jueves, 25 de abril de 2013

El libro de los muertos - Bitácora 13


Máscara funeraria de Tutankamón
(Foto internet)
Guía para la vida eterna
El libro de los muertos
Escribe: Hugo Tafur
         (peruano)
Cuando estudiante de educación secundaria, en la asignatura de Historia Universal, me sentía atraído por la Historia de Egipto, los sucesos que se relataban sobre esta poderosa nación de los faraones, me resultaban misteriosamente atrayentes: su religión, sus dioses, su lenguaje, sus costumbres, sus conquistas, su arquitectura, sus creencias, etc., terminaron por cautivarme; reconozco, que en ese influjo, mucho tuvo que ver ese gran maestro chimbotano, don Ampelio Sagástegui, cuyo relato de la historia, adquiría en su narrativa ribetes sensacionales de “Las mil y una noche”; era evidente e innegable, el gran dominio y conocimiento que tenía sobre la materia, guiándonos con sus exposiciones magistrales, por los siglos de los siglos de la historia tanto universal como peruana, que revivíamos en casa, con la lectura de los textos de Alberto Malet, Alfredo Rebaza Acosta, Jorge Basadre Grohmann, Alberto Tauro del Pino, Juan Ugarte del Pino, Rubén Vargas Ugarte, Antonio Guevara Espinoza, Gustavo Pons Muzzo, Luis Valcárcel Vizcarra, etc..
Pero vayamos al asunto que motiva esta crónica, provocada por el relanzamiento del tema "momias" en el cine. A lo largo de los últimos ochenta años, desde que Boris Karloff, protagonizara en 1932, la película “La momia”, hasta en películas recientes como “La momia” (1999), “La momia regresa” (2001), ha sido el tema recurrente y el gran filón para encandilar a la platea. La actitud del hombre respecto a la violación de tumbas y la actualización morbosa y distorsionada por el cine del misterio que rodea a las momias, han traído a mi memoria, la gran curiosidad e interés que despertaba en mi época de estudiante, el conocimiento singular de las momias egipcias, que transmitían desde su estado inerte, el mensaje intemporal y silencioso que se remontaba en el tiempo más allá de los 4,000 mil años; momias que no sólo eran misterio, sino testimonio de una antiquísima gran civilización que nos habla de la muerte inexorable y del inmenso deseo del hombre en ser inmortal. Por su religiosidad, creencias y perspectivas sobre la vida, siempre pensé para mí, que los egipcios sin calificarlo así, fueron los primeros gnósticos, al considerar que la muerte no era más que una llave, un paso de un estado de vida a otro superior.

Escena del libro de los muertos (Foto internet)
Hoy se sabe mucho más sobre las momias, versadas opiniones de egiptólogos han dado mucha luz al respecto, y en este sentido, el Museo Británico de Londres, Inglaterra,  ha sido por mucho tiempo, el gran motivador e inspirador, para que investigadores, arqueólogos, antropólogos, etnólogos, etc., pusieran su mirada e interés en el Antiguo Egipto, al contar la institución, con la más rica, variada y valiosa colección de objetos de esa época, lo que hace del museo, una de las instituciones más importantes del mundo, después del Museo Egipcio del Cairo.

Voy a sintetizar con el cuidado que tienen los especialistas al retirar los sudarios de los momificados, aunque con la tecnología moderna del “bisturí digital” esta práctica esta superada, el conocimiento que más me asombró sobre las momias egipcias, las que desvestidas de su aterrador aspecto, ya vistas con naturalidad y familiaridad, son un compendio de información, un libro, que nos habla de secretos periodos de tiempo, etapas de historia, creencias, anhelos, etc.; así, los estudiosos descubrieron que la momificación respondía a la creencia de los antiguos egipcios que existía vida después de la muerte, y de hecho, para ellos, era más atractiva e importante la posibilidad de vivir una vida de inmortalidad después de la muerte, que la vida pasajera aquí en la tierra… la vida era tan corta pero  la perspectiva de la eternidad era inconmensurable. Para dicho objetivo, era necesario prepararse con antelación, ya que el viaje implicaba la posibilidad de no aprobar vivir esa vida maravillosa en el paraíso, para ello, para lograr ese objetivo, los egipcios, contaban con una guía de instrucciones que fue estructurándose por siglos y el cual consideraban como plano infalible para el logro de su meta.

Ese documento al cual me refiero, ha sido encontrado por los arqueólogos, en las tumbas junto a las momias, en un número considerable que supera los 20 o 25 mil rollos y por ello, lo denominaron “El libro de los muertos”. El libro más famoso sobre esa creencia, es conocido como el “Manuscrito de Ani”, se exhibe en el Museo Británico, bajo el registro Nº 10.470, constituyendo una sensación por su estado de conservación, por su valor como obra de arte y por ser el más relevante entre los libros egipcios de los muertos, aunque fue fraccionado por su descubridor para poderlo estudiar, juntas todas las partes y extendido el rollo de papiro, debe haber medido poco más de 24 metros, lo que no lo hace el más largo de los manuscritos, pues existe el Papiro de Greenfield, que no se ha mostrado al público hasta ahora y que según afirman mide 37 metros.
(Foto internet)

Sobre el “Manuscrito de Ani”, los arqueólogos estiman que fue escrito y pintado alrededor del s.XIII a.d.C.. su hallazgo se debe a la casualidad, encontrándose en Luxor, el egiptólogo inglés Ernest Wallis Budge, empleado del British Museum, fue contactado por unos saqueadores de tumbas, aposentados en Kerna, quiénes le ofrecieron algunas piezas antiguas que él adquirió para su museo. La curiosidad de Budge, hizo que husmeara en unos cajones, cuyo contenido era considerado basura por los saqueadores, cual no sería su sorpresa del egiptólogo, al encontrar tirado en ellos aún con su sello intacto, al manuscrito que hoy asombra al mundo.

En el año 1887, Budge, después de algunos inconvenientes que lo llevaron a prisión en Egipto, y gracias a una liberación oportuna y una huida espectacular con los tesoros antiguos conseguidos, incorporó el “Manuscrito de Ani”, al Museo Británico. Dicho documento, sobre el cuál muchos egiptólogos se han pronunciado, coinciden que es el libro más representativo. Un libro, considerado por quiénes morían, como una guía de conjuros para ayudarlos a superar las dificultades que encontrarían para alcanzar la inmortalidad y vivir en el paraíso eterno, después de la vida terrenal, por ello, se los enterraba junto a ellos. El “Manuscrito de Ani”, es considerado singular, por la calidad de su arte, su escritura e ilustraciones hermosamente pintadas. Los especialistas estiman, que fue acabado alrededor del año 1250 a.C.; según los arqueólogos, los manuscritos de este tipo, datan de unos 1500 años a.C. y los más recientes del siglo IV de nuestra era.

El corazón del difunto es finalmente pesado
(Foto internet)
 En el caso específico del “Manuscrito de Ani”, su propietario vivió a fines de una época conocida como el “Reino Nuevo” o la “Edad de Oro”, iniciada por el faraón Amosis I, y que los estudiosos la ubican entre los años de 1600 a 1200 a.C., una etapa de prosperidad para Egipto, lo que hace suponer que este personaje, gozaba de cierta holgura económica, ya que estos manuscritos para la época eran bastante caros y sólo eran encargados por gente económicamente solvente, los egiptólogos, estiman que Ani, era escriba del faraón.  Pero veamos en síntesis, cuál era el contenido de estos manuscritos, los conjuros, las recomendaciones, el contenido de esa guía que en buena cuenta eran los “libros de los muertos”; en primer lugar, los especialistas han llegado a establecer, que cada libro era único, ya que existían alrededor de 190 conjuros y ningún libro los tuvo juntos, eran una selección a gusto del interesado, distinta para cada caso, el libro de Ani, nos lo muestra: contiene 65 conjuros mágicos y más de 150 dibujos, escogidos de las cuatro secciones en las que estaba organizada la matriz, que establecía que: del 1 al 16, el difunto entraba a la tumba, descendía a los infiernos y el cuerpo recupera el movimiento y el habla; del 17 al 63, eran la explicación del origen mítico de los dioses y los lugares, los fallecidos volvían a vivir de nuevo, naciendo con el sol de la mañana; del 64 al 129, los fallecidos viajan en el arca solar por el cielo, como muertos benditos apoyados por algunos dioses. Por la noche descendían al inframundo para ser juzgado por Osiris; del 130 al 192, si el fallecido es reivindicado, asumía poder de vivir para siempre, en el universo como un dios.  

Según la creencia expuesta en los libros de los muertos, cuando el difunto completaba con éxito la larga travesía por el inframundo, donde tenía que sortear con éxito una serie de dificultades por “las 12 regiones de la Duat”, gracias a su guía, finalmente, se encontraba con Osiris, el dios de los muertos, para la prueba final. Aquí se daba comienzo a la “psicostasis o peso del alma”, la prueba más dura y determinante. Ante la mirada atenta de jueces divinos y de Osiris, el dios Anubis, procedía a pesar su corazón, que para los egipcios era el centro de la conciencia y donde residía el alma, en uno de los platos de la balanza se colocaba el corazón y en el otro se colocaba la pluma de la justicia y la verdad, si el pesaje resultaba favorable al difunto, este era recompensado con la vida eterna, más si era desfavorable el difunto era devorado de inmediato por el temible Ammit, que era un monstruo híbrido, que  tenía la apariencia de león, cocodrilo e hipopótamo. Naturalmente, una vida virtuosa previa, le aseguraba al viajero responder sin titubear las interrogantes que se le plantearan en el camino para  un exitoso final. Un nuevo amanecer.

El viaje había terminado, el deseo implícito del ser humano por ser inmortal estaba satisfecho, "El libro de los muertos" había cumplido su objetivo como tutor... aquí yo debería decir "colorín colorado, esta crónica ha terminado; sin embargo, quiero dejar una observación,  para el lector curioso y acucioso que quiera ampliar su investigación, la similitud y coincidencia que existe entre los conjuros y la iconografía enunciada en estos manuscritos egipcios y los mandamientos de La Biblia, El Corán y otras religiones, resulta más que anecdótico, ver en numerosos templos cristianos, repetidas las escenas de estos manuscritos… ¿Casualidad? ¿Azar?.. ¿Quién copió a quién?

Japón-Tochigi Ken, 01 de noviembre de 2007
ARCHIVO BITÁCORA 13 ( JAPAN 82-20071101)
Actualizado para el Blogg (25.04.13) Japan 
                                                                                                        

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