miércoles, 13 de marzo de 2013

2011: El tsunami que remeció Japón - Bitacora 13


El tsunami se precipita destruyéndolo todo
(Foto internet)
Terremoto apocaliptico de 9 grados

El tsunami que remeció Japón

Escribe: Hugo Tafur
         (peruano)
Ayer exactamente a las 02:45 p.m. el Complejo Hitachi ubicado en Tochigi ken - Ohira, detuvo sus actividades en todas sus áreas productivas y solemnemente sus directivos y trabajadores en la ubicación en  que se encontraban guardaron un minuto de respetuoso silencio, en homenaje a las casi diez y nueve mil víctimas que originó el seísmo que asoló la parte noreste del Japón el viernes 11 de marzo de 2011, a las 02:46 de la tarde. En ese minuto de recogimiento, muchas oraciones se elevaron al Creador pidiendo por el descanso de las víctimas; pero hubo rostro demudados que silenciosamente dejaron correr lágrimas de dolor y tristeza, ya que mucho de los trabajadores presentes perdieron en dicha tragedia a parientes y amigos. Consecuentes con esta aflicción, los directivos de la Empresa, modificaron el programa de trabajo, disponiendo el término de la labor a las 17:10, a fin de que tuvieran el tiempo necesario para acudir a las honras fúnebres que se celebrarían en los diferentes templos de las ciudades aledañas.


Epicentro del terremoto y el posterior tsunami
(Foto internet)
Como recordamos, hoy se cumple dos años, del terremoto de 9 grados en la escala de Richter, seguido de un desbastador tsunami que en pocos minutos sembró el caos y la muerte en ciudades cercanas al mar, de las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima; aún recuerdo el momento… acababa de terminar de escribir “La leyenda del rosal”, cerré la computadora y me puse de pie, en ese preciso instante  comienzo a experimentar un temblor... un temblor que rápidamente se torna violento y colosal, la tierra se mueve y ondula bajo mis pies con ferocidad increíble, no permitiéndome caminar,  en la confusión trato de serenarme, abandono la casa antigua donde vivo y gano la calle, rápidamente elijo unos jardines para dirigirme, ahí escucho el batir de las ramas de los miles de árboles que pueblan y  circundan las colinas cercanas a mi barrio. Era como si un monstruo bajo tierra, se despertara malhumorado, lanzando indescriptible y terroríficos aullidos tratando de destruirlo todo… ante tanto movimiento, un parasol y un rótulo de una tienda comercial cercana se desploman…  la convulsión terráquea se hacía interminable, no cesaba; hoy los sismólogos, estiman la duración en 6 minutos … cuando se calmó, comprobé que no había agua, no había energía eléctrica, no había internet, no había comunicación telefónica ni fija ni por celular... y minutos después, supe que no había transporte por mar, por tierra, ni por aire… estábamos aislados del mundo.

Tanques arden peligrosamente (Foto internet)
Mientras eso ocurría en Ashikaga shi, la tragedia por la magnitud del terremoto, se configuraba colosal en Miyagi, ya que el seísmo fue el más potente ocurrido en Japón en los últimos 140 años y el quinto más potente del mundo; el epicentro ubicado en el  mar, frente a la costa de Honshu, 130 km. al este de Sendai,  que pertenece a la prefectura Miyagi, originó  un tsunami apocalíptico, con olas que en su inicio alcanzaban los 40 mts., esta gigantesca masa de agua en contados minutos alcanzó las ciudades ribereñas de Fukushima, Iwate y Miyagi, siendo prácticamente borradas del mapa Sendai, Rikuzentakata y otras ciudades costeras. Lo que no pudo destruir el terremoto lo hizo el tsunami, las casas más resistentes del mundo, fueron arrasadas en un número aproximado de 400,000, junto a decenas de edificios, barcos, avionetas y granjas, miles de vehículos y hectáreas de sembríos. Las olas arrastraron un barco con 100 pasajeros a bordo. Se perdió contacto con dos tren bala de pasajeros y para terminar de extremar la situación, se declaró emergencia nuclear, al haber resultado seriamente dañada por el terremoto la Central Nuclear de Fukushima Daiichi, en cuya sala de control del reactor Nº 1, presentaba un nivel de radiactividad 1000 veces superior al normal.


La fuerza del tsunami ubicó a un yate
sobre el techo de un 2do. piso (Foto internet)

La situación en las horas posteriores al terremoto se tornaba incierta, los muertos y desaparecidos se contaban primero por cientos, luego por miles; los supermercados fueron vaciados de sus productos, por la adquisición nerviosa en la que se incurre en estas circunstancias, mucho más si los servicios básicos estaban cortados… nuestra preocupación y posiblemente de todos los emigrantes, era pensar en la angustia por la que estarían pasando nuestros familiares en nuestros países de origen, al no tener noticias de nosotros. Esa noche no dormí, la alerta de un nuevo terremoto estaba abierta, las réplicas menores se sucedían una tras otra, nos alumbrábamos con lámparas y reflectores de pilas... la experiencia adquirida en Perú en el terremoto del 70 y la serena actitud de mis vecinos japoneses me sirvió de mucho.


Cientos de vehículos fueron arrastrados
por tsunami (Foto internet)
Antes de seguir, quiero contarles un par de cosas, que a mi modo de ver configuran el carácter, la personalidad y la  idiosincrasia del pueblo japonés; es evidente que la serenidad que muestran ante la adversidad, su unidad y su disciplina para seguir las instrucciones de sus autoridades, es producto de su experiencia de vida aprendida y asimilada en años, hoy convertida en método y sabiduría para enfrentar el infortunio y minimizar sus consecuencias. En Japón, por ejemplo, llueve torrencialmente, los techos de sus casas, edificios y calles, están canalizados para eliminar de inmediato las aguas pluviales. Siendo un país sísmico, la construcción de sus viviendas y edificios están sujetos a normas estrictas de edificación, diseñados para soportar seísmos de gran intensidad. Por la misma razón, su población es educada desde la niñez para actuar con serenidad. En pleno movimiento sísmico no vi ningún japonés corriendo o gritando de pavor, menos arrodillarse implorando protección a Dios; es más, minutos después de terminado el seísmo, aparecieron de retorno de la escuela, unos 20 niños, caminando con toda tranquilidad, como si nada hubiera ocurrido.


La valancha incontenible de agua ingresa a
una población destruyéndolo todo (Foto internet)
Ya amanecía, cuando uno de los vecinos que escuchaba las noticias en una radio a pilas, nos comunicó que a las 6 a.m. se repondría la energía eléctrica, el agua, el teléfono, el internet y el gas... habían pasado casi 14 horas desde que se cortaron.  Apenas los repusieron y con el temor que se volviera a cortar o saturar el internet,  prendí la computadora y remití un mensaje muy lacónico a todos mis contactos: “Familiares y amigos, estamos bien, no preocuparse”, días después, me enteré que todos mis hijos, nietos y familiares, se habían reunido en un solo lugar al enterarse de la tragedia por la TV y que al recibir este breve mensaje, estallaron en un grito de alegría… poco después, mi correo fue invadido por casi un centenar de mensajes venidos desde Perú, Argentina, México, Chile, España, EE.UU., Venezuela, Italia, Ecuador, Colombia y desde el mismo Japón, todos ellos tuvieron la virtud de blindar nuestra moral.  

Al reponerse el transporte aéreo, en los días subsiguientes, cientos de personas... entre ellos decenas de peruanos, optaron por abandonar el país, el temor a ser alcanzados por la radiactividad que parecía se tornaba incontrolable en Fukushima, los hizo dar este paso, abandonando sus compañías y lugares de trabajo. En mi caso, habiendo sido desde que llegué sujeto de atención y deferencia tanto en mi empresa como en mi barrio de Sukedo Higashiyama, decidí quedarme por lealtad y gratitud, sentí que no podía abandonarlos en plena tragedia, era mi desición personal,  por lo que le pedí a Mily, mi esposa, que se alistara y retornara a Perú, más quedé sorprendido, cuando me dijo: “Hemos venido juntos y juntos volveremos, si decides quedarte, yo también lo haré, lo que a ti te pase a mí me pasará”… No tuve palabras que agregar, sabía que no cambiaría su decisión, en mi fuero interno me sentí orgulloso de ella y sólo me limité avisar a nuestros hijos de la decisión de quedarnos. Recuerdo que en ese sentido, aprobando mi decisión me escribieron mis hijos y queridos amigos, como: Mónica Méndez de Paredes (peruana), Dante Ishiuchi Moreira (boliviano), que también decidieron no abandonar Japón.

La capacidad de reacción de las autoridades y el pueblo japonés es sencillamente admirable, nunca olvidaré por ejemplo, que los equipos de rescate mientras recuperaban a sus heridos y a sus muertos, tenían la mirada expectante en la posibilidad de un nuevo seísmo y tsunami, era una gran prueba de aplomo, valor y capacidad, se trabajó en alerta roja todo el tiempo. Simultáneo, un puñado de héroes en la Central Nuclear de Fukushima, se jugaban la vida en medio de las radiaciones, negándose abandonarla y trabajando cada minuto en su control a fin de evitar una catástrofe mayor, que hubiera alterado la vida de la nación. Los trabajadores de Fukushima, nos dieron una gran lección de amor, de valor, de entrega, de sacrificio… heroicos hombres, que nos enseñaron con su decisión, que no hay nada más hermoso que dar la vida por sus semejantes, por su patria, por su Emperador.

Al declarar el Primer Ministro Naoto Kan la alerta nuclear, se procedió a evacuar todas las poblaciones comprendidas primero entre los 5 km. a la redonda y  poco después a 10 km.; lo que significaba movilizar unas 45,000 personas.  Hasta ahora, la zona es un escenario difícil, según el Primer Ministro Shinzo Abe, unas 57,000 personas no pueden volver debido a la contaminación nuclear. En las otras ciudades afectadas por el tsunami, la reconstrucción se mantiene a todo ritmo, pero aun así unas 315,000 personas siguen morando en viviendas temporales, de una manera incómoda; estimándose que aún falta por retirar de los lugares del desastre unas 27,6 millones de toneladas de escombros.

Como podemos deducir, a dos años de la tragedia la herida sigue abierta, aun falta mucho por hacer y restañar; así lo entiende el emperador Akihito y el primer ministro de Japón Shinzo Abe y su Gabinete, que ayer reunidos en una solemne ceremonia oficial en Tokio recordaron a las víctimas de esta catástrofe con expresiones muy sentidas. El emperador Akihito, acompañado de la emperatriz Michiko, recordó a las víctimas, sus familiares y a quienes colaboraron para la reconstrucción de las zonas desvastadas y para poner fin a la crisis nuclear. El primer ministro, Shinzo Abe, prometió acelerar al máximo la reconstrucción para pronto se recobre la vida normal de las personas y de las zonas afectadas; sin embargo, un nuevo reto se cierne, alimentos con trazas radiactivas impropios para el consumo humano, han sido detectados… Me pregunto, si Japón con toda su capacidad de reacción reconocida, equipos humanos con avanzada tecnología, economía y disciplina, en dos años aun no ha superado la catástrofe ¿qué pasaría en un caso similar en mi país?.. Expertos ha advertido de la vulnerabilidad de la capital... pero en la práctica, no pasamos de un simulacro que la mayoría no toma en serio.

Click en el link:
http://youtu.be/z3fiyBuB2zo
Japón, Ashikaga Shi, 12 de marzo de 2013
Archivo BITÁCORA 13 (20130312) Japón
Revisada para el blogger (JAPÓN 81-20130313) Tochigi Ken
 

domingo, 3 de marzo de 2013

¡Ánimo!..No te des por vencido - Bitácora 13


Con dignidad y orgullo vestimos el
uniforme Karec-Hitachi
 Ganbatte Kudasai
¡Ánimo!.. No te des por vencido
Escribe: Hugo Tafur
        (peruano)
Como se me había comunicado, hace hora y media que acabo de pasar a formar parte de la legión de “jubilados” desocupados, hombres  que han  superado el límite de los sesenta o sesenta cinco años y que el Capitalismo considera que ya no tienen energías para seguir exprimiéndolos. Edad máxima, que la ley laboral de Japón establece como tope para poner fin a la vida laboral de un trabajador, así se encuentre física y mentalmente capacitado para seguir; sin embargo, aclaremos, la Ley Laboral de Japón no obliga al retiro, son la empresas las que estipulan en su reglamento interno, según su conveniencia, la edad del retiro, el mismo que puede oscilar entre los 60 y 65 años… Si hubiera desarrollado mi vida laboral en Japón, hoy estaría siendo jubilado con una compensación ventajosa respecto a mi país y tendría asegurada una vejez sin sobresaltos… me refiero a la posibilidad de percibir una remuneración digna para llevar una vida decorosa, que en mi caso, sería un respaldo para ejercer mi vocación de vida, labor intelectual, de la cual sólo Dios me puede jubilar.
Trabajando de noche, vistiendo todos los
implementos de seguridad en la línea de TV
Hace un mes, recibí una carta de parte mi empleadora CDP-Japan-Ohira, en la cual me informaban de mi “no renovación de contrato laboral, debido a la reducción significativa de la producción en mi área de trabajo”, y la cual califiqué en una nota que hice, comentado el hecho, como una forma elegante de recordarme que había cruzado el límite cronológico de la edad dinámica y que se imponía la jubilación y el reposo, en ella, relevé de cualquier mala intención de parte de CDP mi empleadora, por quién siento y tengo sólo expresiones de gratitud por el trato deferente que he recibido durante todo el tiempo que estube a su servicio; además, como queda establecido en el primer párrafo, la carta se ajusta a ley y al reglamento interno de Karec–Hitachi, contra lo cual no hay nada que argumentar. Este momento, habiendo pisado la base seis, sabía que llegaría en cualquier momento, pese a que en verdad, puedo seguir ofreciendo labor eficiente, gracias a que por años, me impuse un plan de vida sano y metódico, basado en ejercicios, sin tabaco, sin alcohol, sin drogas y durmiendo las horas convenientes cada día para prolongar mi vida dinámica, creo que estoy preparado Dios mediante, para seguir viviendo una vida saludable y si se presentara el caso como dije, seguir trabajando. Por esta misma razón, también me preparé para tener una ocupación activa después de este momento y no anquilosarme en la paz del hogar… realmente, en mi nueva ocupación planeada, me espera mucha actividad, ya descansaré cuando el momento llegue, mientras, seguiré trazando la estela de mi paso por este mundo.

En la línea de TV, cortando los bandos
de las pantallas (Karec-Hitachi)
Mi último día en Karec-Hitachi, ha sido para el recuerdo… terminé mi labor, en el mismo lugar que hace siete años, tres meses y seis días, me asignaron como área de trabajo, me refiero al Área de Televisión, el noventa por ciento de mis compañeros de entonces, japoneses, paraguayos, filipinos, brasileños, peruanos, etc., ya no están, me precedieron en la ruta de la jubilación o se retiraron de la empresa. En mi caso, mi vida en Karec-Hitachi, ha sido un tránsito grato y aleccionador, salpicado de anécdotas mil, tanto laborales, como amicales y como no, de alguna anécdota desagradable, pero que en nada amengua las gratas vivencias vividas en mi itinerario por la empresa, que me recibió sino con los brazos abiertos, pero si con el tradicional respeto y deferencia que los japoneses otorgan a las personas que se ganan el puesto, con trabajo eficiente, honradez  y conducta respetuosa.  Hechos puntuales, fuera de la rutina del trabajo, me pusieron pronto en el conocimiento de las jefaturas. La primera ocurrió apenas ingresé a trabajar en el área, entrenado en Seguridad Industrial en Siderperú, se activó mi alarma ante la vista de una condición insegura que podía ser causa de accidentes, hecho que hice conocer por escrito a mi jefatura, la cual fue estudiada y aprobada de inmediato por el Comité de Seguridad de la Empresa, que procedió a eliminar la condición de inseguridad denunciada. Sugerencias de seguridad e higiene industrial, me granjearon la amistad de varios jefes y de modo particular del Sachó (gerente) Uehara san, quién desde hace unos años también jubilado y retirado de la empresa, me sigue honrando con su amistad... amistad que subrayo y relievo en una de mis crónicas.

Tadenuma san, Gerente de Karec - Hitachi, me hace
entrega del diploma como mejor trabajador 2008
Otros hechos que hoy recuerdo, me dieron muchas satisfacciones en mi paso por Karec-Hitachi, por ejemplo: Haber fundado y dirigido la revista “Amigo”, con tiraje de hasta 2500 ejemplares a nivel de Hitachi-Ohira, y desde sus páginas concientizar sobre Seguridad,  promover la fraternidad entre ciudadanos de distinta nacionalidad, el deporte como vínculo de amistad, convocar y hacer obra social, a favor de hermanos peruanos con graves problemas de salud; dirigir el boletín “Ganbatte”, solo para el personal de Karec; haber sido expositor en tres oportunidades sobre temas de seguridad en la gran sala de reuniones de la empresa; haber ganado tres años, el diploma y el premio en efectivo que otorga Karec a sus trabajadores que destacan como los mejores; haber sido, cuatro años nombrado como segundo responsable de la zona de bando, línea de televisión. Habría muchos hechos más que mencionar, que me permitieron ganarme la confianza y amistad de hombres y mujeres de toda raza y nacionalidad, como cuando decidí por lealtad a pocas horas del terremoto del 11 de marzo de 2010, unir mi destino al pueblo japonés quedándome y no marchándome como cientos lo hicieron, debido a la posibilidad de contaminación radiactiva que se cernía por el problema de la Planta Nuclear de Fukushima.
Embargado por sentimientos encontrados de la despedida de Karec, he bebido mi trago de tristeza hasta el último minuto, pocos amigos están enterados de mi retiro y los que sabían les pedí que se abstuvieran de manifestaciones de despedida; sin embargo, no pude evitar que algunos jefes de la planta me abordaran para despedirse -la más sentida- así lo percibí, fue la de Onuki san, me estrechó la mano agradeciéndome por mí trabajo y con una mano sobre mí hombro me manifestó: “Hugo san… ¡Ganbatte kudasai! (¡Ánimo!.. No te des por vencido) palabras con que rotulo esta nota, que escribo hoy, como recuerdo del último día que pise mi lugar de trabajo. El timbre de salida me sacó de mis cavilaciones, retiré el fotocheck de mi pecho que autorizaba mi ingreso al complejo, y paso a paso me dirigí a la oficina a devolverlo… apenas me vio "Estrellita", mi gran amiga japonesa,  salió a mi encuentro y se conmovió mucho cuando le hice entrega del documento, sus ojos se llenaron de lágrimas, es que habíamos cultivado una gran amistad, me abrazó y quedamente me dijo: “Hugo chan… un ga ii” (Hugo… buena suerte) se lo agradecí y la besé en la mejilla como despedida… Quizá la hora del retorno ha llegado, mis hijos y mis nietos en Perú, recibirán la noticia con un grito de júbilo… Hace tiempo que me lo vienen pidiendo, con la excusa de que mis nietos necesitan de mi enseñanza...

Un puñado de tierra del jardín de Karec-Hitachi me llevó como recuerdo, para cuando alguna tarde en la tranquilidad de mi hogar recuerde a Japón, la pondré en la palma de mi mano con unción y recordaré con cariño mi paso por la empresa Hitachi-Ohira de este bello "País del Sol Naciente", que me extendió su mano amiga, dándome la oportunidad, de probarme una vez en el atardecer de mi vida como un "Hombre hasta el fin", con trabajo duro y sacrificado... pero que me llenó de satisfacción y orgullo, al poder seguir compartiendo con los míos el pan de la honradez y la dignidad... Dios, bendiga a Japón.     
Japón, Ashikaga shi, 30 de noviembre 2011
Archivo BITACORA 13 (20111130) Ashikaga Shi
Revisada para el blogger (JAPÓN 80-20130303) Tochigi Ken

sábado, 2 de marzo de 2013

Samuel Obeso, pescador excepcional - Bitácora 13


Samuel Obeso, estaba dotado de un sentido
especial para la pesca (Foto inernet)
 Samuel Obeso Rubio
Un pescador excepcional

Escribe: Hugo Tafur
       (peruano)
Samuel Obeso Rubio, como otros antiguos pescadores del Chimbote de ayer, estaba dotado de un sentido muy especial para la pesca, tenía la intuición, sabiduría, fuerza y estrategia de un lobo de mar… y la paciencia de un orfebre haciendo filigrana de oro con la “Luz”. Buscaba la pesca y cuando lo encontraba, se paseaba sobre la mancha detectada de anchovetas con serenidad, a media máquina, la recorría de arriba abajo y de abajo hacia arriba, convencido del volumen y dirección del cardumen mandaba arrear… El boliche armado según su sapiencia, con excelente emplomadura y seno, iba cayendo como una pared infranqueable, mientras él artista del océano, iba dibujando sobre la superficie del mar una gran “u”... no terminaba su obra maestra y ya los corchos inquietos luchaban contra la arremetida de la pesca cercada, mientras en la cubierta de la “Luz”, las hábiles y experimentadas manos de los tripulantes ejecutaban las maniobras finales, para cerrar con presteza la bolsa por el fondo… terminada la tarea, Samuel desde el puente, ordenaba con convicción: ¡Dos bolsas, muchachos!    

Anchoveta (Foto internet)
Era esta la rutina característica del mejor patrón que tenía la Pesquera “Santa Martha” por entonces. Desde que llegué a la compañía,  me enteré de su prestigio como pescador exitoso, gozaba de especial consideración y deferencia de la jefatura y de los prropietarios, era el "capitán” de la lancha “Luz”. Como persona, a pesar de su empotrada adustez y seriedad, era un buen y fraterno amigo. Samuel Obeso Rubio, apodado “El Flaco, Obeso”, era cuñado de Raúl “El Lunarejo” Quijano, patrón de la legendaria “Islay”, donde yo navegaba. La embarcación que capitaneaba Samuel, por el aporte de pescadores experimentados que fueron promovidos desde allí como patrones,  se constituyó en “la academia" donde se forjaron y graduaron los "capitanes" que la pesquera “Santa Martha” necesitó al experimentar su crecimiento e incrementar su flota para la pesca de anchoveta. Cuando jovencito, me embarqué por vez primera unos días en "La Céfira", una lancha particular de madera, de apenas 25 toneladas de capacidad, capitaneada por don Lucio Chávez,  lancha que conformaba la pequeña flota que abastecía a la pesquera “Santa Martha”, las otras eran la “Luz", la “Ana” y la “Islay”; la compañía tenía sus instalaciones en cabecera de playa, ubicada en el barrio “27 de Octubre”. La pesquera era pequeña todavía y estaba administrada por don Miguel Bossio.  

Preciado pez que abundaba en
Chimbote (Foto internet)
Por esa época, fines de la década del sesenta (1951-60), casi toda la lanchada de Chimbote fondeaba en la rada de "La Caleta", sus aguas eran por lo general serenas eran aconsejables para ese menester, hasta allá nos trasladábamos día a día en la madrugada para embarcarnos, pequeñas chalanas movidas a remos, cumplían el rol de "taxi marino", trasladándonos desde el embarcadero del muelle hasta nuestras embarcaciones, por el precio de un sol; tiempos incómodos, pero de gratos recuerdos, donde los hombres del mar nos conocíamos a fuerza de vernos y nos hacíamos amigos. En esa época, la lanchada por lo general, se surtía de agua potable y petróleo en el muelle Gildemeister y nosotros descargábamos como anotamos, en "la chata" de la pesquera, ubicada aguas afuera de la ribera en el “27 de Octubre” y cuyos poderosos absorbentes, succionaban desde las bodegas de las embarcaciones la pesca capturada y lo trasladaban mediante gruesas tuberías hasta la pozas de la pesquera, distante unos 300 metros, donde se iniciaba el proceso para convertirlo en harina. La pesca abundante por entonces, se ejecutaba casi siempre a unos minutos afuera de nuestra defensa natural, frente a los pétreos guardianes marinos del puerto, “El Dorado", “Los Ferroles”, la “Isla Blanca” y el "Cerro Chimbote"... eran otros tiempos, donde abundaba la anchoveta en la Fosa de Chimbote,  no había que alejarse mucho, el pescador iba de madrugada y con suerte a mediodía ya estaba en casa de retorno, muchas veces, portando excelente pescado fresco para la familia.

Samuel era el primer Patrón de Santa Martha
(Foto internet)
La amistad que cultivé con Samuel, fue de mutua admiración y respeto, yo admiraba al primer patrón de mi compañía por su destreza y sapiencia como pescador y él, siempre me lo decía, al imberbe jovencito pescador que estudiaba, escribía y soñaba sobre el boliche de la "Islay"; sin embargo, otros hechos contribuyeron para lograr un mayor acercamiento y amistad. Raúl Quijano, patrón de la "Islay", donde yo laboraba, era su cuñado. Con tres de sus hermanos, Simón, Javier y Hugo, éramos vecinos y me unía una fraterna amistad, vivíamos en la primera cuadra del jirón Lima, en La Florida Baja, muy cerca a la G.U.E. “San Pedro”; por entonces, tenía una asociación muy estrecha con los periodistas chimbotanos, además, era integrante y directivo del Club Cultural, Social y Deportivo “Inca Garcilaso de la Vega”, hacía vida cultural muy intensa junto a decenas de jóvenes de nuestro puerto,  y en nuestro programa radial “La Hora Garcilasista”, una de sus sobrinas, María Alva Obeso, era destacadísima intérprete de música criolla. Cuando abandoné la pesca para retomar los estudios, él en cada ocasión que nos veíamos, me saludaba con mucho afecto y familiaridad llamándome: “Maestro”.

Hasta entonces, nunca había trabajado en el mar bajo sus órdenes, lo que de hecho hubiera sido un privilegio, pero pasado el tiempo él también se alejó de las labores marinas, lo perdí de vista muchos años, alguien me dijo que había comprado o era socio de un aserradero por la selva, no supe más. Un buen día a fines de diciembre, no recuerdo el año, yo ya como trabajador de Siderperú, mientras caminaba por el centro de Chimbote nos encontramos de improviso, un gran abrazo selló nuestro reencuentro y tuvimos una plática de varios minutos; me contó, que había vuelto al mar, y que se encontraba al mando de la lancha “Don Raúl” de propiedad de su cuñado. Yo le referí, lo atrayente que seguía siendo el mar para mí y que en algunos domingos o feriados, cuando las circunstancias me lo permitían, seguía saliendo a pescar, para ello, mantenía mi  carnet de pesca y libreta de embarque actualizados y vigentes. Ante mi información, me invitó a conformar su tripulación para fin de año, ya que casi la mitad había solicitado permiso y necesitaba completar la nómina del zarpe para esos días... así que me preparé. 


Miles y miles de toneladas
se pescaba cada día (Foto internet)
Nunca olvidaré la experiencia... Sus condiciones innatas de "lobo de mar" seguían intactas, los tres días que salí con él, solo bastó una cala cada día para cargar a la lancha “Don Raúl”, fue un regalo. Tanto de ida como de vuelta, durante la travesía, tuvimos animadas charlas de tiempos idos… en muchos pasajes de las vivencias que recordamos, experimentaba nostalgia, su rostro cambiaba y se llenaba de tristeza, pero en otros, rompía a reír como un niño... con mucha alegría. Después de ese feliz reencuentro, lo volví a perder de vista, preguntando un día por él, me enteré que nuevamente había dejado la pesca por su salud y que estaba viviendo en Trujillo... Cuando escribo esta nota, crespones de tristeza me embargan, me acabo de enterar que el gran capitán, Samuel "el Flaco Obeso" Rubio, hace un tiempo ha partido a la eternidad, y que hoy pesca brillantes luceros en el mar del cielo, con los cuales ilumina el camino de su amada familia... Caro amigo, tu amistad seguirá viviendo en mi recuerdo… guárdame "un banco" en tu nave para cuando yo vaya, y sigamos alborozados en el puente platicando de tiempos idos... cuando tú eras "el men" de la compañía "Santa Martha", trayendo "cachanga" todos los días a la "Luz"... Descansa en paz, querido amigo Samuel.

Chimbote, 23 de enero de 2004
Archivo BITÁCORA 13 (20040123) Chimbote
Revisado para el blogger (JAPÓN – 79–20130302) Tochigi Ken