viernes, 21 de octubre de 2011

La Tía Sara (Historia) - Bitácora 13

La Tía Sara
Escribe: Hugo Tafur
         (peruano)
Hace 34 años, los sindicatos de trabajadores y empleados de la Empresa Siderúrgica del Perú SIDERPERÚ, unidos en un solo frente, declararon en multitudinaria asamblea general la huelga general indefinida, para hacer respetar sus pactos y convenios que la Empresa pretendía burlar pese haberlos acordado y firmado. La huelga adquirió ribetes dramáticos y heroicos en nuestro puerto durante 52 días; y si bien, el saldo final fue el triunfo, este se vio ensombrecido por la muerte de Genaro Rojas Bardales, un dirigente juvenil del barrio Magdalena; también catapultó a Zoila Valdivia Paz, una mujer humilde, que no siendo siderúrgica, se identificó con la lucha proletaria y se sumó a ella en solidaridad de clase. Naturalmente, en medio del fragor de la medida sindical, otros hechos dignos de ser contados ocurrieron; por ahora, permítaseme reseñar la actuación valerosa de esta mujer que en el contexto de la gesta histórica que sostuvieron con decisión los siderúrgicos brilló por su coraje; sin embargo, también, dejemos para la posteridad, los nombres de quiénes encabezaron tan dramática lucha sindical, con el arrojo de su juventud y la razón de su derecho, fueron: Francisco Vásquez León, Secretario General del Sindicato de Obreros y Rafael Velásquez Rengifo, Secretario General del Sindicato de Empleados; junto a ellos, los valerosos dirigentes: Almagro Gil Suárez, Ángel Loayza, Ladislao Chávez Gil, Luis Arteaga, etc., etc., y otros que lucharon a brazo partido para defender los derechos de los siderúrgicos, llenándose igual de gloria con el triunfo de la huelga sindical. Conseguiremos sus nombres. (Japón.21.Oct.2011)

Como dije en la introducción, esta historia tiene como marco la heroica lucha sindical sostenida por los sindicatos de empleados y trabajadores de Siderperú, por esos años, columna vertebral de las luchas proletarias de nuestra provincia. Se iniciaba el último mes del año 1977, era el 5 de diciembre por la tarde; reunidos los dos sindicatos en una asamblea multitudinaria acordaron la huelga general indefinida, como respuesta a la intransigencia de la dirección de la empresa para cumplir con los pactos y convenios acordados y firmados. A partir de ese momento, los cinco mil siderúrgicos se dispusieron a la lucha, en el entendido, que esta podría prolongarse y adquirir ribetes dramáticos y duros, pues como recordaremos, gobernaba el país una casta de militares y la gerencia de la empresa lo ejercía el comandante A.P. Luis Felipe Cáceres Graziani, marino en retiro, que la cundiría siderúrgica bautizó como “Cuellito”.

Chimbote estaba conmovido, la organización de la huelga se planteó audaz y muy disciplinada, en cada barrio se establecieron comités y “ollas comunes” con instrucciones y responsabilidades precisas; ejerciéndose una férrea marcación sobre posibles “amarillos” y mucho celo para descubrir cualquier atisbo “rompehuelga”. Los chimbotanos miraban con simpatía la medida sindical y cientos de familiares y amigos se plegaron en apoyo, organizándose los comités de damas que en la práctica era el “arma disuasiva” a cualquier traición. Diariamente, los siderúrgicos, cumplían diferentes tareas para cuidar la unidad y moral combativa de los hombres del acero. Igualmente, con veloces marchas de protesta por las diferentes arterias de la ciudad y declaraciones informativas de los dirigentes a la prensa y la radio, se mantenía vigente en la conciencia porteña la justicia de su reclamo y de su lucha sindical.

Para la policía, la huelga era un rompe cabeza, imposible de estar en todas partes por la noche; al amanecer, uno y otro lugar estratégico amanecía con calles y avenidas bloqueadas. Muchos policías amigos nos confesaron su hartazgo y desaliento, era imposible reprimir y controlar el orden, sobre todo de noche cuando se producían estas acciones; además, entendían, que el reclamo de los siderúrgicos era justo y se sentían mal al enfrentarlos, sobretodo, cuando esa maza compacta de varias cuadras de largo, sabía golpearlos moralmente, al corear al unísono: ¡El pueblo uniformado, también es explotado!..y eso, era la pura verdad, vivían con un sueldo mísero.

La huelga se iba prolongando por 10, 15 y 20 días, las posiciones en el tablero del ajedrez reivindicativo no variaba, más bien, la huelga de los siderúrgicos se fortalecía, Chimbote hizo suya la medida sindical, las dirigencias barriales se pronunciaban y se sumaban a ella; distintas instituciones, sindicatos y personalidades se declaraban a favor y pedían que la empresa termine con la huelga reconociendo el derecho de los siderúrgicos. Las ollas comunes recibían la solidaridad de los mercados de la ciudad, pescadores, comerciantes, etc.. Para la óptica del gobierno militar, era evidente que la situación se podría tornar “peligrosa” por el apoyo que recibía de la ciudadanía y la capacidad combativa que mostraban los siderúrgicos, y desde palacio se ordenó romper la huelga, la empresa siderúrgica estaba habilitada para usar todo su poder económico para desprestigiarla, para ello, compró a nivel local y nacional, medios periodísticos y periodistas venales que iniciaron una ferrea campaña tildándola de política…ardía Troya.

Que momentos aquellos. Se recurría al chantaje, a la extorsión y se sembraba “bolas” para quebrar la moral combativa de los siderúrgicos, torpedeándola incluso en su mismo seno. La respuesta de los “hombres del acero” no se hizo esperar, desenmascaraban a los “amarillos”, traidores y arribistas, “matándolos moralmente”, se les capturaba, se les cortaba el cabello y se les pintaba de amarillo, exhibiéndolos públicamente…sus nombres eran inscritos en el muro del oprobio del sindicato. La fuerzas policiales, incrementada con más efectivos eran cada día más provocativa y represiva, atacando la misma sede sindical. La respuesta siderúrgica a esta sistemática agresión, fue contundente: ¡Paro Provincial!

En ese marco, las “bolas” y la información sesgada de la prensa comprada causaron al principio confusión y cierto desaliento, lo que determinó que se manejara con mayor fluidez información oficial en la sede sindical...pues la empresa imprimía volantes apócrifos para desorientar a los siderúrgicos en huelga. Ese momento de debilidad, fue quizá el momento más crítico donde pudo romperse la huelga, pero no fue advertida ni aprovechada la oportunidad por la empresa, le fallaron los "soplones". Superada la emergencia,  los siderúrgicos retomaron su medida sindical con fe y decisión; la dirigencia, con la opinión y apoyo de los siderúrgicos más lúcidos, reajustó su estrategia, organización y desenvolvimiento, haciendo con ello cambiar el rumbo de la historia ya que los “hombres del acero” reafirmaron su convicción en el triunfo.

En ese contexto, aparecía con notoriedad una mujer singular que se irguió con la dignidad de una heroína del pueblo proletario. Esa mujer, traía alas de mariposa y sobrenombre despectivo “Sarandonga”. En otros tiempos, cuado vivía en Barrios Altos, en el distrito del Rimac y luego en Chimbote, su belleza había cautivado y de hecho quitado el sueño a muchos hombres, los cuales la halagaban y asediaban; pero esa belleza, igual que las flores, se fue marchitando…y los mismos hombres, que ayer caían rendidos fueron crueles con ella, consumieron no sólo su vida y su belleza, sino también, deformaron su nombre apodándola “Sarandonga” , todo porque en medio del vértigo del trago, el humo del cigarro y la fiesta interminable, gustaba embotar sus sentidos bailando aquella canción del dúo cubano “Los Compadres”. Así transcurría su existencia, en medio del jolgorio y la despreocupación, hasta cuando se inicia la huelga general indefinida de los siderúrgicos, la organización y acción llegó hasta los barrios periféricos de la ciudad.

Ella, un poco para cubrir su necesidad de alimentos y matar el hambre, se plegó a la olla común que funcionaba en el local del Sindicato de Obreros de Siderperú; ahí, al calor del fogón y la lucha sindical, conoció lo que significaba “reivindicación” y de la noche a la mañana se sumo a la lucha de sus hermanos siderúrgicos, pues también entendió, que los proletarios eran sus hermanos de clase. Cuando la policía atacó la sede sindical, arrojó bombas lacrimógenas y disparó balas para amedrentar, ahí estaba ella, inmutable, feroz, corajuda, balde de agua en mano, recogiendo y devolviendo a los policías represivos su bombas o ahogándolas en el agua de su balde. Su ejemplo y su coraje en primera línea, acicateó e incentivó a los siderúrgicos que ya abandonaban su sede, volviendo a defender y recuperar su local.

Esta mujer excepcional de físico esmirriado y pies ligeros, sin ser siderúrgica, se constituyó en tal, al involucrarse con cuerpo y alma en la lucha de sus hermanos de clase. Repartía volantes, cocinaba y atendía con alimentos a la guardia nocturna…fue “Chasqui y Ángel” los 52 días que duró la huelga de los obreros y empleados de Siderperú. Por ello, cuando el siderúrgico celebraba el fin de su huelga, no olvidó su apoyo y entrega heroica a su causa y en Asamblea General Conjunta de los dos sindicatos, los hombres del acero le rindieron sentido y merecido homenaje reivindicando su nombre y llamándola con respeto “La Tía Sara”. Luego, la dirigencia que encabezaba el Secretario General del Sindicato de Trabajadores Siderúrgicos, Francisco Vásquez León, le dio empleo en el mismo sindicato y desde entonces hasta hoy, esa pequeña mujer digna y dignificada por sus hermanos siderúrgicos, vive en uno de los ambientes del local sindical, junto a sus amados hijos. De esa mujer coraje, jamás te olvides siderúrgico, su nombre real Zoila Valdivia Paz, pero puedes seguir llamándola con respeto y cariño “La Tía Sara”…"La Chasqui", del proletariado siderúrgico:“Cuando la duda asaltaba la trinchera / como la más firme aliada del patrón, / llegó con su ejemplo y su coraje / a unirse a las huestes en acción”(*)1…La noche quedó atrás.

(*)1.- Fragmento del poema La Tía Sara, del mismo autor.

Chimbote, 06 de diciembre de 1995
Archivo BITÁCORA 13 (06.12.95) Chimbote
Revisada para el blogger (JAPÓN 34-20111021) Tochigi Ken
PUBLICACIÓN:
Primera vez.- En el diario Nueva Imagen-Últimas Noticias (Chimbote, Junio-1996)
Segunda vez.- Diario Regional- Las Últimas Noticias (Chimbote, 05.12. 2003) Pág. 08.
Tercera Vez.- En internet: en blogspot.com-bitácora 13 (Japón 21.10.2011).

martes, 11 de octubre de 2011

Terror en la fábrica (Misterio) - Bitácora 13

Terror en la fábrica

Por: Hugo Tafur
     (peruano) 
Estamos a fines de septiembre, y la estación de otoño se anuncia bastante cruda aquí en Japón, fuertes vientos helados han comenzado a remecer los árboles, desbaratando sus follajes y sembrando las calles aledañas de las ciudades con millones de hojas secas que van y vienen según el capricho del viento y los pequeños remolinos que se forman. Es un día gris que ensombrece el ambiente, tornando el paisaje urbano en una visión incolora y fría que decide a no salir de casa, para protegerse de las inclemencias del tiempo. Por añadidura, una persistente lluvia inesperada por cambio de rumbo del tifón, termina por demoler el pronóstico del tiempo anunciado en la televisión... caprichos de la naturaleza.

Aquel viernes, fin de semana laboral en la fábrica, la jornada terminó a las cinco de la tarde. Apenas sonó el timbre, los trabajadores abandonaron presurosos las instalaciones; sólo se quedarían en ella, unos cuantos convocados para laborar en sobretiempo, con la finalidad de hacer mantenimiento, limpiando los sistemas de aire acondicionado y dejar en orden los materiales de la línea... La planta en general, poco a poco fue quedándose a oscuras, al irse apagando la iluminación de las distintas áreas. Al terminar la jornada de sobretiempo, Taira san y Pedro Fukuda, se dirijieron hacia el vestidor para cambiarse la ropa de trabajo, ponerse algo de abrigo y retirar sus pertenecias; mientras, sus pocos compañeros, desaparecían en grupo rumbo a la salida de la fábrica... el tiempo se presentaba inestable, había que llegar pronto a casa.

Terminado de mudar sus vestimentas, los dos amigos procedieron abandonar su área de trabajo, en el camino, iban cumpliendo la recomendación de ir apagando las luces de la zona, la misma que sin iluminación y sin actividad laboral se iba sumiendo en tétrica penumbra y en acentuado silencio, tanto así, que permitía escuchar el eco nítido de sus pasos sobre las tapas metálicas de los ductos y el arrastrar de los pies para no tropezar. Pedro Fukuda caminaba detrás de Taira san, ya que siendo nuevo en el área, el japonés conocía mejor el camino hacia la puerta de salida y de este modo evitaba colisionar y golpearse.


Estaban en el tramo final de su recorrido, por medio de las pilas de los productos almacenados, faltaba unos 50 metros para alcanzar la salida, cuando algo extraño los desconcertó y detuvo su caminar... la pequeña puerta de ingreso del personal, ubicada a un costado del gran portón de la nave se abrió  violentamente, pensaron que era el viento, pero no…fue como si alguien la franqueara, más en la claridad del marco iluminado por el alumbrado externo, nadie se dibujó... volviéndose a cerrar la puerta, esta vez con suavidad, como si alguien la guiara... hasta se escuchó el clip de la cerradura al volverse a su lugar..; más luego, unos pasos apresurados repercutieron en la oscuridad, aparentemente se dirigían hacia donde ellos se encontraban, por lo que pensaron que se trataba de alguna persona que volvía por algún olvido y a fin de no chocar al cruzarse, se pusieron a un costado del pasillo…pero nada… nadie pasaba.

A partir de ese momento, ambos se sintieron poseídos por algo extraño, habían visto abrirse y cerrarse la puerta de ingreso del personal y habían escuchado con nitidez unos pasos presurosos, le pareció todo tan raro e inexplicable... Taira san, mecánicamente extrajo su encendedor para delatar su presencia, más al tratar de encenderlo fue incapaz de lograrlo, una fuerza invisible lo tornó torpe y no pudo hacerlo... tal situación, les hizo experimentar una sensación de miedo y un temblor estremeció su cuerpo. El presentía algo anormal pues los bellos de sus brazos y sus cabellos estaban erizados. Pedro Fukuda, por su lado, vivía estupefacto la experiencia, con voz temblorosa que delataba el momento que pasaba, casi paralizado de miedo susurró al oído de su amigo: "Taira san ¿que pasa?"... Taira san no respondió,  hacía acopio de sus fuerzas que amenazaban con abandonarlo, sus nervios estaban crispados y un sudor frío circundaba su frente. Pedro estaba al borde del desmayo... Sólo faltaban unos metros para alcanzar la puerta de salida y Taira decidió superarlos…con voz carrasposa y casi inteligible le dijo: "Vamos, Pedro"...

Antes de reanudar la marcha, su mano temblorosa extrajo de su cazadora un paquete de cigarrillos y cogiendo uno de ellos se lo llevó autómata a los labios, más cuando por fin hizo fuego con su encendedor... un soplo venido de la nada por encima de su hombro, apagó la llama... fue en ese momento, que se percató que un fétido olor inundaba el ambiente, sintiendo a su vez, como que flotaban, una fuerza miteriosa los había elevado haciéndolos flotar sobre el piso... estaban en éxtasis, más perdieron  la conciencia y la noción del tiempo... Cuando la recuperaron, estaban en el piso, como si hubieran dormido junto a la puerta de entrada y salida del personal. Taira san, se puso de pie y trató de mirar en la penumbra, por unas rendijas ingresaba la luz de las farolas, descubriendo a Pedro, que se ponía de pie, más al observarlo, vio que Pedro Fukuda, en medio de la oscuridad manifestaba una figura iluminada, y un rostro que reflejaba terror, sus ojos redondos brillaban como espejos. En su pánico, Taira san, aun pudo reflexionar en su confusión, había que abandonar cuanto antes la fábrica, invadida en esos momentos según consideraba, por fuerzas espirituales inicuas.


Taira san, ensayó toser para romper el hechizo circundante y darse nuevas energías, más no logró gran cosa... su corazón latía como un potro desbocado, amenazando con salirse de su pecho, sudaba copiosamente y su frente estaba perlada de gruesas gotas frías; sin embargo, haciendo supremo esfuerzo, agarró con mano temblorosa la de Pedro para indicarle que abriría la puerta. Pedro, que había comenzado a rezar, comprendió la indicación y lo siguió trasponiendo la entrada… En ese momento, la tormenta desataba su furia y como un latigazo retumbo un trueno en la cercanía… Las piernas acalambradas de los amigos se iban soltando dolorosamente y poco a poco comenzaron a responder a su voluntad… Pronto alcanzaron la puerta principal de salida, la abrieron con mano trémula y la transpusieron… un nuevo rayo retumbó, duplicándose en el eco de los cerros aledaños... una intensa lluvia  mojó sus rostros demudados…estaban fuera, la pesadilla había terminado, eso era lo importante.

Unos metros más allá, desde su cabina de control donde se guarecía de las inclemencias, un policía los saludó extrañado mirando su reloj, eran las doce y diez de la y noche, ignoraba que aun quedaba personal en esa zona…Para Taira san y Pedro Fukuda , será para siempre un enigma lo que les pasó…ellos salieron a las siete y cuarto de la noche y nunca sintieron que hubieran transcurrido tanto tiempo atrapados por espíritus inicuos… nunca se lo explicarían ¡Oh, misterio!.

Japón-Tochigi Ken, 22 de diciembre de 2008
Archivo BITACORA 13 (JAPÓN  33 - 20081222) Ohirashita