lunes, 7 de enero de 2013

CUANDO MUERE UN SER QUERIDO - Bitácora 13


La muerte de un ser querido... un rayo que
sacude el alma (Foto internet)
Nuestros seres queridos
El dolor de su ausencia
Escribe: Hugo Tafur
       (peruano)
Creo sin lugar a duda, que una de las experiencias más dolorosas y traumáticas en la vida es el perder a un ser querido, sobre todo, si es un hijo, la esposa o los padres. Lo he vivido, y puedo afirmar que me supo a un latigazo en pleno rostro. Es un rayo que sacude el alma y deja estupefacto… luego, una angustia que lacera el corazón se apodera de nuestro ser; cuanto más repentino el suceso, más desconcertante, nada iguala esa vivencia que jamás quiero repetir… Nuestra existencia queda marcada y nuestra alma partida, abriéndose en el corazón una herida que jamás será cerrada y nos seguirá afectando después de muchos años de acaecida, nada podrá borrar o reemplazar la imagen de nuestro ser querido, el lugar en casa de esa persona amada siempre estará vacío... y su ausencia nos seguirá doliendo… ¡Algún día…cuando Dios quiera / te levantarás en el horizonte, / vendrás a mis brazos que esperan / …a terminar tu copa llena / y a cerrar la puerta abierta, / que dejaste,  oh viajera!(*)1.

Hace unos días, la lectura del artículo “Adiós a Natalia, mi amada inmortal”, escrito por el director del diario La Primera, de Perú, César Lévano, en homenaje a su esposa, sacudió mis más íntimos sentimientos y temores. Su amada inmortal, Natalia, esposa y compañera de toda la vida se había dormido en la muerte y él atenazado por el dolor de su partida, derramaba su tristeza y frustración en estas líneas: “He sido huérfano de padre y madre desde niño. Pero ahora soy más huérfano que nunca. Ayer me dejó Natalia, mi esposa de toda la vida, la delicada y hermosa flor que no se cómo supo acompañarme y ayudarme siempre, en las buenas, en las malas y en las pésimas”(*)2… Dolor y cariño expresado con devoción por la mujer amada… amor espiritual que ha transpuesto ya la valla de la materia y se ha convertido en divino, morando por siempre en la conciencia más allá del tiempo y la distancia. Natalia, su amada esposa, era evidente el gran amor de su vida... el primero sobre todas las cosas… era la fuente de inspiración del gran intelectual, periodista, profesor y poeta peruano de 85 años.

El dolor expuesto en carne viva ante la partida de un ser amado, lo he visto retratarse en múltiples ocasiones. En todos los casos, un halo de misterio inexplicable circunda los momentos de aflicción de quiénes lo sienten, diría que ese dolor casi enajena y se apodera de la mente de los dolientes, cuya primera reacción ante la tragedia suele ser de negación, no lo pueden creer, no lo admiten, no lo aceptan…en ese instante, parte de su ser se quiebra ante la dolorosa realidad; no es fácil, decirle adiós a un hijo, a la esposa o los padres, muchas veces, ese dolor resulta tan irresistible que muchos de los desconsolados deudos también querrían morir... Les parece injusto (como me parece a mí) que la muerte se cebe con los niños o les arrebate seres tan amados como la esposa, los padres… a quiénes jamás volverán a ver y disfrutar de su presencia y compañía.     

¡Que injusto eres, Santo Dios! (Foto internet)
El tacneño Federico Barreto, en uno de sus poemas más celebrados(*)3, graba con fuego esos álgidos momentos, veamos unos fragmentos: “…atraviesa a pasos lentos el recinto solitario / y se postra de rodillas ante el lecho funeral.” / “Se diría que le agobia todo un mundo de tristeza, / que le mata el desconsuelo, que se muere de aflicción…/ ¿Por qué crispa sus dos manos?... ¿Por qué inclina la cabeza?... / ¿por qué tiembla? ¿por qué gime? ¿por qué llora? ¿por qué reza?... / ¡Hay misterios que estremecen hasta el fondo el corazón!...” /  “De repente se alza... del helado y duro suelo, / a la muerta se aproxima y la llama a media voz: / y al ver que ella sigue muda, sigue fría como el hielo, / la acaricia con ternura, la mirada eleva al cielo / y murmura entre los dientes: ¡Qué injusto eres, Santo Dios!” /  “… y cogiendo entre sus manos una mano de las de ella, / la aproxima hasta sus labios, con un ósculo la sella, / y habla y gime y llora a gritos como un niño en la orfandad.” / “¡Muerta tú…! ¿Será posible? ¡No, mil veces…! No estás muerta. / Duermes… Sueñas… Estas viva… ¡Por piedad, mi amor, despierta. / No te mueras… No me dejes… ¡Vive, y vive para mí!”  /  “Yo era huérfano, yo estaba triste y sólo en este suelo / más Dios quiso que te hallara y no tuve penas ya. / ¿Lo oyes Dora? ¡Dios lo quiso! Piedad tuvo de mi duelo / y para ángel de mi guarda te envió un día desde el cielo, / tú no puedes, pues, morirte… ¡Dios no quita lo que da!

No todos en aflicción por la muerte de un ser amado reaccionamos de la misma manera: poetas, pintores, músicos, escritores, periodistas, etc., han plasmado en sus obras con el énfasis de su arte, la huella de ese dolor al perder un ser querido. Algunos como el poeta castellano Jorge Manrique, a la muerte de don Rodrigo su padre, hace un elogio fúnebre de su progenitor y reflexiona en el poder inexorable de la muerte:… “Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte / contemplando / cómo se pasa la vida, / cómo se viene la muerte / tan callando”(*)4; nuestro vate santiaguino-liberteño, César Vallejo en varios segmentos de su obra, se expresa con unción de su amada madre muerta; pero también, en “Los Heraldos Negros”, en la sección “Canciones de Hogar”, Vallejo, inserta con mucha nostalgia y cariño, un poema dedicado a su hermano mayor fallecido: “Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa, / donde nos haces una falta sin fondo! / Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá / nos acariciaba: “Pero hijos (*)5. En estas circunstancias, las personas comunes reaccionamos de diferentes maneras, muchas en función de nuestra cultura, creencia religiosa o superstición y todos o casi todos, cedemos a las lágrimas lo que es muy humano; recordemos, que hasta el Hijo de Dios, el Señor Jesús, lloró por Lázaro, su amigo que había muerto (Jn. 11: 35).

Sin embargo, a este acaecimiento, deberíamos aprender a verlo como algo natural en nuestras vidas, es lo aconsejable, a fin de superar el difícil episodio  y seguir adelante, buscando consuelo en lo que queda en nuestro entorno íntimo, lo que no debemos hacer es abandonarnos, la vida sigue y muchos tenemos más de una razón para seguir viviendo en pleno uso de nuestros sentidos. Recuperarnos de ese trance, empieza por ser concientes que nosotros no lo podemos cambiar, lo que si deberíamos tener en cuenta para superar esta dolorosa experiencia, que hay una promesa ofrecida al mundo, con la garantía del Hijo de Dios, el Señor Jesús; según ella, la dolorosa tragedia de llorar la muerte de un ser querido pronto será cosa del pasado... Conmovido por la tristeza que experimentaban María y Marta, las hermanas de Lázaro, les aseguró categóricamente “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mi, aunque muera, llegará a vivir” (Jn.11: 20-27) ... Y yo le creo.


¿Esto es todo lo que hay? Después de una vida
de afanes (Foto internet)
Amo a la vida y de hecho soy feliz de vivir en este hogar maravilloso que es nuestro planeta. Alguna vez, como seguramente a muchas personas, me pareció tan sin sentido afanarse en este mundo por una vida tan efímera... ¿esto es todo lo qué hay? Llegué a preguntarme. Reflexiones posteriores sobre la base de conocimiento científico, me hicieron modificar mi concepto y esperanza sobre la vida. La ciencia aseveraba, que las células humanas estaban día a día en constante renovación y que por esta virtud biológica, la vida del hombre debería prolongarse indefinidamente sobre la Tierra, lo que no entendían, era porqué a cierta edad el hombre envejecía y moría. Comprendí entonces que en la maravillosa Creación, el hombre, no sólo era la creatura más importante con diseño y capacidades increíbles, sino, el hombre, no había sido creado para nada... tampoco la Tierra como su morada. En los planes de Dios, todo tiene una razón y un motivo, aunque muchas veces no lo entendamos bien... El hombre ha sido creado con un propósito, el cuál se cumplirá si o sí… investiguen, sigan al Señor Jesús, al más Grande Maestro que pasó por este mundo y lo sabrán. Todo propósito que ha salido de la boca del Dios Verdadero se cumplirá, entre ellos, el que nadie, nunca más, llorará porqué la muerte le arrebató a un ser querido... La vida del ser humano tiene un propósito... y estamos inmersos en el. 

(*)1  “Canto a mi madre” de mi autoría (2001)
(*)2   Diario LA PRIMERA (sábado 3 de setiembre de 2011)
(*)3 “Más allá de la muerte” de Federico Barreto Bustíos (Tacna,Perú, 8 de febrero de 1862. +Marsella, Francia, 30 de octubre de 1929), poeta peruano conocido como el “El cantor del cautiverio”.
(*)4 “Coplas por la muerte de su padre”, clásico de la literatura española, Jorge Manrique de Lara (¿1440?-24 de abril de 1479)
(*)5  César Abraham Vallejo Mendoza (1892-1938) Peruano, considerado el más grande innovador de la poesía del siglo XX. Un gran poeta universal.

Japón, Ashikaga shi, miércoles 7 de setiembre de 2011
Archivo BITÁCORA 13 (JAPÓN 72-20110907)

COMENTARIOS

Raúl Orlando Muguerza Hernández (03.02.13) Lima-Perú
Hugo extraordinario articulo el que has escrito describiendo con exactitud el lacerante dolor que causa la muerte de un ser querido..... sobre todo cuando un padre sepulta a un hijo... el dolor es indescriptible..... pero como muy bien dices todo obedece a un designio divino.....saludos amigo...ok
RAUL ORLANDO

No hay comentarios:

Publicar un comentario