domingo, 1 de septiembre de 2013

Silencio... se ha dormido - Bitacora 13

Juan T. López Borja
Silencio… se ha dormido
Escribe: Hugo Tafur
(peruano)

Noticia triste, con crespones negros llegan hasta mí… en la catedral de mi afecto, escucho el tañer grave de las campanas del alma, que me estremecen y me llenan de aflicción… mi espíritu traspone barreras de tiempo y espacio, y vuela en alas de la esperanza de un error hasta mi puerto, tomo el fono y llamo presuroso a la casa de “Teo”, me contesta uno de mis sobrinos, quién me confirma la infausta noticia… reprimo las lágrimas que pugnan en mí, mientras me esfuerzo por recordarlo afectuoso, con esa sonrisa amigable y fraterna dibujada en su rostro; Juan Teodocio, ha transpuesto el límite final de su existencia, y hoy duerme en la muerte … en mi divagar, alucino su velatorio presidido por la imagen de Cristo Crucificado, siento en el ambiente, el aroma de las flores derramándose como un sollozo de dolor, ante el ataúd que contiene el cuerpo inanimado de "Teo", iluminado por cuatro  cirios artificiales, mientras al pie, ceras blancas de llamas mortecinas titilan proyectando sombras abstractas que parecen trepar por las paredes… mucha gente, familiares y amigos vestidos de negro van llegando al velatorio, circundando en solemne silencio al ataúd.

La vida sigue, y como actores de teatro, muchas veces tenemos que reprimir nuestros sentimientos ante lo irreversible, y atenazado el corazón por la impotencia, seguir transitando los escabrosos caminos de este mundo… cuánto daría por acompañarlo en este su último segmento. “Teo”, como solía llamarlo cuando me dirigía a él, se ha adelantado en ese camino inexorable… el combustible de su lámpara se ha agotado… Su muerte finalmente, tendrá la virtud de congregar a la familia en el marco doloroso de su partida; otros familiares y amigos como yo, imposibilitados por la distancia, el tiempo o algún problema de salud, nos resignaremos a elevar una oración contrita al Creador, rogándole por el descanso de su alma y porque lo tenga presente el día de su gloria… Este deseo, fue el que expresé por teléfono a Rosita, su amada esposa y compañera, ella sobreponiéndose a su congoja, me informó algunos detalles del deceso y resignada aceptó mis expresiones de condolencias… Al despedirme y colgar el auricular, dando por terminada la llamada, bendije su lealtad para con “Teo”, todas la veces que llamé para preguntar por su salud, ella siempre estaba a su lado, fiel, preocupada por su recuperación.

Recordar mi amistad con “Teo”, es evocar vivencias gratas y significativas que devienen como un riachuelo de aguas transparentes y serenas, así era él, antes que mi familiar, era mi amigo, nunca modificó su trato fraterno y afectuoso conmigo paso lo que pasó, me llamaba respetuosamente “Huguito” y así siguió llamándome hasta que imposibilitado de contestar mis llamadas por su enfermedad, me atendía Rosita, su esposa… Desde que nos conocimos allá por 1964, nació entre nosotros una mutua admiración, alguna vez incluso,  producto de esa amistad, se sintió impulsado a llevarme serenata por el día de mi cumpleaños; otras veces, nos enfrascábamos en conversaciones interminables, donde se desahogaba de sus secretos, contándome su historia de niño y de joven, las vicisitudes y trabajos que tuvo que pasar, hasta convertirse en un hombre… abordar estos recuerdos, muchas veces lo conmovieron y  le hicieron asomar en las ventanas del alma alguna lágrima furtiva, que rápidamente enjugaba y superaba, salpicando su narración con alguna anécdota traviesa que nos causaba hilaridad… fue en esos diálogos, que alguna vez me confesó, el inmenso cariño que sentía por sus hermanos paternos: Augusto, Hilda y María, desde que los conoció siendo ya un joven.

Siendo trabajador de la Corporación Peruana del Santa, reveló su conocimien y condiciones de líder sindical, desempeñando primero alguna secretaría y luego asumiendo la responsabilidad de la secretaria general, de uno de los más antiguos y gloriosos sindicatos de la Región Ancash. Todavía recuerdo, una anécdota que me fue relatada por un familiar y más tarde, confirmada por el mismo protagonista, doctor Cupertino Foronda Macedo. Me refirieron, que la dirigencia sindical de los trabajadores, debatía con la Empresa las exigencias laborales para el personal de la Hidroeléctrica de Huallanca, cuando de manera inesperada sus representantes rompieron el diálogo, los dirigentes del sindicato ante esa disyuntiva,  convocaron de inmediato a una asamblea, a fin de acordar la huelga,  como respuesta a la intransigencia. La Empresa, al enterarse de esta decisión, y conocedora del apoyo legal, ajustado a las leyes que le proporcionaba su abogado, decidió bloquear su presencia, evitando que participara en la reunión; para tal proposito, la Empresa apoyada desde el Gobierno, se valió de la fuerza pública trasladada de Huaraz, cuyos efectivos, fueron dispuestos en varios lugares de Huallanca, con la consigna, de detener y no permitir al doctor Foronda Macedo, llegar al local; por su parte, los obreros y el letrado, habían tomado sus precauciones y permanecía escondido.

La idea inicial de los trabajadores, era trasladarlo desde allí, flanqueado por ellos, pero Juan y algunos que le apoyaban, se opusieron a este plan, podría traer consecuencias lamentables si la policía decidía atacarlos como era previsible, por lo que desecharon la idea. La asamblea se inició sin la presencia del asesor, hecho que no era grato para la masa de trabajadores reunida… pero cual no sería su sorpresa, que los hizo manifestarse en un atronador aplauso, cuando de un momento a otro, se apareció en la mesa que presidía la Asamblea, el doctor Cupertino Foronda Macedo; ingeniosamente, "Teo" y un grupo de trabajadores, vencieron a la represión con inteligencia, consiguiendo la vestimenta de un "Cholito campesino", sombrero raído incluido, con el cual disfrazaron al doctor Foronda Macedo, quién vestido así, sorteó a  la policía sin ningún inconveniente.

Sin embargo, una experiencia mayúscula, fue la que “Teo” protagonizó junto a Raúl Espejo, ambos conocedores de la zona... Instantes después, de haber ocurrido el terrible terremoto de Huaraz, el 31 de mayo de 1970, advirtió el peligro en que se encontraban y conminó a más de un centenar de personas que estaban en la estación "La Limeña", celebrando aquel domingo, la fiesta patronal en homenaje a la Virgen de Fátima, a seguirle. “Teo” habló a la gente, y de inmediato los hizo atravesar un puente colgante que todavía permanecía tendido entre las dos márgenes del Río "Santa", el cual se había secado -lo que era signo de peligro eminente-, para pasar a la otra orilla y ganar las alturas de los cerros; justo a tiempo, ya que solo unos minutos después, se presentó una gigantesca avalancha de lodo y piedras, que colmaba de canto a canto el cauce del río emitiendo un extraño sonido de muerte, que se precipitaba rugiendo y zarandeando el lugar donde se encontraban... desde el cual vieron con estupefacción, como la estación "La Limeña" desaparecía en un santiamén,  llevándose también, el puente colgante que les sirvió para huir.

Aterrorizados, contemplaron desde la altura, como el alluvión con su poder destructivo, modificaba el paisaje, tragándose todo a su paso… Sin agua, con unos pocos mendrugos, este grupo humano de hombres mujeres y niños, caminaron casi a tientas por los cerros con dirección a Bambas, felizmente, después de casi una semana, llegaron a Pillipampa, cuando el hambre y la sed hacía mella en ellos, sobre todo en los niños, cuatro días después de permancer en el lugar, fueron avistados por una nave del Ejército Peruano, el helicóptero se posó en una explanada cercana y segura y procedió a evacuarlos rumbo a Huaraz y Chimbote. Fue en este hecho extremo, que Juan Teodocio y Raúl Espejo, su amigo, puso una vez más de manifiesto su coraje, su espíritu y sus condiciones de líder, logrando que la gente los siguiera, salvándolos de una muerte segura. 

Esta nota quiere ser testimonio y homenaje de admiración a su memoria. Testimonio, del hombre humilde que conocí, el cual desde su niñez, superó necesidades con trabajo arduo, autoeducándose por el camino correcto y logrando ser reconocido en la vida como un hombre de bien, noble y leal, siempre entregado a los suyos y siempre dispuesto a trabajar y entregarse por sus semejantes, aún en la adversidad; para que se recuerde, al hombre, al padre, al amigo, que sin ambages ni dobleces pasó por este mundo rindiendo culto a la amistad y al amor entre seres humanos, convencido, que la gente no sólo es feliz porque tiene lo mejor de todo, sino porque hace lo mejor de todo, por sus semejantes...  herencia noble, que sus hijos deben recoger con orgullo, grabándolo en sus  corazones para siempre, altar de amor, donde “Teo” seguirá morando… ¡Descansa en paz, querido hermano! Gracias por tu afecto y amistad... Dios te levante en su Gloria.

Japón, Tochigi Ken (Vier.23.08.13) Ashikagashi
Revisada para el blogger (JAPÓN  - 89.20130901) Tochigi Ken   

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