viernes, 3 de junio de 2011

Pietro Luna...Itinerario de una gran amistad - Bitácora 13


"Pietro" Luna Coraquillo
Pietro Luna…Itinerario de una gran amistad

Por: Hugo Tafur
    (peruano)
Hoy es un día gris y hace mucho frío en Ashikaga shi, ciudad en la que vivo aquí en Japón; mi barrio Sukedo Higashiyama Cho, rodeado por cerros repletos de árboles esqueléticos, sin hojas, luce sombrío... el paso del Otoño los dejó así, y así lucirá todo el Invierno, mientras se cumple ese ciclo maravilloso de la renovación de la vida, que aquí en Japón, se manifiesta con mucho esplendor y alegría al llegar la Primavera, donde el Sakura, el árbol milenario símbolo de la vida, ilumina con la belleza de sus flores efímeras, todo el “País del Sol Naciente”.

Ante el evidente mal tiempo, opto por no salir de casa y decido llamar por teléfono a mis amigos de Perú. Cuando me comunico con Elbia González, me sorprende: ¡Pietro Luna, ha muerto!.. La noticia imprevista, me anonadó, silenciándome y cubriéndome con un manto de tristeza… Como cuando Pietro, oficiando de monaguillo, ayudaba  a cubrir con mantas oscuras por Semana Santa, las figuras de los santos que moraban en las naves laterales de la Iglesia Matriz de Chimbote, parroquia donde los curas italianos tenían especial afecto por ese muchachito, despierto y acomedido…¡Ha muerto, Pietro Luna!, mi condiscípulo, mi amigo… mi hermano… ¡Qué, impotencia!; bien dijo Mario: “los poetas y escritores somos unos miserables dioses, nos pasamos la vida creando y dando vida, pero somos incapaces de darnos así mismos un día más de existencia". Somos "de alfeñique", Pietro.

Pietro se ha marchado, éramos “hermanos”… paridos intelectualmente por la misma madre: La Literatura. Nos teníamos mutuo aprecio, desde que éramos niños, y compartíamos   a esa edad la inquietud de ayudar a nuestra familia. Lejano viene a mi recuerdo, su voz grave de niño voceando “El Santa”, periódico que dirigía e imprimía su propietario, don Nicolás Arias Luna, cuya negativa para otorgarle la condición de “canillita” a Pietro, fue tenaz; hasta que  intervino en su ayuda, doña Herlinda Olivera, su amada esposa, quién sensible a las peticiones del niño, quebró la negativa del recio pionero argumentando que se apellidaba Luna, y que siendo pariente, se le debería apoyar. Desde entonces, muy temprano, su pregón infantil: "¡El Santa! ¡El Santa!...¡Con las últimas noticias!", fue grabándose por las calles sin asfaltar de nuestro Chimbote de ayer, cuyo eco -un día, no muy lejano-, repetirían en la bohemia, las voces broncas de criollos porteños, que con unción y sentimiento, cantarían las canciones de su L.P. “Homenaje a Chimbote”, partida de nacimiento de un “chalaco” adoptado “pata salada”, por la ciudad que lo vio nacer como intelectual, y cuya voz grave ya no escucharemos, pero desde su legado, plasmado en notas, poemas y canciones, nos hablará su corazón.



4ta. cuadra de Av. José Gálvez
Fue en la "Gloriosa 329", en la Primaria, que consolidamos nuestra amistad que se prolongó por más de medio siglo. Niños, compartimos carpeta y labores escolares, junto a Jorge, su hermano y una treintena de condiscípulos con los cuales integramos una promoción singular. Fue el tiempo, en que Pietro, iba cimentando su identidad futura, en un halo de amor a las letras con tufillo religioso, recitándonos de paporreta el “Pater Noster” y otras oraciones en latín, producto de su asociación con los curas italianos de la Iglesia “San Carlos Borromeo”, quiénes le sembraron la idea de estudiar para sacerdote, deseo que emprendió, pero que no pudo culminar.

Esa época, rumbo a la adolescencia es inolvidable, pues una estela de vivencias y travesuras junto a nuestros compañeros jalonan nuestro recuerdo. Me causaba mucha hilaridad, la parodia  que hacía Pietro marchando: “¡Izquierda, derecha, izquierda!”, imitando al profesor Manuel Bazán Medina, cuando nos ejercitaba para desfilar. O la vez, cuando “picamos” al Santo Patrón del Puerto, con una “Lorita”, billete que algún devoto engrapó mal en su capa y cayó al piso, sin que nadie se percatara, y el cual recogimos para comprar unas deliciosas butifarras. Años más tarde, recordando entre bromas esta anécdota, Pietro defendió graciosamente nuestra acción de niños, dijo que antes de prestarle la “Lorita”, le preguntó al Santo si era de él, y como no contestó: "nos la llevamos"; además, nos dijo, que ya le había devuelto al Santo Patrón, los cinco soles  y que felizmente no le cobró interés.

Entre la bruma del tiempo, aparece en mi recuerdo  nuestros interminables partidos de fútbol, en "La Cancha de los Halcones", la primera cuadra terrosa de la avenida Pardo, donde sin zapatos -para que no se gasten- después de clases, disputábamos ardorosos partidos alucinándonos ídolos del fútbol nacional. Imborrable también, permanece en mi, la tarde que estando en clases, fuimos estremecidos por el ulular de la sirena de los bomberos, los gritos desesperados de la gente, y el crepitar de las llamas que reducía a cenizas la ranchería del barrio “El Acero”. La catástrofe avivó nuestra curiosidad, y la impaciencia como el fuego, nos consumía, pues nos habían encerrado en el aula con candado, el escape se imponía, y por una de las ventanas que daban al jirón Sáenz Peña, nos evadimos con Pietro, rumbo  “a la caza de la noticia”, siendo testigos excepcionales, de ese dantesco incendio que desapareció en contados minutos al barrio más tradicional y hacinado del puerto, hecho de palos y esteras. La solución de vivienda, para los damnificados del barrio "El Acero", pasó por la desaparición de la pista de aterrizaje que había entonces. Así nació la Urbanización “21 de Abril”, en esa faja de terreno que había entre los jirones José Balta y Aviación, y que se extendía desde la prolongación Alfonso Ugarte hasta la Urbanización El Carmen.


Chimbote, playa de blancas y candentes arenas
(Foto Internet)
Estoy convencido, que fue por ese tiempo, que nuestro amor a Chimbote se instaló plenamente en nuestro ser, al descubrir, con ojos grandes de admiración, la belleza natural de nuestra bahía, limpia y hermosa... poblada de aves marinas, delfines juguetones y diversidad abundante de peces, despensa natural de los porteños. Fue por entonces, que nos percatamos de ese eterno romance salaz, que sostenían las olas voluptuosas con la playa de candentes y blancas arenas, rebosantes de “muy muys”, “maruchas” y “carreteros”. Fue por entonces, que empezó a palpitar nuestro amor por Chimbote, al acariciar la húmeda arena y reventar con la planta de nuestros pies, las grandes burbujas que las frenéticas olas depositaban con un beso furtivo, en la playa;  mudos y colosales testigos, contemplaban nuestra evolución de niños: “El Dorado”,  “Los Ferroles”, la “Isla Blanca” y el "Cerro Chimbote” (hoy, Cerro de la Juventud). Cuando ya adolescente, el “Hueco de la Vela”, “La Bocana Grande” y “La Bocana Chica”, serían las puertas que se abrirían para permitirme navegar por las “200 Millas”, y conocer con ojos de inquisidores y pecho henchido de orgullo, la riqueza ictiológica de nuestro Mar Soberano, el Mar de Grau.

Por aquellos días, aún estaba en pie el muelle de metal y madera instalado a unos metros del “Chimú”; hotel de propiedad de la Corporación Peruana del Santa, emporio de turistas, que venían a descansar y solazarse con la hermosura de nuestra bahía; de los espigones de ese muelle en contacto con el mar, los chimbotanos extraían cangrejos, abundante “mococho” y muchos pero muchos “choros”, que crecían adosadas en los pilares. En esa época, aún existía “La Ramada”, lugar tradicional del puerto, por donde en su festividad, "San Pedrito", se embarcaba para su procesión por la bahía; por ese lugar también, los pescadores con sus lanchas de pequeño calado, desembarcaban su pesca mediante chalanas a remo, para comercializarlo y salarlo. Por entonces, Pietro Luna y su familia, vivían en una casita ubicada en la cuarta cuadra del jirón Enrique Palacios, colindante con el Colegio Parroquial “Antonio Raimondi”, donde Don Mario, su padre, tenía su talabartería.

Amigos de siempre, amantes de la Literatura, en nuestro devenir por la vida coincidiríamos muchas veces en actividades culturales; así el año 1961, confluimos en el Club Cultural, Social y Deportivo “Inca Garcilaso de la Vega”, entidad que  vertebró los sueños, ideales e inquietudes, de un grupo de jóvenes porteños, que encauzados institucionalmente, se auto disciplinaron por la senda de la cultura, al vivir una vida significativa, lejos de las tentaciones insanas, que causan estragos en la juventud y en la paz familiar. Este grupo, conocido como “Los Garcilasistas”, muy pronto logró la aprobación y reconocimiento de las familias porteñas, autoridades y pueblos aledaños, hasta donde llegaban las ondas radioeléctricas de "Radio Chimbote", estación mediante la cuál, se trasmitía el programa dominical que esperaban impacientes los porteños... la cortina musical “Éxodo” precedía el inicio de “La Hora Garcilasista”, con el cual nos adueñamos del éter y del corazón de los oyentes.

Este éxito, se debió indudablemente, al trabajo disciplinado de todos sus miembros, que fieles a su lema: “Unión, Progreso y Trabajo” daban lo mejor de sí, en sus actividades y el programa radial “La Hora Garcilasista”, medio que se constituyó también, en la vitrina donde se exponían los nuevos valores del arte chimbotano, en música, poesía, teatro, periodismo, etc.; entre ellos, con luz propia, aparecía el carisma de Pietro, quién con su simpatía y ocurrencias, en la animación del programa; junto a él, líderes juveniles de gran entusiasmo y amor a Chimbote, como: Manuel Ríos Mantilla y Percy Robles Guibovich, hacían las delicias de los que acudían al auditorio de la radio o nos escuchaban en sus receptores. Recuerdo, la risa que motivaba Pietro, con su interjección “¡Echa, mientras!.." Cuando le parecía sobresaliente, el bordoneo de las guitarras criollas o las afiatadas voces de los cantantes.
Cuantas y diversas actividades hicieron “Los Garcilasistas”, no se puede negar que sin proponérselo, despertaron en la juventud porteña el deseo de seguir el ejemplo y la prueba está que comenzaron a nacer instituciones culturales en diferentes puntos de la ciudad, como: el Club “Dominico”, en la primera cuadra de Jr. Leoncio Prado; el Club Gran Mariscal "José Luis de Orbegozo", en la cuarta cuadra del Jr. Alfonso Ugarte; el Club "Daniel Alcides Carrión", en el Barrio Bolívar; el Club Cultural “Olimpo”, en la Urbanización “21 de Abril”-“San Isidro”, cuyo primer presidente fue Arístides Córdova Lavado, el segundo, el futuro Presidente del Perú, Alejandro Toledo Manrique y el tercero, César Augusto Ames Ángeles, posteriormente distinguido periodista y miembro notable del foro chimbotano, ellos plasmaron los sábados culturales por Radio Progreso, con “La Hora del Club Olimpo”. Fue una época hermosa para nuestro puerto, en paralelo a su progreso pesquero y siderúrgico, se respiraba cultura practicada por su juventud.

Hoy, a casi cuarenta y ocho años de la fundación del club y como recuerdo del paso de esa juventud idealista, una calle de Chimbote y un centro educativo de la Urbanización “El Trapecio”, llevan el nombre  del ilustre escritor mestizo “Inca Garcilaso de la Vega”. Los primeros años de la década del sesenta, una febril actividad dinámica movía a los garcilasistas: Hacían teatro, poniendo en escena obras como “Médico a palos”, “Un cierto tic tac”, etc.; en coordinación con el alcalde de entonces Ingº Guillermo Balcazar Rioja y su esposa Nancy Young de Balcazar, se organizó la “Operación Libro” para reabrir la Biblioteca Pública Municipal, que permanecía cerrada por muchos años; gestionaron y pusieron en la plaza de armas, el busto al Inca Garcilaso de la Vega; en el Aniversario del club, se organizaron desfiles escolares con la disputa de "El Sol Garcilasista”, como premio para el ganador; en coordinación con los directivos de los mercados de la ciudad, una vez al mes, se recolectaba alimentos y con la presencia de los integrantes del elenco musical y teatral del club se llevaba ayuda y alegría a los ancianitos del Asilo “San José”, que quedaba en La Florida, junto a la Maternidad de María. En todas estas actividades, Pietro estaba presente, con su creatividad, con su chispa, con su alegría y con su carisma. Lástima que esta experiencia institucional y sus excelentes resultados para encaminar culturalmente a la juventud, no se ha reeditado jamás en nuestra provincia.

Por entonces Pietro, aferrado a su gran amor por la Literatura, vivía intensa y apasionadamente todas las expresiones culturales posibles, era empedernido y multifacético compositor, poeta, escritor, cantante, animador, periodista, profesor, etc. Recuerdo la cara de alegría y satisfacción con que llegaba a verme a Siderperú, llevándome “calientitas, recién salidas del horno”, sus producciones: “Poesías de Alfeñique”, las de su sello “Luna Lux”, un Mini Play, dedicado a don Nicolás Garatea, y sus LP “Brisas Tropicales” y “Homenaje a Chimbote”, este último iniciaba y finalizaba con un agradecimiento y despedida en idioma japonés a Mitsubishi, compañía que auspiciaba dicho homenaje musical a Chimbote -no me imaginaba-, que un día yo tendría que aprender mucho más que el saludo y la despedida en ese idioma, al viajar al industrializado “País del Sol Naciente”, donde vivo y trabajo desde hace varios años.

Mi amistad con Pietro, como el buen vino, se fue añejando con el transcurrir del tiempo, el aprecio que nos dispensábamos, generaba una mutua confianza que nos impulsaba a buscarnos siempre y disfrutar de deliciosos momentos de plática. Era mi asiduo visitante en el diario “Las Últimas Noticias”, desde que asumí la dirección del medio periodístico a fines de 1995, fue en esas visitas, que trabó gran amistad con el economista arequipeño, Alfredo Suárez Segura y el laborista huarasino, Dr. Cupertino Foronda Macedo, queridos amigos que me distinguían con su visita amical y apoyo profesional, al igual que otro medio centenar de apreciados amigos, que eran bienvenidos a mi oficina. Por esos días, con Pietro, apoyamos desde las páginas de nuestro diario al Padre Juanito, en su propuesta “Chimbote Verde” y la campaña contra la tala de árboles para jugar “yunza”.

Una tarde, ya en la década del 2000, uno de los visitantes amigos notó que el literato portaba un bastón para invidentes. Pietro al verse descubierto, nos confió la dolencia que limitaba su visión, lo que requería de urgente y costosa intervención quirúrgica; sin embargo, a manera de tranquilizarnos, nos expresó la seguridad de que su amigo el Dr. Alejandro Toledo Manrique, a la sazón Presidente de la República, cumpliría con el ofrecimiento de enviarlo a Cuba, para ser intervenido. Poco tiempo después de esta conversación, esta esperanza se hizo trizas. Veamos.

El Presidente, Alejandro Toledo Manrique, anunció su visita a Chimbote, lo que entusiasmó a Pietro, ya que este acercamiento podría significar el cumplimiento de su promesa; muy temprano, vestido de terno y corbata se presentó al diario y luego se encaminó al aeropuerto. A la llegada del Presidente, en el aeropuerto, jamás se pudo acercar a menos de cuatro metros y por mucho que hizo para llamar su atención, nunca le hizo caso. En ese momento pensó que quizá por la multitud no pudo escucharlo y decidió dirigirse a la escuela “Minerva”, donde el Presidente estudió su Primaria y la cual sería visitada por él. Pietro se ubicó en la puerta y allí espero la llegada del mandatario. Cuando ingresó pasó a un metro de él y pese a que gritó: ¡Alejandro, soy Pietro! ¡Alejandro, soy Pietro! El Presidente, nunca se dio por enterado…Pietro, decepcionado y desalentado, retornó al diario y con tristeza nos contó la muerte de su esperanza. Aquella tarde, un espíritu de solidaridad y pesar por Pietro, recorrió las dependencias de nuestro diario… la suerte del literato estaba echada, la invidencia lo acechaba.

Cuantas vivencias más habría que referir de este ser excepcional que hizo de su vocación por la Literatura, su razón de vida a favor de su amado Chimbote. Moderno juglar, por donde fue y estuvo, dejó huella de su paso y su amor a Chimbote. Leal amigo, que rendía culto a la amistad, apoyando, organizando y aglutinando esfuerzos e inquietudes de sus hermanos en instituciones culturales. Clamor  perenne por un destino superior para Chimbote; huella a  seguir, por haber sido un hombre que se empinó sobre sus limitaciones físicas, económicas y sociales, dejándonos ejemplo de coraje y amor a la tierra que lo vio nacer como literato y a la cuál, hasta sus últimos momentos que permaneció en ella, le dedicó sus pensamientos. Puedo afirmar sin temor a equivocarme, que fue un reconocimiento formulado por el director de la UGEL (*), Juan Julio Díaz Espinoza, a nombre del Ministerio de Educación, un acto que lo hizo muy feliz y endulzó su existencia, la medalla que le impuso, me la mostró varias veces, con mucha alegría, en su casa de Olaya. Por esos días, Alfredo Suárez Segura, Elbia González Mercado y yo, éramos sus asiduos visitantes y compañia... Poco tiempo después, se marchó a Lima.  

¡Pietro Luna, no a muerto!..La voz bronca de miles de porteños gritando ¡Presente! Obrarán el milagro de grabar su nombre en la roca viva de las islas y  cerros aledaños que circundan Chimbote, cuyo eco, al paso de los vientos marinos, repetirán por siempre el nombre de ese ilustre “pata salada”. Su lira de poeta no se empolvará en un rincón olvidada…será pulsada por nuevas generaciones de porteños, amantes de Chimbote. Las cuerdas alegres y jaraneras de las guitarras de “Los Forasteros” volverán a trinar y los poetas y periodistas romperán los epitafios que esculpían por su muerte, para decir con convicción que Pietro sigue viviendo en el corazón de los chimbotanos.

Sí, a Pietro Luna Coraquillo, ya no lo hallaremos en su casita del jirón José Olaya,  se ha mudado a la paz de una estrella, ubicada sobre el cielo de su Chimbote querido, para seguir solazándose con su bahía, sus islas, sus lanchas, sus pescadores, su pueblo… y alguna vez, volver a freír unas crocantes mojarrillas fresquitas, para departir en la mesa eterna con Iván Vásquez Salazar, Víctor Unyén Velezmoro, Oscar Colchado Lucio, Dante Octavio Lecca Lozano, Fernando Bazán Blas, Darío Chávez de Paz, Manuel Ríos Mantilla, Percy Robles Guibovich, Julio Orbegozo Ríos, Luis Murillo Cuba, Maynor Freyre Bustamante, Jorge Cúneo García, Ray Echeandía, Mario Luna Coraquillo, Haydée Liza, Nicolás Arias Luna, Ampelio Sagástegui C., Juan Manuel Huamán Alegre, Jesús Ordinola Dios, Irene Arias Romero, Carmelita González Mercado, Elvia González M., Carlotita González M., José Gutiérrez Blas, Teobaldo Arroyo Icochea, Miguel Rodríguez Paz, Víctor Hugo Romero, César Augusto Ames Ángeles, César Napoleón Quiroz, Brander Alayo Alcántara, Gonzalo Pantigogoso Layza, Germán Electo Luna, Lucho Oliva Moreno, Daniel Cortez Belupú, Lucio Reynalte Coral, Cupertino Foronda Macedo, Alfredo Suárez Segura, Héctor Esquivel Gallarday, Ena Esquivel Gallarday, Guillermo Villafana, Alipio Arroyo Vega, Lister Toribio Guerra, María Obregón y tantos otros queridos amigos que irán llegando para seguir cantándole a Chimbote: “Tierra de Promisión”.

Hasta siempre querido amigo… guárdame algunas mojarrillas crocantes.

(*) No recuerdo si ya tenía esta denominación

Japón-Ashikaga Shi, Domingo 8 de Marzo de 2009
Archivo BITÁCORA 13 (JAPAN-05-20090308) Ashikaga shi
Revisado para el Blogg (02.06.11) Japón

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