jueves, 15 de septiembre de 2011

Las parteras de Chicama (Personajes) - Bitácora 13

Las cigüeñas de Chicama
Las Parteras

Escribe: Hugo Tafur
         (peruano)
Hace mucho tiempo, que esta nota de gratitud, permanece en el tintero. Tengo la seguridad, que muchos al leerla se identificarán con ella, de modo especial los chicameros que recibieron el beneficio de tan singular atención. Me estoy refiriendo a las benditas parteras, cuyo concurso en la atención, consejo y apoyo a nuestras madres, contribuyeron a una feliz y segura manera de llegar sanos y salvos a este mundo. También pretendo con esta nota, hacer un reconocimiento a la labor de esas mujeres, que con su  sabiduría práctica en el mundo de la maternidad, como parteras, desempeñan en el Valle de Chicama con mucha capacidad la noble profesión, posibilitando  con su sabia atención, el nacimiento feliz de cientos de "chicameros" de varias generaciones. Posiblemente, muchos, no ven la importancia de esta actividad y otros con indiferencia la desdeñen; sin embargo, es cuestión de ubicarse en el tiempo y el espacio. Subrayemos, que en todas las épocas que nos precedieron y en todos los estratos sociales, fue necesaria su presencia ya que de su oportuna atención pendía muchas veces la vida y la salud de la madre y el nuevo ser. En épocas pretéritas y aun ahora en muchos pueblos, el alumbramiento en casa es el más deseado, por ser mediático, más íntimo y menos traumático; consecuentemente, generaba la posibilidad de atender con esmero y prontitud las necesidades de la parturienta y el recién nacido.

Fresco permanece en mis recuerdos de niño, las parteras de mi pueblo, personas muy populares y solicitadas, como: doña Jesús de Mendoza, doña María Abanto y doña Andrea Alvarado, tres matronas muy queridas y respetadas por los moradores del valle, pues en sus manos nacieron la mayoría de "chicameros" de varias generaciones. Mujeres sencillas, pero de gran personalidad, con enorme conocimiento y sabiduría, cuya presencia junto a las futuras madres, eran garantía de un parto feliz. Cuando vienen a mi recuerdo, me parece verlas desplazándose por el pueblo con apurado paso, mientras en el camino recibían el saludo respetuoso y grato de grandes y chicos. 

Yo tuve el privilegio de llegar a este mundo con la asistencia y atención de una partera, su nombre me causa mucha ternura y gratitud, Jesús de Mendoza, atendió a mi madre con mucha solvencia y comprensión. Ejercía su profesión con mucho oficio y habilidad; me contaba mi madre, que ella le brindó las atenciones primarias durante su embarazo, dándole consejos y chequeándola periódicamente y con mucha más frecuencia cuando se acercaba el día de mi nacimiento. Mi madre era una jovencita de quince años cuando esperaba mi llegada, por dicha razón, Jesús de Mendoza, puso especial énfasis en el seguimiento de su embarazo, preparándola psicológicamente para un parto exitoso y sin contratiempos como así sucedió. Posteriormente, asesoró por muchos meses a mi madre, en cuanto a mi atención, protección y cuidado. Prácticamente, ella compartió con mi progenitora, la experiencia de ser madre por primera vez, conduciéndola con conocimiento y sabiduría por el misterioso camino del crecimiento del bebé en el antro materno y alumbrar nueva vida. Años después, sigo manifestando por esta respetable mujer mucho cariño, llamándola con reverencia y respeto “madrina Jesús". Nunca olvidé el cariño que me prodigó cuando niño, tanto ella, como su esposo Eusebio Mendoza.

Convencido de la importancia de su trabajo y de la sabiduría con que auscultan y conducen a sus pacientas en estado, me he formulado con mucha admiración algunas interrogantes: ¿De dónde adquirieron tanta sabiduría las parteras de mi pueblo? De manera sencilla, sin complicaciones, cumplen con solvencia su condición de profesionales de la salud, logrando con sus singulares métodos, partos normales sin riesgo. El resultado de mi investigación ha concluido, que las parteras como cualquier galeno de la especialidad, ejecutan un plan de atención para cada caso; previamente, hacen un seguimiento y acompañamiento a la embarazada, con visitas prenatales en un ambiente íntimo, durante las cuales con mucha sensibilidad y valiéndose de tecnologías sencillas como un estetoscopio auscultan, contemplan e interpretan, no solo los diferentes cambios biológicos de las futuras madres y sus bebés; sino también, desarrollaban prácticas directas como la palpación uterina para sentir al bebé, conocer su ubicación, crecimiento, cantidad de líquido, peso, etc. Todas estas visitas, también les permitían formarse un juicio privado del ambiente cultural y psicológico en el cual se desenvuelve la futura madre y en el cual se desarrolla el nuevo ser; información muy apreciada y de gran importancia para la medicina moderna. Estas visitas, también eran aprovechadas, para ir comprometiendo la participación activa del esposo en el nacimiento y futura crianza del bebé. Su actuar tan natural, completo y profesional de las parteras llamó siempre mi atención; mucho más, cuando usaban con mucha certeza  medicina naturista; cuando con movimientos muy precisos acomodaban al bebé en su posición para nacer. Indudablemente, secretos que les viene de la profundidad de los tiempos, del conocimiento ancestral de sus antepasados y de cuya sabiduría ellas son sus depositarias y herederas.

También me preguntaba ¿Porqué tanto autoridades, cómo ciudadanos hemos permitido que pase tanto tiempo sin reconocer la actividad singular de las parteras de nuestro pueblo? Que yo sepa, ninguna de las tres parteras que he mencionado en esta crónica, han sido objeto de algún homenaje o reconocimiento. El sólo hecho, de haber ofrecido su generosos brazos para recibir a tantas generaciones de “chicameros”, son pergaminos más que suficientes para otorgarle sin ambages tal reconocimiento a estas benditas mujeres; sin embargo, nunca es tarde para reparar tal olvido, que se tornaría en ingratitud supina si la obviamos adrede. Pedimos en consecuencia, que el alcalde del pueblo de Chicama, tome la iniciativa y repare tal olvido, reconociendo en sentido homenaje público la actividad profesional tan importante que cumplieron estas hoy envejecidas mujeres que acunaron en su regazo la llegada de la mayoría de "chicameros". Quién asi lo haga, sea recordado por las nuevas generaciones, como una autoridad justa y grata.

Es más, en esta reflexión, quiero proponer a quién corresponda o quién quiera asumir la iniciativa de proponerlo, de cambiar con resolución de alcaldía el nombre de la calle "Usquil", por el nombre de "Jesús de Mendoza", ya que en esta pequeña calle vive esta distinguida matrona, cuya actuación sobresaliente de partera, es reconocida por cientos de "chicameros" que se inclinan respetuosos al paso de esta venerable anciana, cuyos brazos amorosos, le dieron la bienvenida a la vida y cada ser, es más que razón suficiente para otorgarle el recuerdo de gratitud eterna de su pueblo. Reparación oportuna, que las viejas y  nuevas generaciones de "chicameros" aprobarán como una decisión  muy justa. Yo soy uno de ellos.   

Chimbote, Junio 21 de 1968
Publicada 1994: Diario "Últimas Noticias"
Revisada para blogger (JAPÓN - 30-20110915) Tochigi Ken

2 comentarios:

  1. Muchas gracias.Muy buena crónica,mi madre dice que de 7 hermanos que somos, 4 fueron atendidos por Doña Martina la partera, mujer muy sabia indudablemente, ahora que el anterior presidente dijo que la medicina y curaciones tradicionales valen, (pasar el huevo, pasar el cuy, valdría mucho también reconocer esta labor, tan eficiente que realizan en algunos pueblos.

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  2. Sra. Mirtha Cunza: Gracias por leer mis crónicas,gracias por su aprecio y gracias por sus comentarios. En honor a la verdad, LAS PARTERAS,eran y son unas santas mujeres, cuyo valor y reconocimiento a su sabiduría se duplica, se triplica y se hace indispensable en los pueblos del interior. Personajes de la historia con reyes incluidos, nacieron en los brazos de estas sabias mujeres...como no agradecerles el apoyo que dieron a nuestras madres y la ternura que nos dispensaron en nuestro nacimiento.Gracias nuevamente por sus comentarios. Saludos. Hugo Tafur (Japón 19.11.11)

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