lunes, 13 de junio de 2011

SOS...SOS...Nos vamos a pique (Pesca) - Bitácora 13

S.O.S…S.O.S…¡Nos vamos a pique!

Escribe: Hugo Tafur
      (peruano)
Cargada, juguete del mar y del viento, navega a toda máquina “La Patricia” rumbo al puerto, como si la alegría y contento de la tripulación se expresara en su veloz marcha. La mar movida, entre tumbo y tumbo sacude bruscamente la nave, permitiendo que algunos bandazos arrojen agua sobre la cubierta; todo esto sin embargo es rutina, no hay nada que temer, además de veloz la embarcación es muy marina, así que estiman llegarán según lo previsto a su destino. Mientras navega, cientos de aves marinas decoran su entorno recogiendo los peces que va regando en su estela “La Patricia”, al lavar las olas los laberintos del empaletado.

Desde que partió la nave de la zona de pesca, "el cook" (el hombre que cocina) se puso a preparar el almuerzo. Muy contento “el Chita” le dijo al “Casmeño”: “¡Comparito!.. Una más igual y cerramos la semana como las propias rosas”. Sonriéndose, el aludido le respondió: “¡Cachudo! Para que coma bistec el otro”…Ja ja ja, rieron de buena gana los amigos.

El motorista “mosca” (precavido) bajaba de rato en rato a la sala de máquinas para verificar el nivel de agua, aceite, temperatura, equipos auxiliares, cañerías y de cuando en cuando lanzaba la bomba de sentina para secar la carga. Satisfecho volvía a cubierta y se recostaba en la borda de babor para contemplar “el achique” de la bomba de sentina, que a borbotones arrojaba sanguaza al mar.

El “Flaco Alva”, patrón de “La Patricia”, después del “richi” (almuerzo), tiraba “papaya” (dormía) en su camarote. Ya estaba “tío” y necesitaba más tiempo para reponer energías, murmuraban. "Pero vaya, sigue siendo un “zorro”, no cala por “las güevas”…se pampea, busca, busca y cuando está seguro de la mancha, se la arrea y le saca la mierda”... por eso respetaban al “viejo lobo”. Sabía su cuento, decían los tripulantes.

En los primeros años del sesenta, cuando se cimentaba el "boon" pesquero, "El Flaco" era uno de los destacados patrones con que contaba la Pesquera “Santa Martha”. Época linda aquella, cuando muchos “tiburones” de ahora, sólo eran patrones y se desvivían por saber que ha dicho "el Gringo" de la avioneta de Banchero, o el rumbo con que salía el “Tío Merfi”, que con su veloz “Flor de Chimbote” exploraba el mar buscando “los morados” -¡Oiga! Época de machos- el pescador se mojaba bien "las campanillas", levantaban el boliche a pulso, moña al centro o lingando con estrobo y se envasaba a la bodega con “chinguillo” o “hula hula”; nadie usaba ropa de agua. Cuántos “tíos” ahora, están medio tullidos por el frío que se comieron entonces.

Los “cañeros" se fueron sucediendo en turno cada dos horas. El tiempo transcurría monótono mientras caía la tarde y largas bandadas de aves marinas retornaban a su isla. La mar bastante movida amainó, haciendo la navegación menos accidentada. Los pescadores en el camarote “mataban el tiempo" jugando poker y fumando; otros, sostenían conversaciones intranscendentes. "El Chita”, otra vez en sus afanes, preparando la comida de la noche. El motorista, vencido por el cansancio y confiado, chequeaba con menos frecuencia “los fierros”. Se encendieron la luces de navegación…el puerto, estaba cerca.

La navegación nocturna de la lanchada, adquiere ribetes fantasmagóricos, sin embargo hermosos. En la oscuridad de la noche, se hace tangible las naves que vienen en el mismo rumbo, sus luces parecen luceros flotando sobre la superficie del mar. Como siempre, las frecuencias de la radio pesquero es un bolondrón con sus mensajes, trasmiten a sus compañías o jefe de bahía, ubicación, necesidad de aparejos, repuestos mecánicos, eléctricos, electrónicos, necesidad de reparación o mantenimiento, incluso de carpintero naval. Los tripulantes después de la comida, la mayoría se fue a dormir a sus camarotes. El patrón en el puente, junto al cañero de guardia, verifica el rumbo y estima el tiempo de arribo...

De pronto, todo este apacible estado se altera. La cara de la desgracia se asoma y la tranquilidad se escapa como agua entre los dedos. El motorista ha dado la voz de alarma cunde el nerviosismo, la sala de máquinas se está llenando de agua y se grita la emergencia, precipitadamente los tripulantes abandonan los camarotes y se organizan para paliar la inundación. Con cubos que circulan con presteza intentan desalojar el agua, los segundos se hacen eternos y la lucha se manifiesta desigual, el nivel no baja. El patrón informa por radio a su compañía sobre la situación sorpresiva y pide auxilio.

La alegría y serenidad observada por los pescadores al retorno, es asaltada por el desasosiego, la excitación y el miedo los abraza tornándolos torpes. El motorista Aguilera y otros dos compañeros con el agua hasta el cuello, en un acto de arrojo  intentan cerrar la toma de fondo zambulléndose…”¡Es inútil, carajo!”-grita- “el colorado” Challe; “El Gato” Bermejo, lo intenta y sigue la misma suerte. La sala de máquina con el agua es una coctelera que amenaza con paralizar el motor…”¡Salgan, salgan ya!” –grita “El Cholo” Marcos... el aviso es tardío, un bandazo de agua ingresa al estrecho ambiente, el motor aúlla, arroja humo blanco y finalmente "muere". La zozobra es mayor.

Los pescadores en cubierta estaban aterrados, la rapidez con que se sucedían los hechos los confundía, el patrón ordenó que “arrearan” la chalana, en su intento algunos de los que ejecutaron la maniobra fueron golpeados, pero el miedo era superior y no lo sentían; abordaron la pequeña embarcación y comenzaron a remar para alejarse un poco del lugar. El patrón, hasta último momento permaneció en el puente dando órdenes e informando por radio lo que acontecía, hasta que la inclinación brusca de la embarcación lo hizo rodar y perder el sentido al golpearse la cabeza.

La lanchada estupefacta, escuchó el mensaje final que se trasmitió desde “la Patricia”: “SOS…SOS ¡Nos vamos a “pique”, ayúdenos, por favor!”. Desde los puentes, los que escucharon este pedido de auxilio miraban en toda dirección tratando de localizar la nave en problemas, pero la oscuridad no revelaba su ubicación: “¡Carajo! ¿Dónde está “la Patricia?”, la respuesta era como la noche en que se encontraban. La barca marinera, fierro al fin, se encabuzó, se inclinó herida a estribor y se fue a pique, haciendo un gran sifón que jaló a un pescador que nadaba desesperadamente junto a ella. Los tres valientes de la sala de máquina, habían quedado atrapados, el agua que ingresó por la escotilla fue una pared infranqueable. Los que acompañaron al patrón hasta el final, fueron envueltos por la maraña de red y cabos del boliche. Los curtidos pescadores de la chalana, lloraban en la oscuridad de la noche buscando a gritos a sus compañeros. La lanchada ajena a la desgracia seguía rumbo a puerto. La tragedia una vez más cebó sus fauces con siete hombres de mar.

Días después, una corona de flores arrojada desde la proa de una embarcación de la compañía, flota sobre la superficie del mar, como salvavidas tardío, de una tragedia que quizá pudo evitarse... Mientras en casa, una mujer y un niño muerden el pan duro de la tristeza y orfandad.

NOTA.- La gráficas que ilustran el tema, han sido tomadas de internet

Chimbote, 07 de febrero de 1963
Publicada en el Duiario "Las Últimas Noticias" de Chimbote
Revisada para el blogger (JAPÓN - 16-20110613) Tochigi Ken
                                                                                                                                                                      

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