miércoles, 21 de noviembre de 2012

MI VIAJE A MIRADOR - Bitacora 13


Una de la primeras locomotoras que unió
Chimbote - Huallanca (foto internet)
 Ferrocarril Chimbote-Huallanca
Mi viaje a Mirador

Escribe: Hugo Tafur
       (peruano)

¡Cómo ha pasado el tiempo!.. Ya casi suman 40 años, era febrero de 1964 y sin embargo lo recuerdo como si fuera ayer. Fue un viaje inolvidable que cambio en mucho mi vida, no se si mis amigos que me invitaron sabían del problema que pasaba, pero allá fui, en busca de nuevos aires para amortiguar la tristeza de la partida de un ser querido. Por esos días vivía la edad de la primavera juvenil, me reunía en el club "Inca Garcilaso de la Vega", una institución cultural chimbotana fundada por jóvenes, que gracias al empeño y trabajo de sus integrantes había logrado ubicarse en el corazón de los porteños, que aplaudían sus actividades y que seguían con mucho interés los domingos su programa radial "La Hora Garcilasista", que motivaba alegría y hacía vibrar con los acordes de la música peruana. Por el escenario de “Radio Chimbote”, Cadena Nacional “Radio Victoria”, ubicada en la 2da. cuadra del jirón Villavicencio, desfilaron una serie de cultores anónimos que tiempo después se instalaron en la marquesina nacional de la canción criolla... las guitarras garcilasistas pulsadas magistralmente por Oscar Chang, Rolando Barrueta y Lucio Reynalte Coral, trinaban en el espectro radioeléctrico del cielo chimbotano, haciendo la delicias de los oyentes.

Por entonces, nuestra presencia cultural iniciada en abril de 1961 gravitaba popularmente en el ambiente chimbotano, y de hecho, grupos de jóvenes porteños de los barrios aledaños, acicateados por nuestra actividad, siguieron el ejemplo, fundando varias instituciones culturales, entre ellas, el club Cultural, Social y Deportivo “Daniel Alcides Carrión”, en el barrio "Bolívar Bajo”, al que fuimos invitados para organizarlos y fundarlos. Esta institución, desde el principio ganó adeptos y sobresalió en el orden deportivo, pronto su equipo femenino de voleibol estuvo disputando los primeros lugares en el Coliseo "Paul Harris" y se constituyó también como ente motivador de los moradores; al calor de la amistad, en ese club conocí e hice amistad con excelentes personas, cuya relación fraterna recuerdo hasta ahora con mucho cariño, entre ellos, a Juan Jara y su esposa Flor Ventura, Benedicta Sipirán Ventura, Lilian Álvarez, Ernesto Ventura, Victoria Otárola, Marcela Irribarren, Victoria Díaz,  los hermanos Santana Bermúdez, Augusto, Hilda y Marita, quiénes con su generosa invitación para visitar y conocer Mirador (ubicado por la vía férrea que llegaba hasta Huallanca, a 90 kilómetros de Chimbote) generaron esta crónica que hoy escribo.

Locomotoras antiguas (foto internet)
Las nuevas generaciones porteñas, no tuvieron oportunidad de conocer muchas cosas hermosas que identificaron a nuestro Chimbote de ayer, lugares e instalaciones que hicieron el deleite de los pobladores de entonces, gracias a Dios, bardos, cronistas, periodistas, historiadores y estudiosos, nos han dejado sabrosos y pormenorizados relatos que nos lo recuerdan y describen con mucha fidelidad y añoranza; por ejemplo, la existencia del Ferrocarril Chimbote-Huallanca, transporte que nos conectaba con el interior de nuestro departamento, aunque no de la manera que se planeó al inicio, ya que la estación final se iba a ubicar unos 130 kilómetros más allá de Huallanca, es decir en Recuay, hecho ambicionado que hubiera significado un enlace significativo con el Callejón de Huaylas... de todos modos, mientras existió hasta 1970, cimentó nuestra relación diaria con los pueblos, fue una vía que facilitó el turismo al interior de nuestro departamento y un motivo más, para sentirnos orgullosos de nuestro puerto… aunque la naturaleza no lo quiso así, pocos años después.

El día previsto para el viaje a  Mirador, mis amigos coordinaron todos lo detalles, lo único que tenía que hacer era seguir sus instrucciones, así que muy temprano, me constituí a la estación del ferrocarril, que quedaba donde hoy funciona la filial del Instituto Nacional de Cultura – INC, en la avenida José Gálvez, 3era. Cuadra, allí ya me esperaban mis amables anfitrionas Marita e Hilda Santana, poco después llegó Augusto. Estando en el lugar, fui presentado a un sinúmero de amigos y parientes de mis amigos que esperaban como nosotros abordar el tren, la algarabía era desbordante, recién me percaté que con nosotros viajaría mucha gente al mismo lugar con motivo de las fiestas de carnaval en Mirador, festividad que gozaba de mucha popularidad en la zona. En mi caso, era la primera vez que viajaba a Mirador, lugar que hacía muchos años escuchaba mencionar a Surama, Manuela, Cleopatra y Manuel Lucero Valdez, queridos amigos  que vivían en el jiron José Balta de Chimbote y que habían nacido en ese pequeño lugar paradisíaco de entrañable belleza natural, con gente amigable y cariñosa, con agradable fruta producida en los huertos de Chuquiquillán, donde se daban los mangos más sabrosos y dulces que jamás he degustado. La fruta de Mirador tenía fama de deliciosa.


Rueda de acero de locomotora (Foto internet)
Pronto llegó la hora de la partida, la gente se arremolinó junto al tren, unos para abordarlo y otros para despedirse de sus seres queridos. La estación era una feria, un adelanto del encanto de viajar en tren de pasajeros y carga, muy pegado a los contrafuertes de los andes... Instantes después se escuchó unas sonoras campanadas, un chorro violento de vapor, unas pitadas estrepitosas y un chuuuu, chuuuu largo de la máquina de acero que anunciaba la partida… chu, chu, chu, chu, siguió desperezándose la colosal anaconda, sus ruedas de acero chirríaban al contacto de la línea férrea mientras iba agarrando velocidad, atrás quedaba la estación, pronto abandonamos su hangar de paredes caladas, y tomamos muy rápido la avenida Buenos Aires, sobrepasando los jirones José Olaya, Francisco Pizarro, Garcilaso de la Vega, 5 esquinas y pitando sobre la vía férrea anunciaba su presencia a velocidad de crucero… la gente nos miraba pasar y algunos alzaban la diestra en señal de adiós.

Luego de dejar Chimbote, el paisaje se torna panorámico, árboles de toda laya, sembríos, ganado vacuno, lanar, campesinos montados en su jumento, acompañados de sus perros se van a laborar en las chacras. Poco después, alcanzamos Cambio Puente y llegamos a El Castillo, allí el tren hace una breve parada y en su entorno se escuchan una serie de pregones, ofrecen fruta, la agradable "causa de pescado" con yucas envuelta en hojas de plátano, cachangas, cachangas con dulce,  gaseosas, etc.; pocos minutos después, se puso nuevamente en movimiento, pronto alcanzamos  Rinconada, luego Vinzos y posteriormente Suchiman, el paisaje verde va quedando atrás, aparecen elevaciones que le dan un aspecto majestuoso al paisaje y que parecieran interponerse en  nuestro camino, pero la gran máquina se abre paso, metro a metro gana recorrido y se eleva sobre el nivel del mar, en cada curva sus ruedas de acero   rechinan sobre los rieles sacando chispas, mientras con furiosas pitadas que el eco devuelve, anuncia su paso. Con mano firme y atenta mirada, el maquinista conduce el reptil de acero entre las escarpadas montañas, mientras el inspector y los brequeros permanecen atentos.


Locomotora parecida a las que
surcaban la ruta Chimbote-Huallanca
(foto internet)
Uno a uno fueron superados y dejados atrás los pueblos aledaños a la vía, en algunos como Tablones, el tren se detenía nuevamente para dejar y subir pasajeros, también carga que se hacía con mucha diligencia... minutos antes de llegar a Chuquicara, mis amigos me señalan el lugar de la tragedia de “Cóndor Cerro”, aquella que Ernesto Sánchez Fajardo, “El Jilguero del Huascarán”, reseña en uno de sus huaynos: “La fecha del 3 de enero / les voy hacer recordar / la dolorosa tragedia / que en Cóndor Cerro sucedió / la represa del Mal Paso / muchas vidas arrastró / con el precio de la muerte / Cóndor Cerro los compró / son 87 muertos..."; tragedia  que conmovió y enlutó a varios pueblos de Ancash como Macate, Bambas, Huaylas y Chimbote, y que nadie olvida a pesar de los años transcurridos. Después de Chuquicara, esta Shasha, Taquilpón y casi en línea recta se divisa Mirador, ya ibamos llegando y los pasajeros se inquietaban,  otros, se expresaban con entusiasmo apurando la plática y deseándose feliz viaje y mutuas felicidades con los que seguían viaje; a la hora exacta, la mole negra de acero ingresó a Mirador, el tren entre traqueteos y chocar de hierros iba deteniéndose anunciando su llegada con repique de campana y chorros de vapor. Los pasajeros con su indumentaria en mano bajaban, otros subían; junto al tren se sucedían abrazos y besos de bienvenida, yo seguía siendo presentado por mis amigos a uno y otro; los pobladores, como en todas las estaciones donde se detenía el tren, aprovechaban para adquirir carne, pescado, verduras, pan llevar fresco, etc.. El tren era una suerte de mercado portátil de abasto en su recorrido, los que seguían viaje aprovechaban para comprar la dulce fruta miradorina, que era voceada por hábiles vendedoras.

Que tiempos aquellos, parece leyenda pero no, así lo recuerdo cuando llegué a ese hermoso lugar hace aproximadamente 40 años, tan hermoso que la naturaleza muestra parajes soberbios casi en su estado natural, donde la amistad era entregaba fraterna y sincera, donde la quietud y la paz del lugar era marco sanador. Mirador por las noches, mostraba un techo plagado de estrellas con una lumbrera brillante que iluminaba de plata sus silenciosos caminos… tan quietos, que hasta el caudaloso Río Santa, discurría quedo para no romper la paz del poblado. Desde la cima de un cerro que domina el pueblo, el símbolo cristiano otea maternal el poblado y sus hijos, los cuales cada 16 de setiembre, vuelven de donde se encuentren para estar presente en el homenaje a la “Santísima Cruz de Mirador”, símbolo que sus mayores plantaron llenos de fe, con la rogativa que protegiera al poblado. Es en este pequeño lugar hermoso, que  muchos de los que habían llegado ese día vieron la luz primera, miradorinos de pura cepa, orgullosos de su tierra y como no estarlo, Mirador es chiquito pero excepcional... bien dice el dicho: "el mejor perfume, viene en frasco pequeño". A todos mis amigos y familiares que la vida me asignó de ese bello lugar, mis recuerdos y cariño. Gracias, por el afecto fraterno con que siempre me honraron. Dios los bendiga.  

                                   DEDICATORIA
Con profundo cariño a la memoria de JULIA BERMÚDEZ LÓPEZ DE SANTANA, madre excepcional, grande de amor y corazón, cuya sencillez, nobleza y cariño, nos dejó una gran lección de convivencia entre los seres humanos, que Dios la tenga presente el día de su gloria. Un gran abrazo a cada uno de sus hijos. (Chimbote, 12.09.03 – Diario “Las Última Noticias”)

Chimbote, Viernes 12 de Setiembre del 2003
Publicado en el Diario “Las Últimas Noticias” (12.09.2003) Pag. 09
Archivo BITÁCORA 13 (Chimbote 67-20030912)       

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