esta realidad es tangible.

De otro lado, muchas de estas naciones tiene limitaciones económicas o sus gobiernos no asumen verdaderos programas de ayuda a los más pobres; sin embargo, creo, que “los niños de la calle” necesitan algo más que un techo bajo el cual cobijarse. Para desandar el camino transitado y desarrollarse bien, los niños necesitan paz mental, desempeñar tareas agradables salud y confianza en si mismos. Estamos convencidos, que el problema persistirá, mientras no sea posible arreglar el sistema actual injusto, que perpetúa las condiciones que dan pie para generar niños sin hogar; para que esto se produzca, será necesario que tanto los gobiernos como los gobernados, cambien en mucho su modo de entender la pobreza. Indudablemente, a pesar de los tiempos, esta vigente, el axioma que establece que el bienestar y desarrollo económico de una nación está íntimamente ligado a la atención, educación y bienestar de los niños de ahora.

Los gobiernos deberían estar muy conscientes de esta inversión y de aquella situación que afecta la imagen de un país, la que es ver a niños que viven en las calles, así como la violencia que esta condición genera. Igualmente, las familias pobres que reciben ayuda, deberían estar dispuestas a poner de su parte un cambio sustancial de su actitud, ya que una familia va mucho mejor en sentido económico y social cuando se mantiene unida y trata de solucionar sus propios problemas. Incluso, llegado el caso, todos sus miembros hábiles podrían contribuir con su trabajo al bienestar familiar.

Los ideales enunciados en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño son muy nobles; pero cuando los confrontamos con la realidad de niños sin hogar en el mundo, parecen inalcanzables. Los pequeños parias de la sociedad que viven en condiciones verdaderamente espantosas, se estiman en cien millones y aunque la cifra no sea exacta, lo que verdaderamente debería preocuparnos es que todos los organismos y especialistas en la materia, coincidan en que el problema sigue aumentando en el mundo, sobre todo en Latinoamérica.

Por eso me pareció increíble lo que vi anoche, las personas se pasean insensible en medio de este problema, pero un momento, no estoy apuntando a que se practique la limosna con ellos, sino: “El que desprecia a su propio semejante esta pecando, pero feliz es el que está mostrando favor a los aflijidos” (Prov. 14:21). La sociedad ya no puede permitirse el lujo de permanecer indiferente ante la realidad. En cualquier parte del mundo, y en Chimbote en particular, resulta lastimoso ver a niños sin hogar por las calles, muchos degradándose día a día en el vicio y la inmoralidad, están creciendo en número y en edad, para la sociedad no puede seguir siendo cifras frías esta situación, encogerse de hombros y seguir caminando.

Reflexionemos, al crecer en estas condiciones, estos niños pueden convertirse muy pronto en personas fuera de la Ley, pronto serían una amenaza para la seguridad de cualquier comunidad; de hecho, ahora mismo, los más grandecitos ya muestran la distorsión de su personalidad con una inclinación delictiva.

Que Dios ilumine la mente de nuestro gobierno y autoridades, a fin de que pronto podamos junto con la comunidad asumir una verdadera acción en pro de la solución de este grave mal, que cual reloj inexorable de una bomba, amenaza al mundo en que vivimos y el que mañana dejaremos a nuestros hijos… ¿En qué manos?

Nota.- Todas las gráficas que ilustran el tema, han sido tomadas de internet

Chimbote, Octubre 23 de 1977
Publicada en el Diario "Las Últimas Noticias" de Chimbote
Revisada para el blogger (JAPÓN 15-20110611) Tochigi Ken

1 comentario:

  1. Miryam Rosa Maria Tafur Vera13 de junio de 2011, 23:51

    Ciertas son tus palabras y me conmueven al ver que lo que escribes son realidades que vemos cada dia .Pero a la vez les agradezco a ti y a mi mama porque siempre nos dieron cobijo y proteccion.Te admiro y te amo

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