sábado, 13 de agosto de 2011

GLORIOSA 329 DE CHIMBOTE - Bitacora 13


Con el orgullo de su tradición, desfilan
marcialmente los alumnos de la Gloriosa 329
Don Roosevelt  Menacho Duque
Maestro de luz y vida
Escribe: Hugo Tafur
         (peruano)
Quienes lo conocimos y fuimos sus discípulos siempre lo recordaremos con mucha gratitud. Cuando se escriba la “Historia de la Gloriosa 329”, obligatoriamente habrá que ocuparse de él pues por muchos años, mientras fue su Director, significó tanto para el centro educativo que presumo era su misma alma, su mismo espíritu, su misma personalidad; por lo que, no reconocer la gravitación de su actuar en el nivel educativo que alcanzó la “Gloriosa 329” por esa época y los éxitos logrados en las distintas disciplinas en la  que participó, sería una ingratitud, sería escribir una historia gris de cifras y datos cronológicos sin alma.

Don Roosevelt Menacho Duque, supo primero, infundir en sus colegas esa mística de fe y esperanza que se empina por encima de las dificultades y limitaciones de un centro educativo del Estado. Logró que se identificaran con esa ansia de trascender y no quedarse en la rutina de un simple profesor de aula, sino de dejar huella y hacer historia, trabajando con la argamasa humilde de muchachos modestos y hacer de ellos triunfadores. Don Roosevelt Menacho Duque, no sólo le imprimió a su administración su sello personal de trabajo y entrega; sino también, se constituyó en un “Maestro de luz y vida”, al estimular con su ejemplo de caballero cabal, el camino a seguir desde niños para construirse una personalidad digna y respetable basada en el estudio, el trabajo y la honradez. Decena de muchachos de ayer, dignos ciudadanos de hoy, así lo atestiguan.

Maestros, padres de familia y alumnos, imbuidos
de un mismo espíritu en la Gloriosa 329-Chimbote
A esa persona que dignificó la labor del maestro y que fue orgullo de su sector, quiero referirme en esta crónica que espero tenga la virtud de retrotraer para las nuevas promociones de la “Gloriosa 329” y de nuestro puerto, el conocimiento de la labor excepcional de este singular maestro en el Chimbote de ayer. Don Roosevelt Menacho Duque, fue un hombre admirable y admirado, sencillo pero lleno de sabiduría, cuya actuación como Director lo encumbró como un hombre que ante todo fue maestro y que sólo el tiempo inexorable lo pudo retirar de la carrera jubilándose seguramente satisfecho de su actuación, pues por donde caminaba el anciano maestro, los porteños le expresábamos consideración, respeto y gratitud.
     
Como un homenaje a su persona, voy a  relatar una anécdota donde el anciano maestro muestra su sapiencia, perspicacia y sabiduría para resolver una travesura en la que indudablemente, estaba en juego su autoridad. Era los años, en que la “currícula” escolar, establecía actividades agrarias como parte de la formación del educando y estas se cumplían en “el huerto escolar”. Era casi fin de año y como siempre no faltaban los amantes del recreo y la flojera, que recién caían en cuenta que estaban a punto de perder el año y ser aplazados. Estos náufragos ponían especial atención en “su chacrita” como tabla de salvación para superar el año aunque sea raspando y con mucho empeño la transformaban para el día del examen en una “granja modelo” trayendo prestado una serie de animalitos y aves domésticas para adornar “la chacrita”. Indudablemente, la necesidad aguza el ingenio.

El huerto escolar, trabajado con esmero
El día del examen, el huerto escolar lucía hermoso, allí estaban los rabanitos, las zanahorias, los nabos, las lechugas, las coles y…¡Oh, tentación!.. rojos, brillosos y apetitosos, los tomates de los náufragos, los que esperaban una nota excelente para salvar el año. Pero cuando no, “cuando el maligno mete la cola” todo puede cambiar en un santiamén y eso es lo que sucedió; alumnos de años inferiores se acercaron al huerto a contemplar las aves, mientras miraban de soslayo a los tentadores tomates y todo fue, que uno de ellos arrancara uno de la mata y todos se precipitaron dentro del sembrío como langostas, dejando la parcela en un estado deporable y arruinada. Apenas se enteraron los náufragos de esta invasión, pusieron el grito al cielo y estuvieron a punto de tomarse la justicia por las manos, pero gracias a Dios no ocurrió así, porque no pudieron identificar a quiénes tenían sus tomates en el estómago. Si no, menudo problema que se hubiera armado.

Los afectados y compungidos alumnos, acudieron en busca de la justicia del anciano Director quién los escuchó sin inmutarse; apenas despidió a los alumnos, dispuso que de inmediato se tocara la campana convocando a formación general en el patio. Ante el tañer sordo de la campana, presto los alumnos se dirigieron a cumplir la orden. Los profesores, cada uno en su sección disponían formación ordenada en espera del Director que no tardó en aparecer...muy serio, avanzó desde la dirección a paso largo y contra su costumbre, cruzó el patio en línea recta entre las columnas formadas por los alumnos. Parecía una actitud estudiada, psicológica, imponiendo su figura y autoridad.

Cruzó el patio... por entre los alumnos
en formación
Ya en el estrado, con gravedad paseo la mirada por la multitud de alumnos, que expectantes por lo ocurrido con los tomates en el "huerto escolar", cariacontecidos sentían vergüenza ajena, debido a haber adoptado una actitud de solidaridad con los transgresores que conformaron las “hordas” destructoras. Nadie sabía como iba a resolver el problema el justiciero anciano, parecía que “ahora, si la tenía gorda”. Luego de mandar ¡atención! ¡descanso! Volvió a pasear la mirada por la multitud de alumnos en formación y dijo: “Alumnos, quiero que tomen con mucha serenidad lo que les voy a decir, pero luego actuaremos con mucha rapidez. Esta mañana, un grupo de alumnos han arrancado y comido tomates del huerto escolar sin saber que estaban fumigados con un antiplagas.., líquido venenoso, que si bien es de efecto retardado, causa la muerte. Por eso hemos solicitado a las autoridades la presencia de médicos y enfermeras del Centro de Salud, para que inmediatamente sean inyectados y contrarestemos la acción venenosa; así que, todos los alumnos que comieron los tomates deben dirigirse de inmediato al salón grande junto a la dirección donde serán atendidos”.

Ni que decir la conmoción que causó esta declaración, algunos “ya sentían” los estragos del veneno y se dirigieron presurosos al lugar indicado para ser atendidos primeros. Cuando el salón estaba rebosante, volvió a preguntar si nadie quedaba fuera que debiera ser atendido. Todos los demás en sus salones, cuchicheaban sobre la desgracia de sus compañeros y especulaban en un ambiente de incertidumbre y compás de espera, sobre “quién moriría primero”. Transcurrió la mañana... y la “medicina” le fue aplicada a cada uno sin tardanza,

Hoy a la distancia, distingo con claridad e hilaridad, la estratagema aplicada. Todos los destructores del huerto y quiénes comieron los rojos tomates cayeron en  la redada de este maestro excepcional. Uno a uno les fue aplicado el antiplagicida, un par de latigazos en las posaderas y luego fueron enviados a sus casas para que se presentaran con sus padres en la escuela. Creemos que por esa época, donde los padres no perdonaban comportamientos tales, le aplicaron una segunda dosis, para que no le quede ganas de destruir y hurtar lo ajeno.

Así era este maestro, magnánimo y noble; pero a su vez, justiciero y disciplinante como un Salomón moderno. Su sabiduría proyectaba conocimiento perenne y nos preparaba para el futuro, por ello no creo exagerar cuando lo defino como un “Maestro de luz y vida”. Donde se encuentre, nuestro más sentido homenaje y gratitud.

Crédito.- Todas las imágenes que ilustran el tema, han sido tomadas de internet

Chimbote, Julio 06 de 1980
Publicado: En el Diario “Las Últimas Noticias” de Chimbote (1996)
Revisado para el blogger (JAPÓN 25-20110813) Tochigi Ken