jueves, 4 de octubre de 2012

EL MANIQUÍ - Bitácora 13


El misterio de un maniquí diabólico
(Foto internet)
Misterio y terror:
El maniquí

Escribe: Hugo Tafur
         (peruano)
La noche azul y estrellada del valle Chicama, es sencillamente incomparable, las estrellas se acercan como cuando uno ve a través de una lupa, parecen racimos de luz al alcance de la mano… grandes, grandes, muy cercanas. La luna, señora de la noche, se pasea por el cielo con el garbo de una reina ataviada con guirnaldas de oro; mientras serena, espera el amanecer para reencontrarse en el horizonte con su eterno amante, el sol..; en noches, cuando la bóveda del cielo es profundamente oscura como la garganta de la maldad y apenas como un arco se dibuja la luna nueva en el cielo, dicen que en el valle Chicama, fuerzas demoníacas comienzan a dar vida a los personajes de los cuentos misteriosos que narran los viejos del pueblo... Espíritus malignos, brujas, hechiceras, ahogados, lloronas, curas sin cabeza que salen del monasterio abandonado y no se que más, almas en pena invaden el poblado. Pero lo cierto es, que para dar fe de estos sobrenaturales acontecimientos, había en mi niñez más de una docena de ancianos chicameros, incluidas algunas autoridades, que relatan tenebrosas experiencias que al escucharlas... nos ponían los pelos de punta...

Hacía ya mucho tiempo, había llegado al pueblo una pareja de esposos, con el propósito de tomar posesión de una casa que les dejó en herencia la abuela de la mujer. Era una vieja casona de adobe, donde en su juventud, había vivido Pilar, junto a su abuela Ana; bastante lúgubre, porque escaseaban las ventanas, apenas unos pequeños ojillos en el techo daban luz mortecina a cada habitación, con todo, sin mayores alternativas, la pareja se entregó a la tarea de limpiar y ordenar las habitaciones principales para instalarse; olvidaba decir, que Martín, el esposo, era sastre y ella era modista, y entre sus  enseres traían como principal tesoro, una antigua maquina de coser “singer”, una mesa, un espejo grande, cuatro sillas y algunos accesorios de su profesión, con los cuales pensaban montar en la sala de la casona su taller de atención y servicio.

Víctima del miedo comenzó a temblar
(Foto internet)
Al caer la noche, rendidos pero satisfechos, comieron algún alimento y poco después dormían placidamente en el dormitorio cercano a la sala, el mismo que con mucho esmero habían limpiado. Pasada la media noche, Pilar despertó sobresaltada, algo o alguien había perturbado su sueño tomándola de un brazo... al principio pensó que era su esposo, pero no, en el silencio de la habitación escuchó con nitidez su ronquido, el mismo que revelaba la profundidad de su sueño, por lo que recostada en la oscuridad, trato de recomponer en su mente que fue lo que la despertó… no recordaba nada, más bien, sintió una ligera sensación de ser observada… temores, se dijo, por lo que sobreponiéndose, hizo una oración, cambio su posición y abrazándose al cuerpo de su esposo se decidió a retomar el sueño. No pasó mucho tiempo, cuando comenzó a percibir extraños movimientos en la casa, quería estar equivocada,  por lo que agudizó el oído para escuchar mejor… ¡Dios mío!, es en la sala se dijo para sí, iba a despertar a su esposo, cuando un fuerte golpe, como si cerraran una puerta, se escuchó en el silencio de la noche… la pobre mujer, víctima del miedo,  comenzó a temblar, cuando quiso proferir palabra, sólo emitía sonidos guturales y sus dientes chocaban entre sí, estaba casi petrificada… y su esposo profundamente dormido, no se daba por enterado.

Amaneció, un nuevo día se manifestó hermoso, el sol resplandeciente se dibujo fulgurante detrás del “Cerro de las Tres Cruces” bañando con su luz los cañaverales del valle. Pilar, herida en los ojos, por la luz que ingresaba por la pequeña ventana del techo de su habitación despertó sobresaltada, un sinnúmero de interrogantes la asaltaban, no sabía si era verdad o había soñado lo que recordaba… pasó la voz a Martín, su marido, y sin referirle nada abandonó el lecho, un buen baño de agua fría calmará mis nervios se dijo y se dirigió a la ducha, al estar jabonándose se dio cuenta que tenía grabados unos moretones en su brazo izquierdo, justo en el lugar donde se sintió asida en la noche cuando despertó, sin embargo, calló el anormal suceso que le había ocurrido; pronto, Martín, siguió el ejemplo de su mujer, se duchó, tomaron un frugal desayuno y se enfrascaron nuevamente en ordenar la casona, al medio día, sólo faltaba un ambiente que la abuela Ana lo usaba como desván, así que luego del almuerzo, pusieron manos a la obra y comenzaron a mover y limpiar todas las cosas que contenía el lugar; sólo faltaba un viejo ropero arrimado en una esquina del cuarto, así que Martín decidió, dejar esa tarea a su mujer y se fue a la agencia de transporte para averiguar si ya habían llegado el resto de sus enseres.

Su espejo hecho añicos yacía en el
piso (Foto internet)
Pilar, provista de un trapo frente al ropero, cogió la armella herrumbrosa y jaló, más no se abrió, la puerta estaba apretada... más decidida, cogió nuevamente el jalador y tiró con fuerza, la puerta del viejo ropero se abrió de par en par cayendo sorpresivamente sobre ella una figura humana, que le hizo lanzar un grito de pavor; ya repuesta, sonrió, porque reconoció al maniquí... se lo había regalado José Manuel cuando se recibió de costurera en la academia de corte y confección. José Manuel, en su adolescencia se había enamorado de ella y ella le correspondió con la inexperiencia del primer amor, ya llevaban tres meses cuando ocurrió un hecho trágico que los separó abruptamente, él pereció en un accidente automovilístico, días después muy dolida, dejó el pueblo y se marchó al norte, a la casa de su madre; fue en esa ciudad, que conoció a Martín y luego de seis años de matrimonio, a la muerte de su abuela Ana, decidieron trasladarse a Chicama.

Pasado el susto mayúsculo, Pilar armó con sumo cuidado el viejo maniquí en su base, lo condujo a la sala, donde posiblemente lo necesitarían para exhibir sus obras y comenzó a limpiarlo con delicadeza, mientras lo hacía, por su mente comenzó a fluir sus recuerdos, tiempos idos, cuando con mucho cariño hacía lo mismo al maniquí y comenzó hablarle como entonces: “Que guapo eres", "Sigues tan guapo, como cuando te conocí”, "El tiempo no ha pasado para ti"... luego con el dorso de su mano recorrió el laqueado rostro del maniquí, al hacerlo, un inexplicable sentimiento se apoderó de ella y besó la fría y estática boca del muñeco.

Aquella noche mientras dormía, entró en confusión, Pilar soñó que el maniquí y ella vivían un tórrido romance... que besaba apasionadamente al maniquí y en ese trance, se apartaba violentamente de él acordándose que era casada, por lo que se lo gritaba al maniquí… “¡No puedo amarte, estoy casada!”… “¡Además, tú no eres más que un muñeco!”… No terminó de decir esto en su sueño, cuando un fuerte sonido de vidrios que se rompían se escuchó en la sala. Martín, con el sueño más ligero que la noche anterior, se despertó de inmediato preguntando: “¿Qué fue eso?”, de inmediato, ajeno a lo que ocurría, se levantó y a tientas buscó su linterna y se dirigió a la sala... Pilar su mujer, lo siguió de cerca, lo que encontraron era lamentable, su espejo biselado, parte de su indumentaria de trabajo yacía en el suelo hecho añicos. No lo podían creer...

El maniquí comenzó arder (Foto internet)
En la noche siguiente, Pilar en su sueño, volvió a tener parecida pesadilla, el maniquí lo asediaba y acosaba, pidiéndole que dejara a Martín, su esposo y se casara con él. Ella, fiel, le gritaba al maniquí que ella era casada y desdeñosa le espectó: "Tú solo eres un muñeco de trapo, yeso y pintura… yo no te amo". No terminó de refregarle al maniquí tal desdén, cuando nuevamente se escuchó en la sala un fuerte sonido que los despertó, se levantaron y corrieron al lugar, la tapa de su maquina de coser había sido arrancada de cuajo y tirada a un rincón. Ante vista tan insólita, Martín, sospechó que algunas ánimas merodeaban por la casa, por lo que, para parar este problema y tranquilizar a  su mujer, le dijo que no se preocupara, que al amancer lo arreglaría todo, haciendo bendecir con "agua bendita" toda la casa...

Al día siguiente, tal como se propuso Martín, vino don Pedro Cueva, rezador  muy respetado por la gente del pueblo, quien recorrió las habitaciones orando y pidiendo en sus plegarias en nombre del Hijo de Dios, que los espíritus malignos que la habitaran, abandonaran la casa y unido a sus rogativas, con un hisopo iba rociando en cruz el agua bendita que traía; muy conmovida, ante tal ceremonia de bendición, Pilar consideró que había llegado el momento de descubrir al posible causante de todas estas manifestaciones demoníacas, el maniquí... entre sollozos confesó la historia.

Don Pedro Cueva, viejo y ducho en estos menesteres, rápidamente estableció la relación, el regalo del maniquí hecho a la joven Pilar hace muchos años, había sido posiblemente sometido a rituales  de hechicería, a fin de que la joven se enamorada de José Manuel, quién era hijo de una bruja muy temida del valle; por lo que sin perder tiempo, levantando su crucifijo de acero delante del maniquí, lo encaró en el nombre del Dios verdadero y su Hijo Jesucristo, para que el poder maligno que yaciera en el lo abandonara... y cogiendo el hisopo con agua bendita que traía le roció en cruz.... cuentan que ante el contacto del agua sagrada, el maniquí comenzó arder y mientras se retorcía su rostro de cartón en medio de las llamas, un nauseabundo olor de azufre invadió el ambiente… Esa noche y las siguientes, nunca más la pareja se sintió perturbada, ni se escuchó más ruidos extraños en la casona… el maniquí diabólico que lo propiciaba, había sido destruido... y con ello, su hechizo.

Chicama, 15 de abril de 1970 (Cuentos insólitos de viejos)
Archivo de BITÁCORA 13 (19700418) Chimbote
Revisado para el blogger (JAPÓN 61- 20121004) Tochigi Ken    

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