sábado, 2 de marzo de 2013

Samuel Obeso, pescador excepcional - Bitácora 13


Samuel Obeso, estaba dotado de un sentido
especial para la pesca (Foto inernet)
 Samuel Obeso Rubio
Un pescador excepcional

Escribe: Hugo Tafur
       (peruano)
Samuel Obeso Rubio, como otros antiguos pescadores del Chimbote de ayer, estaba dotado de un sentido muy especial para la pesca, tenía la intuición, sabiduría, fuerza y estrategia de un lobo de mar… y la paciencia de un orfebre haciendo filigrana de oro con la “Luz”. Buscaba la pesca y cuando lo encontraba, se paseaba sobre la mancha detectada de anchovetas con serenidad, a media máquina, la recorría de arriba abajo y de abajo hacia arriba, convencido del volumen y dirección del cardumen mandaba arrear… El boliche armado según su sapiencia, con excelente emplomadura y seno, iba cayendo como una pared infranqueable, mientras él artista del océano, iba dibujando sobre la superficie del mar una gran “u”... no terminaba su obra maestra y ya los corchos inquietos luchaban contra la arremetida de la pesca cercada, mientras en la cubierta de la “Luz”, las hábiles y experimentadas manos de los tripulantes ejecutaban las maniobras finales, para cerrar con presteza la bolsa por el fondo… terminada la tarea, Samuel desde el puente, ordenaba con convicción: ¡Dos bolsas, muchachos!    

Anchoveta (Foto internet)
Era esta la rutina característica del mejor patrón que tenía la Pesquera “Santa Martha” por entonces. Desde que llegué a la compañía,  me enteré de su prestigio como pescador exitoso, gozaba de especial consideración y deferencia de la jefatura y de los prropietarios, era el "capitán” de la lancha “Luz”. Como persona, a pesar de su empotrada adustez y seriedad, era un buen y fraterno amigo. Samuel Obeso Rubio, apodado “El Flaco, Obeso”, era cuñado de Raúl “El Lunarejo” Quijano, patrón de la legendaria “Islay”, donde yo navegaba. La embarcación que capitaneaba Samuel, por el aporte de pescadores experimentados que fueron promovidos desde allí como patrones,  se constituyó en “la academia" donde se forjaron y graduaron los "capitanes" que la pesquera “Santa Martha” necesitó al experimentar su crecimiento e incrementar su flota para la pesca de anchoveta. Cuando jovencito, me embarqué por vez primera unos días en "La Céfira", una lancha particular de madera, de apenas 25 toneladas de capacidad, capitaneada por don Lucio Chávez,  lancha que conformaba la pequeña flota que abastecía a la pesquera “Santa Martha”, las otras eran la “Luz", la “Ana” y la “Islay”; la compañía tenía sus instalaciones en cabecera de playa, ubicada en el barrio “27 de Octubre”. La pesquera era pequeña todavía y estaba administrada por don Miguel Bossio.  

Preciado pez que abundaba en
Chimbote (Foto internet)
Por esa época, fines de la década del sesenta (1951-60), casi toda la lanchada de Chimbote fondeaba en la rada de "La Caleta", sus aguas eran por lo general serenas eran aconsejables para ese menester, hasta allá nos trasladábamos día a día en la madrugada para embarcarnos, pequeñas chalanas movidas a remos, cumplían el rol de "taxi marino", trasladándonos desde el embarcadero del muelle hasta nuestras embarcaciones, por el precio de un sol; tiempos incómodos, pero de gratos recuerdos, donde los hombres del mar nos conocíamos a fuerza de vernos y nos hacíamos amigos. En esa época, la lanchada por lo general, se surtía de agua potable y petróleo en el muelle Gildemeister y nosotros descargábamos como anotamos, en "la chata" de la pesquera, ubicada aguas afuera de la ribera en el “27 de Octubre” y cuyos poderosos absorbentes, succionaban desde las bodegas de las embarcaciones la pesca capturada y lo trasladaban mediante gruesas tuberías hasta la pozas de la pesquera, distante unos 300 metros, donde se iniciaba el proceso para convertirlo en harina. La pesca abundante por entonces, se ejecutaba casi siempre a unos minutos afuera de nuestra defensa natural, frente a los pétreos guardianes marinos del puerto, “El Dorado", “Los Ferroles”, la “Isla Blanca” y el "Cerro Chimbote"... eran otros tiempos, donde abundaba la anchoveta en la Fosa de Chimbote,  no había que alejarse mucho, el pescador iba de madrugada y con suerte a mediodía ya estaba en casa de retorno, muchas veces, portando excelente pescado fresco para la familia.

Samuel era el primer Patrón de Santa Martha
(Foto internet)
La amistad que cultivé con Samuel, fue de mutua admiración y respeto, yo admiraba al primer patrón de mi compañía por su destreza y sapiencia como pescador y él, siempre me lo decía, al imberbe jovencito pescador que estudiaba, escribía y soñaba sobre el boliche de la "Islay"; sin embargo, otros hechos contribuyeron para lograr un mayor acercamiento y amistad. Raúl Quijano, patrón de la "Islay", donde yo laboraba, era su cuñado. Con tres de sus hermanos, Simón, Javier y Hugo, éramos vecinos y me unía una fraterna amistad, vivíamos en la primera cuadra del jirón Lima, en La Florida Baja, muy cerca a la G.U.E. “San Pedro”; por entonces, tenía una asociación muy estrecha con los periodistas chimbotanos, además, era integrante y directivo del Club Cultural, Social y Deportivo “Inca Garcilaso de la Vega”, hacía vida cultural muy intensa junto a decenas de jóvenes de nuestro puerto,  y en nuestro programa radial “La Hora Garcilasista”, una de sus sobrinas, María Alva Obeso, era destacadísima intérprete de música criolla. Cuando abandoné la pesca para retomar los estudios, él en cada ocasión que nos veíamos, me saludaba con mucho afecto y familiaridad llamándome: “Maestro”.

Hasta entonces, nunca había trabajado en el mar bajo sus órdenes, lo que de hecho hubiera sido un privilegio, pero pasado el tiempo él también se alejó de las labores marinas, lo perdí de vista muchos años, alguien me dijo que había comprado o era socio de un aserradero por la selva, no supe más. Un buen día a fines de diciembre, no recuerdo el año, yo ya como trabajador de Siderperú, mientras caminaba por el centro de Chimbote nos encontramos de improviso, un gran abrazo selló nuestro reencuentro y tuvimos una plática de varios minutos; me contó, que había vuelto al mar, y que se encontraba al mando de la lancha “Don Raúl” de propiedad de su cuñado. Yo le referí, lo atrayente que seguía siendo el mar para mí y que en algunos domingos o feriados, cuando las circunstancias me lo permitían, seguía saliendo a pescar, para ello, mantenía mi  carnet de pesca y libreta de embarque actualizados y vigentes. Ante mi información, me invitó a conformar su tripulación para fin de año, ya que casi la mitad había solicitado permiso y necesitaba completar la nómina del zarpe para esos días... así que me preparé. 


Miles y miles de toneladas
se pescaba cada día (Foto internet)
Nunca olvidaré la experiencia... Sus condiciones innatas de "lobo de mar" seguían intactas, los tres días que salí con él, solo bastó una cala cada día para cargar a la lancha “Don Raúl”, fue un regalo. Tanto de ida como de vuelta, durante la travesía, tuvimos animadas charlas de tiempos idos… en muchos pasajes de las vivencias que recordamos, experimentaba nostalgia, su rostro cambiaba y se llenaba de tristeza, pero en otros, rompía a reír como un niño... con mucha alegría. Después de ese feliz reencuentro, lo volví a perder de vista, preguntando un día por él, me enteré que nuevamente había dejado la pesca por su salud y que estaba viviendo en Trujillo... Cuando escribo esta nota, crespones de tristeza me embargan, me acabo de enterar que el gran capitán, Samuel "el Flaco Obeso" Rubio, hace un tiempo ha partido a la eternidad, y que hoy pesca brillantes luceros en el mar del cielo, con los cuales ilumina el camino de su amada familia... Caro amigo, tu amistad seguirá viviendo en mi recuerdo… guárdame "un banco" en tu nave para cuando yo vaya, y sigamos alborozados en el puente platicando de tiempos idos... cuando tú eras "el men" de la compañía "Santa Martha", trayendo "cachanga" todos los días a la "Luz"... Descansa en paz, querido amigo Samuel.

Chimbote, 23 de enero de 2004
Archivo BITÁCORA 13 (20040123) Chimbote
Revisado para el blogger (JAPÓN – 79–20130302) Tochigi Ken

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