viernes, 3 de junio de 2011

El cerro de la viuda - Bitácora 13


Grandes sandías produjo el fértil terreno
(Foto internet)
 El cerro de la viuda

Escribe: HugoTafur
        (peruano)
           
Cuentan los viejos del pueblo: Que frente y al pie del “Cerro de las Tres Cruces”, había un médano de blancas arenas vivas, las cuales juguete del viento, dibujaban dunas caprichosas con formas que inspiraban temor; otras veces, se tornaba llano como un tul, que parecía se rasgaba en el centro permitiendo observar un peculiar montículo de piedras ovaladas y otras casi redondas superpuestas, cómo si la mano de alguien las hubiera dispuesto así. A esta pequeña elevación los lugareños la conocían como “El cerro de la viuda”, porque según la creencia, bajo ellas, yacía enterrada una mujer muy avara y malvada… muchos acuden allí a escoger un “chungo” para su “batán” o mortero... pero antes de retirarse, hacen una oración, para aplacar el espíritu maligno. 

Referían que en tiempos pasados, había en aquel lugar un terreno inca muy productivo, cuya fertilidad era la admiración y envidia de muchos campesinos de la zona, pues, mientras ellos en sus campos cosechaban dos por uno, la propietaria de este terreno que era una viuda muy tacaña, recolectaba tres o cuatro  por uno; sin embargo, pese a esta bendición, ella jamás permitía, que los pobres fueran a “rastrojear” lo que quedaba en el campo después de la cosecha, prefiriendo lo comieran los animales o que se pudrieraactitud que según decían, a los ojos de Dios, es una maldición.

Cierta vez, la viuda sembró sandías, fue tal la producción que pilas enormes de la fruta se cosechaba cada día. La angurrienta mujer en su avaricia, sólo tenía tiempo para pensar en sus ganancias, estaba extenuada del trabajo, sin embargo, la noche la pasaba en vela, en codiciosa contabilidad de su dinero, el cual contaba y recontaba olvidándose de Dios que la bendecía; muchas veces, incluso, ensimismada en esta práctica se olvidaba de comer y con ello, de servir alimento a sus asalariados, cuando estos se lo recordaban, ella insensible respondía: “Bueno, mañana lo haremos. Hoy, hemos ahorrado.”

Un día, la orgullosa mujer regodeándose de su suerte, quiso vanidosa, mostrar su ventura a los humildes campesinos que pasaban por el camino, haciendo que todas las sandías fueran juntadas en una gran pila para provocarles envidia. Los trabajadores siguiendo sus instrucciones, hicieron un gran montículo de fruta muy alto, era una torre de babel a la estupidez humana. La viuda recreaba su vista con enigmático regocijo observando el pequeño cerro de sandías, pensaba para sí, en la envidia que despertaba y las ganancias que obtendría por su venta...

La tarde iba tiñendo de arrebol el cielo, y en el campo, cientos de golondrinas juguetonas despedían el día haciendo malabares con su vuelo; mientras, arrobada en sus estimaciones, la viuda fue interrumpida por la dulce voz de un anciano haraposo, que nadie vio venir, y quien le dijo:
-"¡El Señor, esté contigo mujer!...Vengo de muy lejos y hace días que no pruebo bocado. Quizá tengas algo de comer para calmar mi hambre y algo de beber para calmar mi sed”…
La viuda absorta en su codicia, reaccionó con desdén y asco ante la vista del raído anciano espectándole:
-“¡Váyase, por dónde llegó! Yo tampoco he probado alimento y no tengo nada que ofrecerle.”
El anciano miró fijamente a la mujer con dulzura y casi suplicante le dijo:
-“Mujer ¿No son sandías las que veo?”...
Ella, molesta y cortante, respondió:
-“¡No, son piedras!”
 El anciano la miró con tristeza y luego le dijo:
-“Sea, como tú lo dices” y se marchó…
Poco después, la silueta del anciano caminante, se perdió por el “Cerro de la Tres Cruces”.

Nubes grises y negras reemplazaron a las rojizas, terminando por ensombrecer el valle con la llegada de la noche... mientras, millares de “chicharras” le daban la bienvenida con sus cantos estridentes. Poco tiempo después, miles de luciérnagas fulguran con la intermitencia de su luz por todas partes, parecían miles de ojos atisbando el misterio de la noche y el secreto de los humanos.

Pilas enormes construyeron los peones (Foto internet)
Muy de madrugada, la avarienta mujer despertó sobresaltada. Gritos de terror la sacudieron en su lecho, llenándola de miedo... un intenso frío le heló la sangre. Eran los asalariados que al ir a cargar la fruta no salían de su asombro, todas se habían convertido en piedras. La viuda tembló aterrorizada… tarde comprendió su error, aquel anciano a quién le había negado pan y agua, era "El Nazareno Errante", quien pasea por el mundo buscando a sus ovejas; días después, la codiciosa mujer desapareció en la oscuridad de la noche. Cuentan lo viejos del pueblo, que preocupados sus trabajadores, al amanecer fueron a buscarla por donde la vieron marcharse, encontrándola muerta junto a la pila de piedras que en otro momento fueron sandías, rápidamente trajeron palas, cavaron una fosa y la enterraron, pues hedía, como si hubiera estado varios días muerta…    presos de miedo, también se marcharon abandonándolo todo.

Un día después de un Viernes Santo, fuertes vientos provenientes del  sur oeste, comenzaron a bajar el banco de arena que había en la falda del “Cerro de las Tres Cruces”. Poco a poco, el otrora fértil campo fue sepultado por la blanca arena, tornándose en un pequeño desierto; nadie, jamás, pudo cultivar ese terreno donde nada vegetal florece, salvo una que otra “chupalla”, sólo se ve un páramo triste y solitario, donde a veces, cuando el viento modifica las dunas, se destaca el pequeño cerro de piedras ovaladas y redondas que los viejos conocen como “El cerro de la viuda”.

Chicama, 20 de noviembre de 1964
Archivo BITÁCORA 13 (21.11.64) CHIMBOTE
Revisada para el blogg (JAPÓN - 0120110603) Ashikaga shi
                                                                                                                                                                                                                                                 

5 comentarios:

  1. Miryam Rosa Maria Tafur Vera13 de junio de 2011, 23:59

    Una lección encierra esta historia que cuando alguien nos necesite estemos prestos a brindar nuestra ayuda

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  2. MAYERLIN NICOLLE ZAMBRANO TAFUR.27 de junio de 2011, 2:17

    GRACIAS PAPITO HUGO POR ESCRIBIR ESTA HISTORIA Y NUNCA OLVIDARNOS QUE CUANDO ALGUIEN NOS TOQUE A LA PUERTA Y NOS PIDA QUE COMER Y BEBER HAY QUE DARCELO PORQUE PUEDE SER UNA PERSONA NECESITADA.

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  3. MILUSKA TAFUR VERA27 de junio de 2011, 2:21

    QUE BUENA ENSEÑANZA NOS DEJA ESTA HISTORIA CONTADA POR LA PERSONA MAS BONDADOSA QUE CONOSCO Y ERES TU PAPA QUE SIEMPRE VI TU AYUDA A LOS DEMAS SIN ESPERAR NADA A CAMBIO GRACIAS.

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  4. HUGO SAMUEL TAFUR E. DE 6 AÑITOS3 de julio de 2011, 2:40

    papito hugo me gusto mucho tu bitacora y pienso que todas las personas deben aprender a compartir alimentos,juegos etc gracias.

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