miércoles, 12 de septiembre de 2012

Amor de inmigrante - Bitácora 13


Ceremonia hindú de matrimonio (Foto internet)
Amor de inmigrante

Escribe: Hugo Tafur
        (peruano)
El amor… muchas veces es fuego abrasador o vino delicioso que alegra el corazón y motiva el espíritu, echando a volar la imaginación por los vericuetos de la ilusión del más bello sentimiento humano, donde la vida se manifiesta como una eclosión primaveral que minimiza la tristeza. El ser humano, alguna vez lo dije, trae en lo profundo de su ser la necesidad de vivir en pareja, y en cualquier latitud, sueña con esa personita que lo cautivará y a la cual espera entregar su amor hasta que la muerte así lo decida… en el país anfitrión en el que nos encontramos, cual orquídeas en difíciles parajes, se tejen bellas historias de afecto con finales de cuentos de hadas, no por la magnificencia del matrimonio, sí por la procedencia de las parejas cuyas costumbres y tradiciones son modificadas abruptamente en aras del amor.

Ganesha indú (Foto internet)
Hoy, dos queridos amigos, ella boliviana y él indú, pusieron punto final a su condición de novios y unieron sus destinos casándose bajo la leyes japonesas, lejos de sus países de origen; después de esta ceremonia, dicho acto civil, para que surta sus efectos, debe  ser convalidado en cada uno de sus consulados. Me preguntaba, cómo deben haberse sentido los contrayentes en ceremonias sin mayores protocolos y casi en privado, ajenos a su tradición y costumbre de sus países, porque en Bolivia como en la India, este cambio de estado de una pareja, es motivo de jolgorio familiar y amical, con expresiones de futura felicidad; por ejemplo, en la India, los matrimonios se celebran en un ritual muy formal y elaborado, que dura hasta 12 días, donde la participación de ambas familias, es en mucho, más importante que la de los novios, que tienen pasos definidos y fundamentados en tres propósitos: el dharma, que consiste en tener un compañero para cumplir con los deberes religiosos, el praja, que significa tener descendencia y el último, el kama, que implica la obtención del placer sexual.


"Mutton Curry" (Foto Bitácora 13)
El último paso de la legalización del matrimonio japonés, se cumplió en el Consulado de la República India, ubicado en Kundashita, Tokio; la pareja conformada por mis amigos Seika y Hari, fue recibida en un ambiente especial por el cónsul de ese país, junto a sus tres testigos: Sajive (indio), Noushad (indio) y yo (peruano),  quién amablemente les hizo algunas reconvenciones y  levantó un acta de reconocimiento del matrimonio, la cual firmamos todos los presentes. Acto seguido, y ya en la oficina externa, le hicieron entrega de su certificado de reconocimiento del matrimonio, el cuál fue recibido con mucha alegría; se regularizaba así, una relación nacida a miles de kilómetros de sus países, entre dos personas que al venir en busca de mejores oportunidades de trabajo, jamás imaginaron que en esa dirección encontrarían a la persona amada… al felicitarlos, pensé en aquella jaculatoria bíblica con que sentencian los sacerdotes a los que se casan: “Hasta que la muerte los separe”.
"Shee Kebab" (Foto Bitácora 13)

Finalizada la ceremonia del registro del matrimonio en el Consulado de la India, en cuya dependencia  yo esperaba ver  bellas mujeres indias vistiendo su tradicional y elegante "sarí", hablando su idioma al atender a sus connacionales, no fue así; los puestos administrativos los ocupaban funcionarias japonesas y filipinas, quiénes atienden en inglés, como idioma oficial para cualquier gestión  en el ámbito del consulado.  A esa altura, pasado el medio día , la pequeña delegación multiétnica compuesta por India, Bolivia y Perú, entró en sesión, a fin de acordar nuestro próximo destino,    decidiéndose viajar en el  "Densha" (tren de pasajeros) hasta Nerina, Tokio. Hari, Sajive y Noushad,  insistieron que celebráramos el acontecimiento con potajes de su país en un restaurante indio, llamado “Kerala Bhavan”, donde desde nuestro ingreso fuimos  tratados con mucha deferencia y amabilidad; minutos después, degustábamos platos como el "Mmasala do sha", "Biriyani", "Mmasala Bonda", "Mutton Curry", "Shee Kebab" y como postre "Mango Leéis" y la infaltable internacional Coca Cola... No soy  especialista, pero abuela Rosita y mi madre, siempre decían que era "un pico rico", refiriéndose a mi exquisitez al comer, si esto es así, debo decir que me agradó la comida hindú; fue una grata experiencia social y sibarita que siempre recordaré y la cual comparto con ustedes en esta nota.
"Mmasala do sha" (Foto Bitácora 13)

Horas más tarde, cuando nos dirigíamos en metro a la estación de Utsunomiya, para tomar el tren de retorno a  Oyama y de ahí a Ashikaga shi, mi ciudad, en la estación de Lidabashi, Tokio, uno de los stand llamó mi atención, debido a que en todo el tiempo que llevo aquí en Japón, nunca había visto una "renovadora de zapatos" en toda la regla, igual que en mi país, se arreglan y componen calzados al minuto; y como novedad para mí, se fabricaban zapatos a medida. Yo siempre imaginé que ese tipo de servicio no se daba en un país super industrializado como Japón, donde la vestimenta, los artefactos y los vehículos, resultan siempre más económico comprarlos nuevos que repararlos… sorpresita que  me dio el viaje y que me convenció que me falta mucho por ver en este hermoso país.

"Mmasala Bonda" (Foto Bitácora 13)
Como comentario final, debo referirles algo que me preocupa desde que fui conciente de esta situación, felizmente creo, no son muchos los casos pero no por ello deja de tener importancia, máxime, si en ello, está implicado el futuro de los niños que nacen de las relaciones de inmigrantes. La unión de pareja que se dan en la comunidad de inmigrantes en Japón, no siempre llevan el ingrediente reflexivo de la seriedad y buena intención, sin exagerar, yo diría, que se dan en la sabia criolla del "choque y fuga". Son pocas las relaciones, que se da en un contexto serio y  que termina en matrimonio. Generalmente, las parejas que se forman aquí entre emigrantes son de convivencia, sin mayores responsabilidades ni perspectivas futuras y las más de las veces, terminan a la vuelta de la esquina. Práctica común de estos tiempos, en que la institución matrimonial esta muy devaluada. 

Sin embargo, lo que sí es preocupante en estos casos, cuando las parejas se disuelven y han procreado hijos…Cuál es el futuro de estos niños con por ejemplo, padre brasileño-madre peruana; padre boliviano-madre peruana; padre peruano-madre brasileña; padre peruano- madre filipina, etc.; la verdad, el futuro de estos niños por lo general es incierta, sus padres han convivido una relación furtiva sin pensar con responsabilidad en las consecuencias; aún, en el caso, de haber cumplido con el "Shussho todoke" (registro del nacimiento) me temo, que en la práctica, están  procreando hijos apátridas, pues a pesar de nacer en Japón, la leyes del país no lo reconocen como japonés y si la madre es de una nacionalidad y el padre de otra, a la hora que se termina la relación inestable… ¿Quién se hace responsable de estos niños? Por lo que he visto, generalmente, es la madre la que asume la responsabilidad. 


"Biriyani" (Foto Bitácora 13)
Dura estela, huella de dolor y vergüenza que sufren seres inocentes por ser "hijos de emigrantes", casos que deberían ser materia de atención, estudio, previsión y protección, por parte de los países de donde proceden estos sujetos. Hagámoslo por los niños... ellos no pidieron que los trajeran a este mundo de incertidumbre... "Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,/ y un amor tempestuoso que no puede durar" (Miguel Ángel Buesa). 



Japón-Ashikaga shi. Jueves 06.09.2012
Archivo BITÁCORA 13 (20120906) Japón
Revisado para el blogger (JAPÓN - 55-20120912) Tochigi Ken

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