viernes, 3 de junio de 2011

La linterna del regador(Leyenda) - Bitácora 13

 La  linterna del regador

Escribe: Hugo Tafur
         (peruano)
              
Lindo se veía el campo sembrado de habas, las plantitas en flor ondulaban al viento semejando los cabellos de “las chinas” del pueblo arregladas para la fiesta. El Pancho, amaba la chacrita que le dejó su “Tata” al morir; por eso la cultivaba con mucho cariño de Sol a Sol. La querencia estaba ubicada “bajo agua”, lo que era una ventaja, pues aunque la acequia trajera un “hilito” esta podía ser aprovechada para salvar la siembra.

El valle hacía ya varios años que no se podía sembrar, escaseaba las lluvias y los campos en su mayoría lucían yermos y desolados. Don Rómulo, orgulloso terrateniente del lugar casi se había arruinado, la sequía le había agriado más su carácter y secado el alma, la que mojaba diariamente con alcohol para olvidar su frustración. Mientras el Pancho, como una compensación a su esfuerzo, recogía cosecha tras cosecha como una bendición: ¡Tata, desde el Cielo, intercede por mí!, decía, por toda explicación para justificar su suerte. Esta, terminó por despertar la envidia y codicia del viejo.

Un día en que la tarde moría en brazos de la noche, llegó hasta el rancho del Pancho, el capataz de don Rómulo, quién a nombre del viejo, le propuso la compra de “La Grimanesa”, nombre con que se le conocía al fértil fundo. El Pancho, sin inmutarse y mientras prendía un farol para iluminar el ambiente, le respondió: “Dígale, a don Rómulo, que la chacrita no esta en venta” y respetuosamente despidió al emisario.

Azucena, la mujer del Pancho, cuando escuchó el galope del caballo atisbó para ver quién llegaba, permaneciendo en silencio en un ambiente contiguo a la sala donde el capataz expuso su misión. Luego de escucharla, una sombra cruzó por su mente y un pálpito que la angustió le oprimió el corazón, pues era conocido que la maldad del viejo Rómulo, no se detenía ante nada cuando algo quería. Los campesinos le temían y así lo hizo conocer a su marido “¡Tengo miedo Pancho!..Dónde se mete ese viejo, las cosas se apestan”…tranquilizador el cholo, le dijo cariñoso a su mujer: “¡Yaa, china, no tenga miedo, sirva la merienda que me voy a regar!”.

La noche se presentó profundamente oscura. Su negrura, tenía el aspecto de la garganta del Coyote. Más tarde, cuando la Luna se habría paso entre las nubes, baño de sangre el cielo y luego desapareció. “El repunte” había llegado días antes y todos los campesinos alegres trabajaban la tierra hasta la noche; el Pancho, “chacchando” su coca, espero la hora en que le tocaba el turno de agua. Un cuarto para las doce, el cholo cogió su linterna y echó al hombro su palana y se fue a “tender” el agua en su campo…pensaba que este año el valle se vestiría de verde y que todos volverían a sonreír. Estaba dirigiendo el riego surco por surco, cuidando que el agua no “rompiera” cuando notó que el caudal de agua disminuía por lo que acercó la luz de su linterna para verificar y confirmó que el agua se había secado. Inmediatamente decidió averiguar la causa y se fue por el borde de la acequia que traía el agua llegando hasta la compuerta, donde se dio cuenta que adrede había sido tapiada para anegar los campos ajenos y culparlo a él de este descuido.

Tan rápido como lo pensó y antes que se produzca el daño, se introdujo en el agua embalsada para “desfajinar” el atoro, efectuando la labor con mucha dificultad…la presión del agua al liberarse lo absorbió por el sifón, sus piernas quedaron atrapadas por un fuerza descomunal, sintió miedo y luego la angustia que produce el peligro… por un instante pensó en sus hijos y sacando sobrehumanas fuerzas se cogió de una rama de un árbol aledaño que se inclinaba sobre su cabeza, iba a superar la emergencia, cuando notó en la penumbra que en la orilla una silueta que tenía dibujada en su rostro una sonrisa maligna observaba su dificultad…un certero machetazo cortó la rama en que se aferraba con desesperación. Su mujer y sus pequeños hijos, ajenos a su drama, dormían. El caudal de agua lo volvió a succionar inmovilizándolo en la entrada del enorme tubo, tragaba agua y sus pulmones colisionaron, la vida se le escapaba como si flotara sobre una bruma delicada de gran blancura…a lo lejos, vio venir a su padre, con los brazos abierto a recibirlo. Luego todo se borró.

Al amanecer, los campesinos se extrañaron de ver junto a la compuerta la linterna abandonada del Pancho, aún estaba prendida. Más tarde, cuando el agua bajó, vieron al regador atascado en el sifón, sus manos crispadas y los ojos desorbitados indicaban su lucha por sobrevivir…los campesinos lo enterraron en doloroso silencio. Mientras la fiel Azucena abrazando a sus hijos, gemía su orfandad.

Cuentan los regadores que cuando la Luna Llena es ocultada por las nubes oscuras ensombreciendo el valle, “un alma en pena” se pasea con una linterna en la mano por la orilla de la acequia hasta llegar a la compuerta, de allí se dirige hasta la chacra que fue del Pancho, la cuál, hoy pertenece al viejo Rómulo. Hace ya mucho tiempo, que la “china” Azucena vendió “La Grimanesa” y se fue con sus hijos.

Chimbote, 25 de marzo de 1980
Archivo BITÁCORA 13 (25.05.80) Chimbote
Revisada para el Blogger (JAPÓN - 07.20110611) Ashikaga Shi
        

1 comentario:

  1. MAYERLIN NICOLLE ZAMBRANO TAFUR.27 de junio de 2011, 1:56

    PAPITO HUGO SORPRENDENTE TU RELATO LO VOY A LEER SIEMPRE ,Y SE LO CONTARE A MIS AMIGOS DE COLEGIO GRACIAS .

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