lunes, 29 de abril de 2013

EL DERECHO DE NACER - Bitácora 13

Ley sagrada
El Derecho de Nacer

Escribe: Hugo Tafur
       (peruano)
Hoy, al llegar a mi oficina del diario, fui sorprendido por la presencia de dos mujeres jóvenes que me interceptaron en la puerta y me rogaron que las escuchara. La más joven, apenas tenía 18 años y la amiga que la acompañaba 21 años -esta última, era la más expresiva- ya en mi oficina, más serenas, las invité a que me contaran el problema que las traía, a una seña de la mayor, la menor me refirió: “Tengo 18 años y estudio el primer año de Derecho, en Trujillo; hace cuarenta y cinco días, que me di cuenta que estaba embarazada, lo que me sorprendió y me dio mucho miedo, pero igual, se lo comuniqué a mi novio que tiene 20 años, quién recibió la noticia con mucha alegría, actitud que me fortaleció, para poder enfrentar el problema; sin embargo, el verdadero problema recién se ha manifestado, a partir, que mi novio hizo conocer nuestra situación a sus padres. Ellos, se negaron rotundamente aceptar mi maternidad, más luego cambiaron, y con ruegos me pidieron que me sometiera a un aborto, con el argumento que su hijo es muy joven para asumir tal responsabilidad, ante mi firme negativa, en los días subsiguientes se mostraron muy agresivos, para luego nuevamente cambiar, mostrándose amables y comprensibles. Ayer, fui invitada almorzar con ellos, más al estar a punto de salir hacia su casa, fui advertida por uno de sus familiares que no lo hiciera, pues tenían el plan de darme unas pastillas para hacerme dormir y en esas condiciones, ser conducida a un aborto. La verdad, es que tengo mucho miedo, sin embargo estoy decidida a defender la vida que llevo en mí vientre, así sea sola… ya que mi novio, cobardemente, desde que sus padres intervinieron, se niega a verme y apoyarme.”

Cuando se retiraron, lo hicieron menos nerviosas, más serenas y caminando con la seguridad de haber encontrado nuestro apoyo y de nuestro Diario… sentí mucha satisfacción el haber apostado por la vida... el médico que llevo desde mi niñez, salió en defensa de esa criatura inocente que incubada en el antro materno de una madre valiente, reclamaba el sagrado derecho de nacer… el drama que conocí en mi niñez y que me hizo optar para siempre por el deseo de ser médico se repetía de alguna manera; dicho anhelo, nació en medio del afán de mis mayores por proveerme lectura, había aprendido a leer muy temprano y ellos querían seguir incentivando ese hábito, suministrándome libros de la colección de Emilio Salgari, Thor o Juvenil Cadete. Un buen día, mi madre, encontró en folletos todos los capítulos de la novela “El Derecho de Nacer”, del compositor y escritor cubano Félix B. Caignet, al leerla, me impactó tanto la historia que la leí varias veces de principio a fin… y en cada nueva ocasión, mi deseo por ser médico se acrecentaba, confirmándose, cuando llevada al cine (1952) años más tarde, especté la película en blanco y negro: “El Derecho de Nacer”, protagonizada por Jorge Mistral, Gloria Marín, Lupe Suárez, etc.

El argumento publicado 1948, se ubica en la primera mitad del siglo en Santiago de Cuba. La cinta se inicia, con un diálogo que me voy a permitir transcribir y que en buena cuenta sintetiza lo voluble de nuestra sociedad, la manera egoísta, superficial, irrespetuosa e inhumana, con que ve la vida en el interés de esconder la decadencia moral y pasar por dignos y respetables. El diálogo ofrecido, es sostenido por el doctor Alberto Limonta y la joven María Teresa, esta última, perteneciente a la rancia aristocracia cubana de esa época, quién busca al médico amigo, para que le ayude a esconder la vergüenza de tener un hijo sin haberse casado, practicándole un aborto, del cual, de hecho, no sentía ningún remordimiento :

-         Doctor, usted es el médico de mi familia, conoce nuestras relaciones… el lugar    que ocupa en sociedad; por todo eso, por mi familia, por la sociedad a la que pertenezco, vengo a suplicarle que salve mi honor o seré capaz…
-         ¡María Teresa!..
-         No podría soportar el desprecio de todos… mi propio desprecio, si llegara a nacer... ¡Compréndame! Dese cuenta de mi situación, vine a buscar al médico, al amigo…
-         ¡Y al asesino!
-         ¡Pero doctor!
-         ¡Al asesino, he dicho! Viene a buscarme, para que en nombre de un sociedad mentirosa y falsa, mate a un ser que tiene derecho a nacer, a vivir la vida que usted y su cómplice le dieron en un momento de egoísmo o de vicio.
-         ¡No doctor, de vicio no!.. Fue una locura de amor, ceguera de amor…
-         ¡Locura! ¿Ceguera de amor? Por que no lo llama mejor ¡perversión moral! Porqué en vez de querer asesinar a un inocente… no queda bien ante Dios y ante el mundo, casándose con el padre de su hijo.
-         Se trata de un hombre casado, para quién el divorcio es imposible… No soy digna de piedad.
-         ¡De piedad no, María Teresa! Digna de admiración, tener un hijo, es recibir la condecoración divina que pone Dios en las entrañas de la madre.
-         ¡Sí! Pero en mi caso no es posible doctor… ¡Tiene, que librarme del escándalo! ¡Tiene, que salvarme!
-         ¡Qué la salve!.. cometiendo un crimen... ¡De ninguna manera, María Teresa!.. Las madres deben querer a sus hijos desde que lo conciben, sus entrañas deben ser la primera cuna y los latidos de su corazón, la primera canción de arrullo… ¡Perdóneme! Perdóneme, mi exaltación.. pero… es que le hablo como hombre que tiene cicatrices muy hondas, que por extrañas coincidencias, cumple con el deber sagrado de defender el sagrado derecho a la natalidad.
-         Pero usted que es bueno y generoso, impedirá que una mancha horrible caiga sobre mi honra…
-         Ni su honra, ni su conciencia podrá limpiarse nunca… hasta las fieras más sanguinarias dejan que nazcan sus cachorros… ¡Aprenda, María Teresa! Siga el ejemplo de las fieras.
-         Esos escrúpulos de conciencia, debe acallarlos ante las leyes de la sociedad que no perdona escándalos.
-         ¡Al Diablo, la sociedad!.. Ella conciente crímenes como los que usted me propone. Si deja nacer un hijo del amor... lo arrojará de su seno, pero en cambio, la seguirá mimando si por medio de ese crimen malogra la maternidad…
-         ¡Basta doctor, basta!.. Acabaré por enloquecer de vergüenza y desesperación…
-         Tengo que seguir martillando en su conciencia… ¡Para convencerla! ¡Para humanizarla!.. Es mi deber, no sólo como hombre y como médico, sino como compañero de infortunio de ese hijo, que usted no quiere que viva…
-         ¡Usted, usted doctor!…  
-         ¡Sí, yo María Teresa!…No querían que yo naciera, todos unidos en un haz criminal e inhumano, me negaban el más sagrado de los derechos: ¡El derecho de nacer!

Luego de ese accidentado diálogo, el doctor Alberto Limonta, le relata a María Teresa, la historia de su vida y las vicisitudes que tuvo que pasar su madre: "María Elena del Junco, perteneciente a una de las familias más acaudaladas de Cuba, se enamoró de Alfredo Martínez, de cuyo romance resultó embarazada... éste, en lugar de asumir su responsabilidad, de manera cobarde la abandona. Al enterarse su padre, don Rafael del Junco, sobre este embarazo que consideraba una vergüenza para su casa, reacciona con furia y a fin de ocultar el estado de su hija, lo aleja del lugar, escondiéndola en su cafetal de Palma Soriano, junto a su nana, la buena y fiel “Mamá Dolores”. En ese lugar, lejos de la ciudad, nace el hijo de María Elena, para el cual su abuelo tenía planes siniestros, ordenando a Bruno, su capataz, la muerte y desaparición del bebé. Una noche, en un descuido de María Elena, Bruno, se lleva al niño para matarlo, al descubrir la buena negra, “Mamá Dolores”, que el bebé había sido raptado y sospechando que corría peligro, sale en su búsqueda, impidiendo de este modo, que el capataz ejecute acto tan infame.  

La buena negra, para salvar al niño de las iras de su abuelo, decide huir del cafetal con el niño en brazos... y Bruno, para que don Rafael crea que ejecutó su orden, mata un animal y presenta el machete ensangrentado. Pasan los años, y Alberto Limonta que había asumido el apellido de su madre adoptiva, permanece a buen recaudo en La Habana, donde un buen día el azar, lo pone frente a don Jorge Luis Armenteros, quien se torna su protector y amigo. La casualidad, vuelve a jugar otra carta que lo va acercando a sus raíces... Una fuerte tormenta origina serios accidentes, un anciano es llevado de emergencia a un sanatorio, precisándose  con urgencia sangre para efectuarle una transfusión, al no haber donantes, el doctor Limonta se ofrece salvando la vida de su abuelo sin saberlo. Luego, se da una serie de hechos que hacen aflorar el pasado oculto del doctor Alberto Limonta, quién era visto como un gran médico de prestigio, pero de pasado oscuro, motivo por el cual, era subestimado por la sociedad, sobre todo, cuando se enteran que su madre era una negra; mientras, su verdadera madre, María Elena del Junco, olvidaba su dolor de madre frustrada, como "Sor Elena", en un convento, al cual había huido, debido al mal trato que recibía por parte de su padre .

Los hechos se precipitan, cuando el doctor Alberto Limonta, se enamora de la nieta de don Rafael del Junco, Isabel Cristina -sin saberlo, su prima hermana-, lo que origina el interés por conocer a su madre y es aquí, donde se produce el choque del pasado y el presente, don  Rafael del Junco, se encuentra cara a cara con María Dolores, "Mamá Dolores", la salvadora de Alberto Limonta, donde sale mal parado, avergonzado y humillado en su orgullo, el viejo hacendado don Rafael del Junco, originándosele, una embolia que lo postra gravemente, siendo atendido y recuperado por su médico de cabecera, su nieto. Don Rafael del Junco, después de haber perdido el habla por la impresión de reencontrarse con su pasado de maldad, se recupera y revela a su hija, María Elena, que el médico y amigo de la familia, el doctor Alberto Limonta, es su hijo. Luego se da el rencuentro de Alberto, con sus dos madres, prima el perdón y  finalmente, Alberto Limonta se casa y es inmensamente feliz.

Después de ese relato del doctor Alberto Limonta, María Teresa, reflexiona y decide defender contra cualquier falso pudor y dignidad de una sociedad hipócrita, el sagrado derecho de nacer de su hijo... Les aseguro, que muchos pasajes coinciden, con la decisión de esa joven estudiante de Derecho que un día llegó a mi oficina buscando apoyo y defendiendo el sagrado derecho de nacer de su hijo... Antes de publicar esta crónica, casi doce años después del suceso, con que inicio este relato, llamé a la doctora (...) que vive en Lima y con quién forjé una gran amistad a través de los años, y una vez más pese a la distancia, sentí la gran felicidad y orgullo que la embarga, su "Albertico, el hombre de la casa" como dice ella, es su fuerza moral... Que Dios bendiga a esta gran madre y profesional, que supo hacer de su error de juventud, la razón de su vida. 

Crédito: Todas la fotos que ilustran la crónica han sido tomadas de internet.

Chimbote 17 de diciembre de 2001
ARCHIVO BITACORA 13 (Dic.17.2001) Chimbote
Revisada para el Blogger (JAPON 85-2013029) Tochigi Ken.

domingo, 28 de abril de 2013

Manuel "Chiroka" Guerrero B. - Bitacora 13

Manuel Guerrero Bazalar
“Chiroka” viejo lobo de mar
Escribe: Hugo Tafur
(peruano)
Rayaba la aurora y las sombras huían con el amanecer… la “Ana María”, guiada por el brazo firme de su capitán, navegaba a toda pala frente al “Dorado”. Desde que pasó por el “Hueco de la Vela”, el viejo y curtido hombre de mar, Manuel “Chiroka” Guerrero Bazalar, oteaba el horizonte… tenía olfato de lobo de mar, presentía pesca y la husmeaba en el ambiente marino... también, con la sabiduría y experiencia de los años, observaba el comportamiento de las pardelas… ¡Sí, no se podía equivocar! En la penumbra matinal alcanzó ver el inquieto revoloteo de las aves marinas… Bajó al mínimo la marcha de su embarcación y despacio, muy despacio, repasó el área con la ecosonda prendida, el aparato detector comenzó a marcar negro… a flor de agua, una pequeña saltadera de anchovetas delataron la dirección que corría la mancha… el proero, lo confirmó… ¡Listos, listos! Advirtió a la tripulación, mientras agazapado dominaba la caña cuadrando la embarcación.
Así, con capacidad, convicción y fe, maniobraba el viejo lobo de mar, poniendo todos sus sentidos en la cala y recio ordenaba desde el puente: ¡Arrea!.. Chalana y chalanero, caían por la popa al mar, llevándose hecho bien firme el cabecero de proa del boliche, mientras “Chiroka”, dibujaba con destreza su redonda trampa de corchos, cabos, cenefa, paño y plomo… Hermosa y altiva se le veía a la “Ana María”, deslizándose sobre la superficie del mar, guiada con destreza por ese viejo pescador… que por su sapiencia, intuición y sabiduría al pescar, más parecía un lobo de mar hecho hombre o un hombre mimetizado lobo de mar. Aquel día, “Chiroka”, como tantos otros, cortó dos bolsas, puso “cachanga” a la Ana María y botó, como se acostumbraba por entonces de una manera imprudente, a las once de la mañana ya estaba en el puerto, acoderado,  descargando en la chata de la Pesquera “Humbolt”; muchas veces, con esa ventaja, se daba el gusto de volver a la zona de pesca, por un segundo viaje… amaba el mar y el mar generoso le entregaba su riqueza.
Luis Banchero, con los patrones de la pesquera Humbolt
(De los parados, "Chiroka" el primero de la izquierda) 
Cuando joven, a punta de calas, malas noches y peligros, se hizo de un nombre, era querido y respetado, pero jamás abandonó su forma humilde y sencilla de hombre de mar, buen padre y buen amigo. En Chimbote, en su casa de la Urbanización "El Trapecio", junto a los suyos, matando la nostalgia con unas cervezas, recordaba su niñez en el puerto de Huarmey, su decisión tomada a los siete años, cuando para paliar la pobreza familiar cogió los aparejos de pesca a cordel de sus hermanos y se fue a pescar a las rocas. La rebosante bolsa con los peces atrapados por sus anzuelos lo cautivaron para siempre, nunca asistió a la escuela, se hizo hombre en la más grande universidad práctica del mundo, el mar, ahí vivió cada día, descubriendo y aprendiendo sus secretos. En esa actividad, recorrió toda la costa peruana de sur a norte, todas su caletas y puertos no le eran ajenos, se internó en todas las playas y sus recovecos; igualmente, en todas las islas del Mar de Grau, pues siendo un mozalbete, antes de optar como pescador, fue cazador de lobos contratado por una empresa española, en la que pese a su juventud, ejerció el cargo de capataz, con mando de personal. Las pieles eran trabajadas en una curtiembre de la avenida Arequipa en Lima.
Apenas tenía 19 años, cuando conoció a Luis Banchero Rossi, quién años más tarde, se constituiría como el empresario pesquero más grande del Perú; desde el principio, ambos talentos se complementaban, Banchero necesitaba de “Chiroka” y “Chiroka” necesitaba de Banchero. Primero, lo hizo patrón de una de sus lanchas boniteras, pescado base para su fábrica conservera; después de un tiempo, lo nombró patrón de la lancha “Ana María” para pescar anchoveta y fabricar harina en la Pesquera “Humbolt”, del barrio “27 de Octubre” de Chimbote. A la par que se descubría el genio empresarial de Banchero cimentando su imperio, se manifestaba las virtudes innatas de Manuel Guerrero Bazalar, para la pesca, “Chiroka”, también era un genio en el mar. Era, junto a otros sobresalientes patrones de esa época, los que se encargaban de cosechar lo que la intuición y genio de Banchero, había previsto en su sueño empresarial: “La riqueza esta en el mar, sólo hay que ir a recogerla”.
Por ello, por su eficiencia, Luis Banchero, admiraba a “Chiroka”, le tenía mucho aprecio, hasta su muerte trágica ocurrida el 1º de enero de 1972, en su casa de descanso de Chaclacayo, golpe mortal para todos lo que trabajaban en las empresas del Grupo Banchero; hasta allá fue “Chiroka”, bebiendo su dolor por todo el camino, igual que todos los patrones de la pesquera, fue a ver al jefe, al amigo entrañable, al visionario que le dio la oportunidad de realizarse; al despedirse, una vez más bebió sus propias lágrimas que le supieron amarga agua de mar, él que lo conocía tan bien, sabía que se iba un hombre bueno, honrado, capaz y con ello, un gran peruano que en el futuro hubiera hecho mucho por el país. Nunca más la pesca sería igual, pronto Chimbote perdería el titulo de “Puerto Pesquero Más Grande del Mundo”, era cuestión de tiempo… la debacle en la industria no tardó. Después del asesinato de Luis Banchero, sus empresas fueron estatizadas por el gobierno.
Cargado de años y desengaños, “Chiroka”, se retiró a sus cuarteles de invierno, en la Urbanización “El Trapecio” de Chimbote. El gran guerrero sufría, al no disponer ya de los ingresos que tenía como patrón,  había descuidado su futuro. No fue suficiente el amor de Pola Chunga, su mujer, ni el de sus ocho hijos: Manuel, Esperanza, Regina, Marlene, Manuel Martín, Janeth, Carmen y Alberto, para borrar su decepción y tristeza; por añadidura, lo que ocurría en el sector pesquero, terminaba por desilusionarlo,  el Sindicato de Pescadores y la Caja del Pescador, era  un caos, el compañerismo entre pescadores se había perdido, igual que el título logrado con tanto esfuerzo para Chimbote… sólo le quedaba el apoyo, de Mary, Olga y Juan Banchero, Orlando Cerruti y Benito Rossi, familiares del gran capitán; quienes enterados de sus dolencias, lo asistían con su tratamiento, por lo cual, él siempre vivió agradecido de ellos.
El miércoles 11 de junio de 2003, una llamada telefónica efectuada por Víctor Hugo Milla, me daba la infausta noticia de la muerte de esa leyenda... “Chiroka”, hacía una hora, que había fallecido en Lima, me quedé anonadado, pensativo, preguntándome cuando fue la última vez que lo vi, recordé que fue en la casa de su sobrina Dorita Bazalar, que también vivía en “El Trapecio”, cuando acudió con su esposa Pola y su hija Janeth, a saludarla por su cumpleaños… cuando alcé la mirada, me di cuenta que la bahía “El Ferrol” lucía triste, gruesas nubes ocultaban al astro rey y el cielo se había tornado gris… sobre el mar de la bahía, unas pocas aves marinas perezosas, se bamboleaban al capricho del viento y sobre las ondas del mar, a lo lejos, la silueta descolorida de la Isla Blanca, se me antojó un cetáceo gigante inmóvil, sumergido a media agua… Manuel Guerrero Bazalar, había muerto… Mis cavilaciones me llevaron hasta 1960, cuando jovencito imberbe, había aceptado compartir las vicisitudes del hombre de mar y luchaba a brazo partido para ser aceptado como tal, fue en ese año, que conocí a “Chiroka”, ese  huarmeyano enamorado del mar, junto a otros lobos del mar que ya era populares por su eficiencia, como: Lucho Barrera, El “Tío Merfi”, Ángel “Charol” Bazalar, Samuel Obeso Rubio, “Cabeza Rota” Garrido, Pazos y otros que escribieron la historia de la pesca en Chimbote.
Era la época de las lanchas de madera y la pesca heroica, donde el pescador se mojaba bien para cargar sus embarcaciones, a pulso y con maniobras bastantes riesgosas. Con patrones y tripulantes valientes y arriesgados, con gente leal y trabajadora fue que Luis Banchero, trabajando de sol a sol, levantó su imperio. En algún momento, construyó sus propias embarcaciones pesqueras, en sus astilleros de Chimbote y el Callao, estimándose en más de un centenar las bolicheras de su propiedad... Varias fábricas de conservas, harina y aceite de pescado, una cadena de diarios de circulación nacional y tantas otras inversiones exitosas, hicieron de este  visionario un hombre excepcional.
El gran “Chiroka” se había marchado, en busca de San Pedrito, patrón de los pescadores, y de Luis Banchero Rossi, para pedirle un banco en las naves del cielo, donde pescará guirnaldas de estrellas y cometas de luz, para iluminar a su amada familia y sus hermanos pescadores. Con esta crónica, mi sentido homenaje a ese hombre sencillo, que empinándose sobre las limitaciones y necesidades insatisfechas de su niñez, supo con trabajo esforzado y honrado, convicción y fe, constituirse en un renombrado hombre de mar. A su querida esposa, doña Pola Chunga y a sus amados hijos, mis sentidas condolencias. Descansa en paz, capitán “Chiroka”.
CREDITO: Todas las gráficas incluidas en esta crónica han sido tomadas de internet.
Chimbote, viernes 13 de junio de 2003
Publicado en Diario “Las Última Noticias” (Juev. 19.06.03) Pág. 6 y 7
Archivo revisado: BITÁCORA 13 (JAPÓN 84-20130427) Blogg

viernes, 26 de abril de 2013

Te amaré hasta la eternidad - Bitácora 13

 El poder del amor
Te amaré hasta la eternidad
Escribe: Hugo Tafur
       (peruano)
Es la hora tétrica de la noche… en el cielo, la luna en cuarto menguante proyecta débiles rayos acentuando la penumbra en el poblado; en las afueras del pueblo, un ambiente frío y tenebroso plaga con sombras fantasmagóricas los caminos… De rato en rato, se escucha el ladrido lejano de un perro, o de otro que aúlla a la luna, la cual parece moverse en el cenit sorteando nubes oscuras. En el camposanto, pequeñas llamas azules flamean entre las tumbas, dando la impresión de cirios prendidos por las almas en pena que se niegan abandonar el mundo... acrecentando, la macabra idea de espíritus después de la muerte, y generando en los vivos el miedo morboso a transitar tarde de la noche cerca de los cementerios... las tumbas y siluetas de las cruces, imponen en la soledad y el silencio de la necrópolis un mágico respeto.     

En un cementerio de estos, donde yace muerto el amor, las ambiciónes y con el paso del tiempo, convertido en polvo se extingue el recuerdo... fue enterrada un joven mujer. Una mujer, que en vida estaba llena de virtudes y era dueña de una extraordinaria belleza, que terminó por cautivar, al maduro y apuesto varón propietario de las más ricas tierras de la comarca; comprometidos en matrimonio, muy enamorados, sólo contaban los días, horas y minutos que faltaban, para unirse para siempre. La linda criatura, había convertido al sensato y ponderado Conrado Alcántara, en un hombre lleno de vitalidad y alegría de vivir. Él la adoraba, sabía que su vida se tornaría miserable sin ella, y por ello, no escatimaba ni gasto ni esfuerzo para ganarse su amor y su cariño.

Todo estaba listo, el hermoso ajuar que vestiría la novia el día de su boda, cuidadosamente expuesto, yacía en el dormitorio de la bella, quién esperaba el momento para lucirlo. Los amantes vivían su noviazgo en un mundo de ensueño y por las tardes de estío, como dos cervatillos, se les veía corriendo por el campo sobre la hierba, bajo la fresca sombra de los alisos del bosque cercano. Al verlos así, los lugareños opinaban que conformaban una linda pareja y que serían felices… aunque, al seguir la costumbre del lugar y consultar su futuro a la agorera del poblado, esta había profetizado que no se casarían, pues tiradas las cartas de adivinación, advertían de hechos trágicos como resultado de su unión. Esta advertencia pasó desapercibida y pronto fue olvidada, considerándola anecdótica tanto por los familiares, como por los padres de los novios… "¡Nada, pasará!.. "Son alucinaciones de esa vieja loca", se dijeron, y siguieron con los preparativos para el matrimonio.

¿Cuántos hechos, así vislumbrados al azar, en ceremonias misteriosas se han hecho realidad?.. Muchas, y a veces, con consecuencias funestas. Curiosidad imprudente a la que recurren algunas personas,  ante la imposibilidad de proveerse de una explicación racional... el sortilegio, la adivinación, la brujería, es la vía para darse una respuesta a su incertidumbre. Actitud osada, que soslaya a Dios, al pretender conocer por anticipado su futuro, aunque para ello, transiten al filo de la navaja... al borde mismo del acantilado de la locura y la idolatría, donde moran fuerzas sobrenaturales inicuas, que dejan su huella indeleble, en la mente y el corazón de quienes se alejan de la protección de su Creador.

Qué extraño signo persigue a las criaturas humanas, cuando más seguros están de sus planes y proyectos, un viento de contradicción tira al traste todo y modifica sus propósitos. En este caso, dos seres que se amaban entrañablemente y que habían empezado a transitar por el sendero de la felicidad, vieron de la noche a la mañana inexplicablemente alterado todo, que extraña fuerza concurrió para romper sus ilusiones. El límpido cielo del amor, se vio de pronto invadido por nubes borrascosas… la bella joven fue postrada por una extraña enfermedad, que rápidamente lo condujo a la muerte; así un día, cuando la tarde caía, entre cánticos y oraciones, fue conducida en un albo ataúd al cementerio… al terminar el enterrador de tapiar su tumba, un trueno retumbó en las alturas y una lluvia copiosa inundó el ambiente, como si el cielo mismo expresara su tristeza. Una bella flor, había sido tronchada sin explicación del altar de la felicidad.

Con mucha dignidad, el amante novio soportó su dolor, llevando con supuesta serenidad las exequias de su adorada prometida, unos grandes y oscuros anteojos ocultaban sus ojos, impidiendo conocer sus más recónditas sensaciones y sentimientos que le embargaban. Los espejos del alma, no revelaron nada, sólo su actitud serena descubría su perenne homenaje y profundo amor por la muerta..; antes de que la tapiaran en la tumba, se acercó al cadáver, cogió una mustia rosa roja y besándola con unción, la depositó sobre el ataúd que contenía los restos de la mujer amada, mientras murmuraba ininteligibles palabras que nadie entendió, pero que estremeció a quienes contemplaban la escena.

Un día y otro pasó sin conocerse cuál era la condición del novio, que al retornar del cementerio, se encerró a solas con su dolor, nadie sabía nada de él, hasta que un día, en el poblado, comenzó a circular la noticia que en horas de la noche, todos los días, una silueta enfundada en un largo abrigo negro, llegaba al camposanto deteniéndose en la tumba donde yacía el cuerpo inanimado de la joven muerta; gemidos, llanto, suspiros y palabras incoherentes, herían la oscuridad de la noche... helando la sangre, de quién contemplara la triste escena. Era un alma rendida a la desesperación, cuyo único deseo si fuera posible, era infundir vida con su propia sangre al cuerpo inanimado de su amada…

¡Oh!..Insondable misterio y dolor, que perturba la cordura y muchas veces la razón... y así sucedió. Un día que la luna se negó iluminar el firmamento y que la noche se mostró más negra que nunca, el esperpento humano de lo que fue un apuesto varón, se encaminó entre las sombras de la noche como todos los días al cementerio. Ahí, frente a la tumba que contenía los restos mortales de su amada, vació una vez más su dolor, su tristeza y desconsuelo, instando a la muerta en su locura, a cumplir su juramento de casarse con él… la copa rota de su frustrada felicidad, había rebasado el límite de la sensatez y en soliloquio irracional, pronunciaba incoherencias, reiterando su amor y su juramento de amarla hasta la eternidad... exigiéndole su aceptación, que el mismo pronunció positiva… Poseído, con sus propias manos rompió la lápida de la tumba y comenzó a retirar las flores marchitas que estaban tras ella, luego atenazó el féretro y lo extrajo con inusitada ansiedad, finalmente lo abrió y con delicada actitud hablándole con ternura, tomó en sus brazos el cadáver de su amada y besándola la recostó sobre su pecho.

Con ella en sus brazos, imaginando regio cortejo de bodas, se encaminó hacia la casa que había preparado para cuando estuvieran casados; ya en ella, frente a dos cirios mortecinos, la sentó y coronó su rígida cabeza con blancos azahares, pasando luego en la sala sombría a celebrar su boda con la muerta, terminada la ceremonia, en su afiebrada y desquiciada mente, imaginó hacerla suya y la condujo al lecho nupcial, se acostó con ella rendido de amor y hablándole de mil planes futuros, besó mil veces la boca horrible del cadáver de su amada y abrazándose a el… se quedó dormido para siempre... Así termina la historia, contada por un viejo enterrador, de un pueblo de Suramérica.

RECONOCIMIENTO: Crónica escrita en mi juventud, inspirada en la poesía, “Bodas Negras” del poeta y sacerdote venezolano, Carlos Borges (1875- ¿?), la cual fue cantada en tiempo de bolero por Julio Jaramillo (ecuatoriano).
CRÉDITO: Todas las fotos que ilustran la crónica han sido tomadas de internet.

Chimbote 14 de octubre de 1962
Publicada en el diario “Las Últimas Noticias” (Set 1995) Chimbote
ARCHIVO BITACORA 13 (JAPAN 83-20130426) Tochigi Ken

jueves, 25 de abril de 2013

El libro de los muertos - Bitácora 13


Máscara funeraria de Tutankamón
(Foto internet)
Guía para la vida eterna
El libro de los muertos
Escribe: Hugo Tafur
         (peruano)
Cuando estudiante de educación secundaria, en la asignatura de Historia Universal, me sentía atraído por la Historia de Egipto, los sucesos que se relataban sobre esta poderosa nación de los faraones, me resultaban misteriosamente atrayentes: su religión, sus dioses, su lenguaje, sus costumbres, sus conquistas, su arquitectura, sus creencias, etc., terminaron por cautivarme; reconozco, que en ese influjo, mucho tuvo que ver ese gran maestro chimbotano, don Ampelio Sagástegui, cuyo relato de la historia, adquiría en su narrativa ribetes sensacionales de “Las mil y una noche”; era evidente e innegable, el gran dominio y conocimiento que tenía sobre la materia, guiándonos con sus exposiciones magistrales, por los siglos de los siglos de la historia tanto universal como peruana, que revivíamos en casa, con la lectura de los textos de Alberto Malet, Alfredo Rebaza Acosta, Jorge Basadre Grohmann, Alberto Tauro del Pino, Juan Ugarte del Pino, Rubén Vargas Ugarte, Antonio Guevara Espinoza, Gustavo Pons Muzzo, Luis Valcárcel Vizcarra, etc..
Pero vayamos al asunto que motiva esta crónica, provocada por el relanzamiento del tema "momias" en el cine. A lo largo de los últimos ochenta años, desde que Boris Karloff, protagonizara en 1932, la película “La momia”, hasta en películas recientes como “La momia” (1999), “La momia regresa” (2001), ha sido el tema recurrente y el gran filón para encandilar a la platea. La actitud del hombre respecto a la violación de tumbas y la actualización morbosa y distorsionada por el cine del misterio que rodea a las momias, han traído a mi memoria, la gran curiosidad e interés que despertaba en mi época de estudiante, el conocimiento singular de las momias egipcias, que transmitían desde su estado inerte, el mensaje intemporal y silencioso que se remontaba en el tiempo más allá de los 4,000 mil años; momias que no sólo eran misterio, sino testimonio de una antiquísima gran civilización que nos habla de la muerte inexorable y del inmenso deseo del hombre en ser inmortal. Por su religiosidad, creencias y perspectivas sobre la vida, siempre pensé para mí, que los egipcios sin calificarlo así, fueron los primeros gnósticos, al considerar que la muerte no era más que una llave, un paso de un estado de vida a otro superior.

Escena del libro de los muertos (Foto internet)
Hoy se sabe mucho más sobre las momias, versadas opiniones de egiptólogos han dado mucha luz al respecto, y en este sentido, el Museo Británico de Londres, Inglaterra,  ha sido por mucho tiempo, el gran motivador e inspirador, para que investigadores, arqueólogos, antropólogos, etnólogos, etc., pusieran su mirada e interés en el Antiguo Egipto, al contar la institución, con la más rica, variada y valiosa colección de objetos de esa época, lo que hace del museo, una de las instituciones más importantes del mundo, después del Museo Egipcio del Cairo.

Voy a sintetizar con el cuidado que tienen los especialistas al retirar los sudarios de los momificados, aunque con la tecnología moderna del “bisturí digital” esta práctica esta superada, el conocimiento que más me asombró sobre las momias egipcias, las que desvestidas de su aterrador aspecto, ya vistas con naturalidad y familiaridad, son un compendio de información, un libro, que nos habla de secretos periodos de tiempo, etapas de historia, creencias, anhelos, etc.; así, los estudiosos descubrieron que la momificación respondía a la creencia de los antiguos egipcios que existía vida después de la muerte, y de hecho, para ellos, era más atractiva e importante la posibilidad de vivir una vida de inmortalidad después de la muerte, que la vida pasajera aquí en la tierra… la vida era tan corta pero  la perspectiva de la eternidad era inconmensurable. Para dicho objetivo, era necesario prepararse con antelación, ya que el viaje implicaba la posibilidad de no aprobar vivir esa vida maravillosa en el paraíso, para ello, para lograr ese objetivo, los egipcios, contaban con una guía de instrucciones que fue estructurándose por siglos y el cual consideraban como plano infalible para el logro de su meta.

Ese documento al cual me refiero, ha sido encontrado por los arqueólogos, en las tumbas junto a las momias, en un número considerable que supera los 20 o 25 mil rollos y por ello, lo denominaron “El libro de los muertos”. El libro más famoso sobre esa creencia, es conocido como el “Manuscrito de Ani”, se exhibe en el Museo Británico, bajo el registro Nº 10.470, constituyendo una sensación por su estado de conservación, por su valor como obra de arte y por ser el más relevante entre los libros egipcios de los muertos, aunque fue fraccionado por su descubridor para poderlo estudiar, juntas todas las partes y extendido el rollo de papiro, debe haber medido poco más de 24 metros, lo que no lo hace el más largo de los manuscritos, pues existe el Papiro de Greenfield, que no se ha mostrado al público hasta ahora y que según afirman mide 37 metros.
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Sobre el “Manuscrito de Ani”, los arqueólogos estiman que fue escrito y pintado alrededor del s.XIII a.d.C.. su hallazgo se debe a la casualidad, encontrándose en Luxor, el egiptólogo inglés Ernest Wallis Budge, empleado del British Museum, fue contactado por unos saqueadores de tumbas, aposentados en Kerna, quiénes le ofrecieron algunas piezas antiguas que él adquirió para su museo. La curiosidad de Budge, hizo que husmeara en unos cajones, cuyo contenido era considerado basura por los saqueadores, cual no sería su sorpresa del egiptólogo, al encontrar tirado en ellos aún con su sello intacto, al manuscrito que hoy asombra al mundo.

En el año 1887, Budge, después de algunos inconvenientes que lo llevaron a prisión en Egipto, y gracias a una liberación oportuna y una huida espectacular con los tesoros antiguos conseguidos, incorporó el “Manuscrito de Ani”, al Museo Británico. Dicho documento, sobre el cuál muchos egiptólogos se han pronunciado, coinciden que es el libro más representativo. Un libro, considerado por quiénes morían, como una guía de conjuros para ayudarlos a superar las dificultades que encontrarían para alcanzar la inmortalidad y vivir en el paraíso eterno, después de la vida terrenal, por ello, se los enterraba junto a ellos. El “Manuscrito de Ani”, es considerado singular, por la calidad de su arte, su escritura e ilustraciones hermosamente pintadas. Los especialistas estiman, que fue acabado alrededor del año 1250 a.C.; según los arqueólogos, los manuscritos de este tipo, datan de unos 1500 años a.C. y los más recientes del siglo IV de nuestra era.

El corazón del difunto es finalmente pesado
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 En el caso específico del “Manuscrito de Ani”, su propietario vivió a fines de una época conocida como el “Reino Nuevo” o la “Edad de Oro”, iniciada por el faraón Amosis I, y que los estudiosos la ubican entre los años de 1600 a 1200 a.C., una etapa de prosperidad para Egipto, lo que hace suponer que este personaje, gozaba de cierta holgura económica, ya que estos manuscritos para la época eran bastante caros y sólo eran encargados por gente económicamente solvente, los egiptólogos, estiman que Ani, era escriba del faraón.  Pero veamos en síntesis, cuál era el contenido de estos manuscritos, los conjuros, las recomendaciones, el contenido de esa guía que en buena cuenta eran los “libros de los muertos”; en primer lugar, los especialistas han llegado a establecer, que cada libro era único, ya que existían alrededor de 190 conjuros y ningún libro los tuvo juntos, eran una selección a gusto del interesado, distinta para cada caso, el libro de Ani, nos lo muestra: contiene 65 conjuros mágicos y más de 150 dibujos, escogidos de las cuatro secciones en las que estaba organizada la matriz, que establecía que: del 1 al 16, el difunto entraba a la tumba, descendía a los infiernos y el cuerpo recupera el movimiento y el habla; del 17 al 63, eran la explicación del origen mítico de los dioses y los lugares, los fallecidos volvían a vivir de nuevo, naciendo con el sol de la mañana; del 64 al 129, los fallecidos viajan en el arca solar por el cielo, como muertos benditos apoyados por algunos dioses. Por la noche descendían al inframundo para ser juzgado por Osiris; del 130 al 192, si el fallecido es reivindicado, asumía poder de vivir para siempre, en el universo como un dios.  

Según la creencia expuesta en los libros de los muertos, cuando el difunto completaba con éxito la larga travesía por el inframundo, donde tenía que sortear con éxito una serie de dificultades por “las 12 regiones de la Duat”, gracias a su guía, finalmente, se encontraba con Osiris, el dios de los muertos, para la prueba final. Aquí se daba comienzo a la “psicostasis o peso del alma”, la prueba más dura y determinante. Ante la mirada atenta de jueces divinos y de Osiris, el dios Anubis, procedía a pesar su corazón, que para los egipcios era el centro de la conciencia y donde residía el alma, en uno de los platos de la balanza se colocaba el corazón y en el otro se colocaba la pluma de la justicia y la verdad, si el pesaje resultaba favorable al difunto, este era recompensado con la vida eterna, más si era desfavorable el difunto era devorado de inmediato por el temible Ammit, que era un monstruo híbrido, que  tenía la apariencia de león, cocodrilo e hipopótamo. Naturalmente, una vida virtuosa previa, le aseguraba al viajero responder sin titubear las interrogantes que se le plantearan en el camino para  un exitoso final. Un nuevo amanecer.

El viaje había terminado, el deseo implícito del ser humano por ser inmortal estaba satisfecho, "El libro de los muertos" había cumplido su objetivo como tutor... aquí yo debería decir "colorín colorado, esta crónica ha terminado; sin embargo, quiero dejar una observación,  para el lector curioso y acucioso que quiera ampliar su investigación, la similitud y coincidencia que existe entre los conjuros y la iconografía enunciada en estos manuscritos egipcios y los mandamientos de La Biblia, El Corán y otras religiones, resulta más que anecdótico, ver en numerosos templos cristianos, repetidas las escenas de estos manuscritos… ¿Casualidad? ¿Azar?.. ¿Quién copió a quién?

Japón-Tochigi Ken, 01 de noviembre de 2007
ARCHIVO BITÁCORA 13 ( JAPAN 82-20071101)
Actualizado para el Blogg (25.04.13) Japan